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Voces UNIVA

Trastornos de la conducta alimentaria

Por Líderes Universitarios, Voces UNIVA Sin comentarios

Brenda Ahtziri Espinoza Martínez • Pasante de la Licenciatura en Nutrición

 

Los trastornos de la conducta alimentaria se conocen como alteraciones en relación con los alimentos, en personas que presentan distorsiones mentales relacionadas con los hábitos de comida. Es una enfermedad que se clasifica en: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastornos alimenticios no especificados y trastorno por atracón. Estas distorsiones son más comunes en mujeres durante la adolescencia llegando volverse enfermedades crónicas. No se ha podido encontrar el origen preciso, no existen tratamientos farmacológicos o nutricionales efectivos con evidencia científica. La única eficacia demostrada es mediante grupos interdisciplinarios: psicólogos, psiquiatras, médicos internistas, endocrinólogos y nutriólogos.

 

Anorexia nerviosa:

La anorexia nerviosa es el trastorno de la alimentación más grave, es una enfermedad que se caracteriza con la obsesión e insatisfacción permanente con la delgadez, aun llegando a la emaciación, los pacientes continúan desarrollando alteraciones como purgas, dietas, ejercicio excesivo o ayuno. El único estímulo o motivación es perder cada vez más peso. Al mismo tiempo, esta conducta provoca otras alteraciones: endócrinas, hidroeléctricas, cardiovasculares, digestivas, hepáticas, neurológicas y presencia de depresión.

Bulimia nerviosa:

La bulimia nerviosa se caracteriza por sufrir episodios de atracones compulsivos, preocupación de no ganar peso, conductas compensatorias, sentimiento de culpa y sensación de pérdida de control. Se utilizan diferentes métodos para compensar los atracones, siendo lo más habitual el vómito, uso de laxantes, diuréticos, ayuno, ejercicio físico intenso, abstinencia de alimentos las primeras horas del día y comer excesivamente por la tarde o por la noche. Este tipo de trastorno en muchas ocasiones presentan conductas de abuso de alcohol o drogas.

Trastornos alimenticios no especificados:

Los trastornos alimenticios no especificados no cumplen los criterios específicos para el diagnóstico y se debe tomar en cuenta la relevancia clínica de signos y síntomas para descartar criterios de anorexia o bulimia. Se deben detectar a tiempo, ya que es lo más común en las clínicas con una prevalencia del 60%.

Trastorno por atracón:

El trastorno por atracón se debe tomar en cuenta el contexto que lo produce, es decir, lo que se considera atracón normal no es lo mismo por ejemplo en una fiesta, los atracones pueden comenzar en un restaurante y continuar en casa, no se considera atracón al ir picando pequeñas cantidades de comida a lo largo del día, en los atracones se consumen alimentos con alto contenido calórico como dulces. Los atracones por lo general son a escondidas o disimuladamente, también se relacionan con la obsesión de la silueta y el peso.

Para concluir, vale la pena observar a cada paciente sin ignorar las diferencias clínicas que existen entre cada trastorno de la conducta alimentaria. Se trata de promover una percepción más dinámica de estos fenómenos. Un trato mucho más flexible y dinámico resulta de gran utilidad para comprender estos padecimientos.

El suicidio

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Cuando una persona amenaza con suicidarse arrojándose desde un puente o desde una torre, acuden policías, bomberos, amigos y familiares para tratar de impedirlo, incluso haciendo uso de la fuerza. Si alguien se entera de que un familiar suyo tiene esas mismas intenciones, también hace hasta lo imposible para evitar que eso ocurra ¿por qué?, ¿acaso no puede alegar el suicida que él es dueño de su cuerpo y puede hacer con su cuerpo lo que él quiera?

Al parecer, una cosa es ser dueño del propio cuerpo y otra muy distinta es ser dueño de la vida. Hasta el presente la vida humana, en particular, se ha asumido como un don compartido, un don del que todos nos hacemos responsables, por eso acudimos a levantar al que se cae, a socorrer al accidentado, casi sin pensarlo, de manera espontánea. Este cuidado social por la vida se refleja desde luego cuando se trata de proteger a las personas más débiles, por ejemplo, poniendo a salvo primero que a nadie, a los niños, ante una emergencia inesperada.

