Braulio Alejandro Bazán Delgado · Pasante de la Licenciatura en Psicología
En tiempos de pandemia, como en verdad, en cualquier tiempo de crisis, se abre ante nuestros ojos la paleta de colores del homo sapiens. De repente es muy clara la predominancia del instinto de supervivencia, y todos lo sabemos: no compartimos el destino del homo neanderthalensis porque nos encefalizamos primero; nuestra supervivencia siempre ha ido de la mano de nuestra inteligencia. Hoy más que nunca, cuando somos nuestros propios depredadores y la sociedad recae en información que pocas veces llega a ser conocimiento.
A estas alturas seguramente estás, igual que yo, pensando: ¿para dónde me hago? Hacia la izquierda, me pongo a quemar antenas de 5g, velo por la inmunidad colectiva (pues fallecen muy pocos infectados) y no acato a todo lo que se me pide porque el coronavirus es una herramienta de opresión: sale más caro acatar que enfermarse. O hacia la derecha, donde básicamente defiendo que hay que acatar las normas y tomar el ejemplo de los países que mejor están, porque el coronavirus no sólo es una amenaza, es un verdadero peligro que además en muchas partes del mundo apenas está en etapa crítica, sumado a los beneficios ecológicos.
Quizás, igual que yo, paralelo a tu confusión política tienes una confusión existencial, también se puede resumir en: ¿para dónde me hago? ¿Cómo puedo asegurar mi vida económica con tantos cambios? ¿Es mejor todo online? ¿Qué hago ahora que suena tonto decir “no tengo tiempo para seguir mis pasiones”? ¿Qué pasará cuando me harte de distraerme a todo coste y tenga que enfrentarme a mí mismo y a los que me rodean, vis a vis? “Tan valioso que es el tiempo, tan penoso que no sepa qué hacer con él”, quizás, como yo, reflexionaste.
Quizás fuiste alguno de los muchos afectados directamente por el coronavirus –puede incluso que tome o amenace con tomar la vida de tus seres queridos, o tu propia vida- y entiendes todo esto de una manera mucho menos superficial, en verdad, llevas todo este peso sobre tu vientre, tu corazón afligido.
Cualquiera que sea tu caso, con mucha empatía te comparto mi conclusión: Da igual el porqué. Qué más da si las cosas pasan por esto o por aquello, por los chinos, los gringos, o el azar, lo verdaderamente importante es: ¿Para qué? Eso, como yo, sólo lo puedes contestar tú.
¿Qué sentido tiene para ti la pandemia?