Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo
Nos encontramos finalizando ciclos escolares y es recurrente ver a alumnos que se sienten saturados por las tareas, los trabajos finales, los exámenes y toda esa carga que los maestros dejan y que tanto los hacen sufrir y desvelarse.
Los maestros comenzamos a recibir mensajes solicitando prórrogas, segundas, terceras y más oportunidades porque no les alcanza el tiempo y por el típico y recurrente reclamo: “piensa que solo es usted, tenemos más tarea y más maestros”.
Quizá esto es parte de la cultura que muchos tenemos de dejar todo al final y aquí me refiero a maestros y a alumnos, en donde pedimos trabajos al final que sean muestra del aprendizaje integral del plan de estudios.
Las clases, de la forma en que yo las visualizo, son un proceso de preparación para la vida laboral, un ejercicio en donde se requiere la teoría, que es la base del conocimiento, pero reforzado y aplicado a casos reales. Aquello que llamamos teoría aplicada que podría hacer uso de otros parámetros de medición del aprendizaje y no solamente una calificación basada en reactivos que, algunas de las veces, son contestados bajo el muy conocido método “de tin Marín, de do, pingüe”.
Los estudios de opinión de los empleadores se convierten en una herramienta de actualización de los programas académicos y también muestran una gran gama de habilidades requeridas, que los docentes deberíamos trabajar desde el aula.
Los tiempos en que solo los maestros hablaban y los estudiantes captaban la información, ya pasaron. La interacción de los alumnos es y debe ser prioritaria. Un trabajo colaborativo entre docente y alumno en donde se descubran y se desarrollen habilidades y se mejoren las debilidades. Cuidar ortografía, redacción, habilidad para hablar, para escuchar, para observar; trabajar en equipo, ser proactivos, saber reaccionar con soluciones a problemas, inteligencia emocional, deberían ser temas diarios en las clases de todas las carreras, de todos los niveles de educación.
Preparemos a los alumnos para que superen al maestro. Trabajemos para que nuestra labor docente luzca más allá de las aulas. La calificación del maestro no es la que obtienen los estudiantes en las clases sino la que les otorgan los empleadores o sus clientes.
Hablémosles a los alumnos sobre lo que es el mundo real, pero también pongámoslos en ese mundo a practicar y estoy segura, que más de uno, nos lo agradecerá. No los metamos en una burbuja, mejor preparémoslos para enfrentarse al difícil escenario de la inserción laboral.
Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 30 de julio de 2021.