Este tipo de actitudes inmediatas tienen que ver con un instinto social que nos lleva a proteger la vida humana, desde el momento en que ésta se gesta, de ahí que desde la antigüedad el crimen más abominable era justamente asesinar a las mujeres embarazadas clavándolas con lanzas sobre el vientre, algo que solían practicar tanto las tribus salvajes, como las huestes militares de ejércitos enardecidos por el odio y la venganza. Nadie en ese momento pensaba que con ello lo que mataban era “un producto”, lo que querían asesinar era la vida, como quien arranca una planta apenas germinada para evitar su desarrollo.

El tema nos lleva a pensar en el debatido asunto del aborto, un tema lo bastante serio como para dejarlo en manos de corrientes ideológicas exaltadas de izquierda o de derecha, o como parte de agendas políticas prontas a acceder a lo que sea con tal de obtener votos.

Hombre y mujer son igualmente responsables de la vida que generan o que impiden, pero es un hecho que, hasta el presente, el hombre ha actuado muy constantemente de la manera más arbitraria, despótica e infantil a la hora de asumir las consecuencias de sus actos, abandonando tantas veces a la mujer, muy ufano de su papel de “macho”.

Y, sin embargo, cuando se trata de la vida humana, no son sólo quienes la generan quienes deben hacerse cargo de ella, la vida humana es nuestro mayor patrimonio y lo tenemos en común todos, por lo mismo toca a todos asumir sus retos, y no solamente proclamar obligaciones o libertades sin comprometerse a fondo con las personas concretas.

Pero si el hombre ha sido un frecuente evasor de sus obligaciones, ahora parece que no pocas mujeres pugnan por imitarlo, acudiendo a los recursos más fáciles y simples, tal y como lo han hecho los “machos”, textualmente, desembarazarse del problema en vez de asumirlo con madurez y con responsabilidad. ¿Tan depreciada está la vida de un ser humano, que se le puede tirar por el baño?

 

Publicado en El Informador del domingo 9 de agosto de 2020

Las protestas sociales: un derecho humano

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios
Dra. Lucía Almaraz Cázarez • Docente de Ciencias Sociales y Humanidades UNIVA. Presidenta del Comité de Participación Social (CPS) del Sistema Estatal Anticorrupción del Estado de Jalisco  

Las manifestaciones como hoy las concebimos surgen en Europa en 1850. Las marchas o manifestaciones permitían a la población, no sólo presentar y representar públicamente su diversidad, sino también asignar un lugar a cada grupo.

Se debe destacar que con el derecho a la asociación se concatenan otros derechos como el derecho de petición y la libertad de expresión, el cual es el derecho que tengo a pensar y compartir con otras personas mis ideas, reflexiones y opiniones, es decir, el derecho a razonar y dar a conocer lo que pienso y lo que conozco.

Una protesta es un elemento integrador y esencial del orden democrático, es el núcleo esencial de la democracia que opera como una garantía de derechos. Es un dispositivo de protección y autotutela, entendida como un mecanismo de acción en el que los titulares de un derecho emplean vías directas para su exigencia o defensa, ante la ineficiencia de los mecanismos jurídicos existentes y la indiferencia gubernamental frente a un problema social.

El derecho a la protesta social integra y emplea los derechos constitucionales, de ahí su compleja naturaleza jurídica y su interacción: es un derecho compuesto por otros derechos que sirven de medio para proteger, exigir y hacer vigente algún otro derecho o derechos.

Para que la protesta social cumpla con su objetivo de visibilización ante la sociedad y de reivindicación de otros derechos, uno de los requisitos más importantes es que pueda ser ejercido en un espacio público.

En México la indignación y hartazgo por la inseguridad, violencia y corrupción han llevado en diversas ocasiones a la sociedad a manifestarse para exigir al gobierno en turno un cambio, una transformación social.

La represión, criminalización y judicialización por parte de las autoridades en la protesta social y la libertad de expresión en México está motivada desde esquemas de carácter político-público, incompatibles con los estándares internacionales en la materia e incumpliendo con las obligaciones estatales de proteger, respetar y garantizar los derechos humanos.

Las protestas los días 4, 5 y 6 junio por el caso Giovanni López, que se desarrollaron en Jalisco y que tuvieron réplica en la Ciudad de México, fueron emblemáticas, debido al desarrollo y tratamiento por parte de la autoridad sobre éstas. En cuanto a la violencia que se desplegó por parte de los participantes en estas manifestaciones, puedo concluir comentando que nunca nada se ha logrado por las buenas en materia de derechos humanos.

