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El final de la utopía

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Con la toma de posesión de los nuevos alcaldes concluye la utopía de las campañas electorales y comienza el verdadero trabajo de transformar la realidad hasta donde eso sea posible y para mejor.

Punto de partida esencial es admitir que Guadalajara tiene por lo menos cuatro alcaldes, y que los buenos resultados de estos dependen de que logren ponerse de acuerdo en un proyecto verdaderamente metropolitano.

Contra lo que se pudiera pensar, una clave para la eficiencia sería multiplicar aún más las alcaldías, pero como imperan razones históricas y territoriales que lo impiden, el recurso es zonificar al máximo las alcaldías, de tal modo que en pequeños territorios tenga la población todos los recursos adecuados para su mantenimiento, sobre todo en el tema de la seguridad, lo cual no se cumple con simples casetas de policía, por lo común, abandonadas.

Otra clave es el involucramiento real de la comunidad en la tarea de afrontar retos tan importantes como la conservación del mobiliario urbano de cada zona, su mejoramiento e innovación, el clima social, la solidaridad, y la sana convivencia que exige no sólo de leyes, sino de funcionarios dispuestos a hacerlas cumplir.

Reto fundamental es otorgar a todas las colonias de Guadalajara la misma calidad de servicios que se observan en las zonas residenciales, buscando que los recursos del impuesto predial se distribuyan equitativamente lo mismo entre ricos que entre pobres.

La idea de los corredores ecológicos sigue en la congeladora. Hoy nos alegramos de tener el bosque de los Colomos, pero se nos olvida que ese bosque fue creado sobre arenales por un funcionario visionario apenas hará cien años. Invertir en nuevas reservas ecológicas urbanas es invertir en el futuro.

El tejido social es algo de lo que todos los políticos hablan, pero en ocasiones dan la impresión de no saber con claridad de lo que están tratando, ni que sea eso ni mucho menos como es que se construye.

Establecer nuevas estrategias para aplanar la curva de la corrupción es un trabajo permanente, claro, si el alcalde realmente aspira a lograr esta meta, y esperamos que así sea, pues esta corrupción implacable está a la base de los grandes problemas que enfrenta la sociedad, entre otros, las terribles y dolorosas inundaciones que hemos tenido y que podrían haberse evitado si los funcionarios funcionaran.

El crecimiento vertical, un ideal asumido de manera acrítica y absoluta, tiene sus aspectos positivos, pero de momento lo que ha generado son innumerables problemas urbanos, y amplios parques de elefantes blancos, eso sí, muy altos.

Nuestra nueva utopía es exigir que los nuevos alcaldes no estén al servicio del partido que los postuló sino de la ciudadanía que votó por ellos y la cual les pagará sus honorarios, que los grupos de poder se mantengan bajo control y no lo quieran controlar todo, que las aspiraciones válidas de los alcaldes a una carrera política futura no los distraiga de su deber como ediles, que sean muy conscientes de que a su sombra buscarán medrar un sinfín de burócratas poco recomendables, como ha siempre sucedido.

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