Época de graduaciones

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Mtra. Laura O. Robles Sahagún · Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Plantel Guadalajara

 

Estos meses de verano han sido históricamente sellados por ser época de graduaciones, de cualquier nivel educativo, incluso para diplomados, cursos cortos y hasta las ya muy comunes de preescolar. Este año, sencillamente se rompió la tradición y no hubo estas ceremonias.

Quienes concluyeron una etapa de preparación no tuvieron acto académico y mucho menos fiesta o viaje de graduación. Se acabó la ilusión muy pronto. Quienes se graduarán en diciembre también tienen dicho temor y surge el cuestionamiento de si alcanzarán a tener o no las ceremonias tradicionales y en efecto, nadie sabe a ciencia cierta lo que pasará.

Por su parte, las escuelas y universidades están haciendo su mejor esfuerzo no solo por cumplir con la obligatoriedad de entregar documentos a sus egresados, sino porque sea de una manera lo más acogedora y festiva posible. Pero dicen los alumnos que nunca será igual.

La familia también es partícipe de esta lamentable circunstancia y tratan, a su forma y posibilidades, de que no pase desapercibido el día y en las redes sociales hemos atestiguado cientos de mini-graduaciones caseras.

Y sí, podría no ser igual porque falta la solemnidad del acto, la vestimenta, el nervio de “no me vaya a caer con la toga”, las porras y gritos de las familias, la pelea por ver cuál cámara queda más cerca del presídium, las últimas fotografías grupales, las lágrimas de despedida, las risas de las anécdotas y los sueños de ser grandes profesionales. Los padres orgullosos, los abuelitos llorando de la felicidad, los hermanos tratando de ser serios; los famosos “foráneos” que llevan a toda la familia y la convivencia se hace de varios días… en fin, miles de anécdotas que se pueden contar.

Los graduados que pasaron por varias generaciones, pero por fin lo lograron; los que se llevan las porras y los vítores por ser los mejores promedios o por destacarse en su desempeño. Los que prefieren la discreción, los que no pueden mantenerse callados ni en esos momentos o los que “sin querer” pasan por un ataque de risa y van contagiando a sus compañeros. Todos ellos serán llamados “la generación sin graduación” y serán el parteaguas porque, de aquí en adelante, los protocolos no podrán ser iguales.

¿Importa el acto académico? ¿Importa la graduación? Por supuesto que sí, para la mayoría sí, porque es el objetivo logrado, la meta que solo ellos saben cómo pudieron pasarla. No podemos menospreciar el sentimiento que embarga a quienes tenían la ilusión de graduar y festejar. Pero también creo que es tiempo de tener la mejor actitud, como aquellos que, desde sus carros adornados con globos y letreros, con la familia completa, vestidos con toga y birrete, recibieron su diploma y hasta el claxon sonaron. Ahora sí que cada quien le pone la actitud al momento que quiere vivir.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 31 de julio de 2020.

 

China

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Durante el siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, el antiguo y célebre imperio chino se vio sometido y colonizado por las potencias occidentales y por Japón, que invadió incluso el norte de China ya en 1934.

Luego de guerras de agresión injustificadas, las potencias occidentales, lideradas por Inglaterra, impusieron al país concesiones de territorios donde pudieran vivir y comerciar a sus anchas y con un mínimo de obligaciones, fue así que surgieron las colonias de Hong Kong, o se fortalecieron las de Cantón y Macao. Dentro de las políticas perversas de Inglaterra para degradar y someter a China destaca la introducción y promoción del consumo de opio que produjo una verdadera catástrofe social.

Esta constante injerencia occidental fue minando las estructuras del imperio, hasta su final colapso, en 1911, siempre auspiciado desde el trasfondo por los países colonizadores. A partir de ese año inicia una seria inestabilidad política y de guerras civiles, que siempre los occidentales supieron manejar en provecho propio. La invasión japonesa y la lucha interna entre nacionalistas y comunistas fueron el escenario previo a la Segunda Guerra Mundial, que trajo para los líderes chinos la oportunidad de sacudirse el yugo extranjero, particularmente con el triunfo de Mao; es evidente que el triunfo de su contrincante, el nacionalista Chiang Kai-shek, habría supuesto la continuidad de la sumisión china a occidente, ya que este líder estaba apoyado en todos los sentidos por Estados Unidos.

Mao gobernó China desde 1949 hasta 1976, pero ya en sus últimos años eligió a las personas adecuadas para que llevaran al país hacia una nueva época, entre éstas, al padre del actual presidente Xi Jing Pin, quien en su momento fue el autor de la nueva política económica China, y por lo mismo uno de los principales responsables del actual poderío de este país al que con toda justicia llaman el gigante asiático.

Bajo la dirección del segundo sucesor de Mao, Den Xiao Ping, China introdujo el doble sistema económica y creció con base a cuatro prioridades: modernizar la industria, la agricultura, la ciencia y el ejército. Algunos autores chinos insistían en un quinto elemento, la democracia, pero hasta ahora ésta ha tenido muy pocos avances, lo cual a la población china no parece importarle cuando sopesan los increíbles logros que el país ha tenido en todos los campos durante los últimos cuarenta años.

Este extraordinario y exitoso desarrollo ha inquietado a las potencias occidentales, particularmente a Estados Unidos, que al igual que en el pasado ha desatado una guerra sucia, perversa e injusta contra China, contraviniendo las propias reglas establecidas a propósito del libre mercado y la globalización.

Parte de esta guerra ha sido sembrar la desinformación, acusar a China de lo mismo que Estados Unidos hace, como es el espionaje a través de las redes sociales, o mantener canales como “China en foco” dedicados exclusivamente a desprestigiar a este singular país.

¿Por qué es tan importante tener una microbiota intestinal saludable?

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Karen Guadalupe Medina Ochoa · Pasante de la Licenciatura en Nutrición

 

Tener una salud óptima y disfrutar del bienestar es el objetivo de muchas personas para tener una buena calidad de vida. El comer de manera saludable, realizar ejercicio y cultivar nuestro estado emocional son algunas de las claves para mantenerse sano. En este sentido, es muy importante mantener las defensas altas frente amenazas de bacterias, virus o enfermedades. ¿Y cómo se puede lograr esto? Ayudando al buen funcionamiento del sistema digestivo e impulsando la producción de vitaminas y absorción de minerales por el organismo. Es decir, cuidando de nuestra microbiota intestinal, ya que tiene un papel fundamental en nuestro estado de salud.

Para hablar sobre la importancia de la microbiota intestinal o flora, debemos saber que ésta es el conjunto de bacterias que viven en nuestro tracto digestivo, las cuales tienen una función vital para el ser humano. La gran mayoría de éstas no son dañinas para la salud, y muchas beneficiosas; gracias a estas bacterias podemos digerir y asimilar los alimentos que comemos. Y su importancia es única para cada persona, pues estriba en qué tanto sus genes como sus actividades biológicas pueden contribuir a la salud o al desarrollo de enfermedades.

¿Y qué altera nuestra microbiota? Bueno existen situaciones que pueden desequilibrar nuestra microbiota y por lo tanto provocar alteraciones en nuestra salud como: edad avanzada, fundamentalmente a partir de los 60 años, hay un descenso del número de bacterias beneficiosas. Infecciones: de origen vírico y/o bacteriano. Antibióticos: también disminuyen el número de bacterias beneficiosas de nuestra flora. Hábitos pocos saludables: (sedentarismo, malos hábitos alimenticios, insomnio, tabaco, alcohol, estrés, contaminación, etc.). Y algunas enfermedades como colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, etc.

Entonces para mejorar y ayudar a nuestra microbiota podemos hacer lo siguiente: una alimentación adecuada y un estilo de vida saludable, la incorporación de probióticos y prebióticos en nuestros hábitos, esta es una medida de prevención que ayuda a mejorar, restaurar y mantener la composición de la microbiota. Una buena hidratación, actividad física regular, dormir y evitar todos los tóxicos conocidos (el alcohol, tabaco) y evitar estrés.

En fin, manteniendo un equilibrio y siguiendo las recomendaciones podremos prevenir enfermedades y vivir sanamente. Recuerden que comer es una necesidad, pero comer de forma inteligente es un arte.

 

Hoy te cambio las noticias por una caricatura

Por Tendencias, Voces UNIVA Sin comentarios

José Daniel Meza Real · Coordinador de Calidad Académica UNIVA Plantel Guadalajara

 

Carlitos está sentado frente al televisor, ha sido una mañana lluviosa y está tan atento a las caricaturas, que ni siquiera ha tocado el tazón de cereal, que a cada minuto que pasa va perdiendo su consistencia original.

Hace 4 meses que Carlitos no sale de su casa, pero está feliz porque llegaron las vacaciones y por fin podrá disfrutar de sus caricaturas sin que lo estén llamando para sentarse durante largas horas frente a un monitor, solo para ver a su maestra hablar de cosas que no entiende mientras su mamá se dedica a las labores del hogar o se sienta junto a él a trabajar en su propio monitor, absorta del mundo o por lo menos de la realidad dentro de estas 4 paredes.

Hoy veo a Carlitos y sus sonoras carcajadas me invitan a sentarme junto a él para compartir esa caricatura. Cuando menos lo pienso me doy cuenta de que sin planearlo tengo una sonrisa dibujada en mi rostro, el cansancio desaparece y solo por unos momentos siento como recupero un poco de esa vitalidad que la catástrofe mundial me ha ido arrebatando cada día.

Entonces pienso de nuevo en Carlitos, ¿acaso está en mayor riesgo por estar sentado riéndose de una caricatura? No tiene ni la menor idea de lo que significa “el pico de la pandemia”, no conoce ni entiende sobre la cantidad de personas infectadas o que han muerto, solo sabe, por lo que le dijo su maestra, que no puede salir a jugar con sus amigos de la cuadra porque hay un bichito en las calles que lo puede hacer sentir enfermo pero esto no lo pone en mayor o menor riesgo.

Quizá seré criticado por pensarlo pero ¿y si por un momento fuéramos como Carlitos? Si tan solo por un día cambiáramos las noticias y los datos perturbadores por una caricatura, si apagáramos la radio para escuchar un disco de Billie Holliday o hasta de Bad Bunny (aprovechando su reconocimiento como autor) o si dejáramos el periódico para leer una emocionante novela de Irving Wallace, Dan Brown o John Katzenbach, una romántica de Mario Benedetti o una profunda de Saramago.

Es cierto, la información empodera y nos puede salvar, reconozco la importancia de saber que sucede en nuestro mundo para protegernos y cuidar a los que amamos; pero hace 4 meses que vivimos encerrados y aún en la seguridad de los muros que nos aíslan sentimos un temor avasallante por ese monstruo que ronda las calles y que no vemos a simple vista, solo sabemos que se esconde en un saludo, en una fila del mercado o hasta en una simple bolsa de alimentos entregada de mano a mano.

Estamos en casa protegidos físicamente pero ese monstruo está entrando a nuestras cabezas y nos mantiene en un estado constante de ansiedad, de miedo e incertidumbre. No sabemos de datos científicos, si habrá cura, si la economía podrá soportarlo, si podremos ver de nuevo a la gente que queremos pero reconocemos el temor y la frustración en nuestro pecho cada que encendemos el celular o la televisión y nos atiborramos de noticias, en general pesimistas, sobre el peor año que se ha vivido en la época moderna.

Y un día después de 4 meses nos damos cuenta de que estamos agotados y no del encierro, al que cada día nos vamos acostumbrando, sino de tener miedo, de vivir asustados, estresados e impotentes ante una situación en la que muy poco podemos aportar para solucionar.

¿Seguiré viendo la información sobre la pandemia? Claro que sí, como ciudadano del mundo es mi responsabilidad estar informado para cuidar de mí y de los que estén a mí alrededor. Sin embargo, hoy y quizá mañana por unas horas seré como Carlitos, apagaré las noticias, cerraré Facebook, Twitter y otras redes; quizá disfrute de un buen libro, quizá vea una película que me haga reír o enamorarme, quizá solo concentre mi atención de manera absoluta en el trabajo o ¿por qué no? quizá me voy a sentar a ver una caricatura para reírme mientras mi tazón de cereal pierde su consistencia, a fin de cuentas, igual que a Carlitos eso me puede regresar un poco la felicidad sin que aumente o disminuya el riesgo.

Confinamiento: ¿Físico o psicológico?

Por Líderes Universitarios, Voces UNIVA Sin comentarios

Braulio Alejandro Bazán Delgado · Pasante de la Licenciatura en Psicología

 

En tiempos de pandemia, como en verdad, en cualquier tiempo de crisis, se abre ante nuestros ojos la paleta de colores del homo sapiens. De repente es muy clara la predominancia del instinto de supervivencia, y todos lo sabemos: no compartimos el destino del homo neanderthalensis porque nos encefalizamos primero; nuestra supervivencia siempre ha ido de la mano de nuestra inteligencia. Hoy más que nunca, cuando somos nuestros propios depredadores y la sociedad recae en información que pocas veces llega a ser conocimiento.

A estas alturas seguramente estás, igual que yo, pensando: ¿para dónde me hago? Hacia la izquierda, me pongo a quemar antenas de 5g, velo por la inmunidad colectiva (pues fallecen muy pocos infectados) y no acato a todo lo que se me pide porque el coronavirus es una herramienta de opresión: sale más caro acatar que enfermarse. O hacia la derecha, donde básicamente defiendo que hay que acatar las normas y tomar el ejemplo de los países que mejor están, porque el coronavirus no sólo es una amenaza, es un verdadero peligro que además en muchas partes del mundo apenas está en etapa crítica, sumado a los beneficios ecológicos.

Quizás, igual que yo, paralelo a tu confusión política tienes una confusión existencial, también se puede resumir en: ¿para dónde me hago? ¿Cómo puedo asegurar mi vida económica con tantos cambios? ¿Es mejor todo online? ¿Qué hago ahora que suena tonto decir “no tengo tiempo para seguir mis pasiones”? ¿Qué pasará cuando me harte de distraerme a todo coste y tenga que enfrentarme a mí mismo y a los que me rodean, vis a vis? “Tan valioso que es el tiempo, tan penoso que no sepa qué hacer con él”, quizás, como yo, reflexionaste.

Quizás fuiste alguno de los muchos afectados directamente por el coronavirus –puede incluso que tome o amenace con tomar la vida de tus seres queridos, o tu propia vida- y entiendes todo esto de una manera mucho menos superficial, en verdad, llevas todo este peso sobre tu vientre, tu corazón afligido.

Cualquiera que sea tu caso, con mucha empatía te comparto mi conclusión: Da igual el porqué. Qué más da si las cosas pasan por esto o por aquello, por los chinos, los gringos, o el azar, lo verdaderamente importante es: ¿Para qué? Eso, como yo, sólo lo puedes contestar tú.

¿Qué sentido tiene para ti la pandemia?

De nuevo China

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Desde los tiempos más remotos, los pueblos occidentales se han sentido atraídos por una civilización situada allá, donde nace el sol. A esa región le llamaron el extremo oriente, y en torno a ella tejieron innumerables leyendas, destacando aquellas que hablaban de su infinita riqueza. Pero nunca fue fácil, en aquellos tiempos, llegar a ella.

China está naturalmente protegida por tres murallas naturales y una artificial. Al oeste la protege el inmenso desierto de Gobi y el desierto de Taklamakan, que en conjunto constituyen un área de 1,565,000 kilómetros cuadrados, al sur la imponente cordillera del Himalaya, con 2,400 kilómetros de extensión y las 100 cumbres más altas del mundo, al este se encuentra el Océano Pacífico y al norte la gran muralla de más de cinco mil kilómetros de longitud. Es la segunda civilización viva más antigua del mundo, después de la India. Los romanos tuvieron noticia de China desde antes de Cristo, y codiciaban su seda con la cual comerciaban denotando desde entonces la importancia de China en el campo del comercio.

Durante la Edad Media el comercio entre China y Europa se mantuvo vivo y constante, y pronto mercaderes europeos lograron llegar hasta ese remoto imperio trayendo a Europa abundantes noticias sobre la riqueza proverbial de lo que llamaban Sipan.

Estas noticias incluían informes sobre prodigiosos inventos que muchos europeos creyeron imaginarios, como la imprenta, el papel, los sismógrafos, la pólvora, las armas de fuego, la brújula, el timón, el compás, el horno industrial, y muchas cosas desconocidas en el occidente.

A fines del siglo XVI China se convirtió en uno de los principales compradores de la plata americana, con lo cual comenzó un comercio global de gran escala.

Con apego a estrictas normas China se abrió a este comercio estableciendo zonas de Mercado en Cantón y Macao, inicialmente con España y Portugal. Pronto Inglaterra quiso beneficiarse también de este gran mercado, apareciendo por primera vez en el cielo del oriente el fatídico emblema anglosajón que tantos crímenes habrá de perpetrar en el futuro contra esta importante civilización.

En efecto, ya desde mediados del siglo XVIII los ingleses impusieron su presencia en el oriente e incluso pretendieron romper las reglas establecidas por el gobierno chino, sin otro resultado que un castigo ejemplar para los infractores. Desde luego los ingleses no se rindieron, iniciando una lucha deshonesta, desleal y permanente que al final buscaba no sólo comerciar en condiciones desiguales favorables para Inglaterra, sino someter y colonizar a China. Durante todo el siglo XIX la política inglesa en China buscará por todos los medios socavar las estructuras del poder imperial, corromper a los funcionarios y degradar a la misma sociedad, todo en aras de obtener mayores beneficios de un imperio colosal.

El lenguaje privado de la psicología

Por Líderes de Opinión, Voces UNIVA Sin comentarios

Mtra. Jazmín Velasco Casas · Docente de UNIVA Online y UNIVA Plantel Guadalajara

 

En la introducción al Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein, Russell señala que hay varios problemas en torno al lenguaje: el primero, de índole psicológico, consiste en describir lo que sucede en nuestras mentes cuando usamos el lenguaje con la intención de querer decir algo por medio de él; el segundo, que es epistemológico, estriba en determinar la relación que existe entre pensamientos, palabras u oraciones y aquello a lo que se refieren o significan; en tercer lugar el semántico, que se preocupa de usar oraciones, de manera que se transmita verdad antes que falsedad y, por último, el lógico, que revisa la relación que debe mantener un hecho con otro para que sea susceptible de ser símbolo para ese otro. Demarcando estos problemas, Wittgenstein afirma que si la filosofía tiene un propósito es la aclaración lógica del pensamiento, delimitar lo pensable y con ello lo impensable y, entre varios conocimientos en los que fundamenta su crítica, la psicología es uno de los principales.

En Las investigaciones filosóficas la psicología es catalogada como una disciplina estéril y confusa en la que existen métodos experimentales que desde su génesis aspiran a ser análogos a la física apegándose a un método científico que hace suponer que los problemas pueden ser resueltos generando teorías y leyes, cuando en realidad problemas y métodos van en caminos que nunca se encuentran, y si bien hay muchas teorías, no se han podido establecer leyes, por ejemplo para el alma, el inconsciente, la inteligencia o cualquier otra súper categoría que por fin revele la mecánica del alma.

Wittgenstein conoció a profundidad el psicoanálisis y advirtió que lo que Freud afirma sobre el inconsciente suena a ciencia, pero propiamente no es más que un medio de representación que no ofrece causas ni pruebas de la corrección de un determinado tipo de análisis. Lo único que ofrece son especulaciones, sí ingeniosas, pero oscuras conceptual y epistemológicamente.

A más de medio siglo de estas críticas, teóricos como David Chalmers y Mark Solms continúan la búsqueda de esa ley o principio último que explique la esencia de la mente. No obstante, Wittgenstein sigue teniendo potencia entre los que nos dedicamos a estas disciplinas para recordarnos que los hombres tenemos la capacidad de construirnos lenguajes que permiten expresar cualquier sentido sin tener ninguna idea de cómo y qué significa cada palabra; es decir, el lenguaje disfraza el pensamiento, y muchas de las proposiciones que constituyen las teorías psicológicas no son sino falsas o sinsentidos que no retratan la realidad y no alteran el armazón general del mundo.

Si bien la lógica permea el mundo de las ciencias duras, se debe considerar que la lógica también es un lenguaje creado y a la vez es un límite, pero éste ha sido el único estrictamente correcto de las proposiciones científicas.

La invitación que nos hace Wittgenstein es la de estudiar nuestro sentir de ese abismo insuperable entre la conciencia y los procesos en el cerebro identificando las proposiciones metafísicas y oscuras que carecen por completo de referencia y comprobación, así como a aprender a sortear las teorías psicológicas bajo innumerables juegos lingüísticos ideales que han constituido sus propias reglas y adiestrado la comprensión, pero que muchas de estas envejecerán, se olvidarán y seguirán naciendo.