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Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA

 

¿Has hecho las cosas bien? ¿Te las han reconocido? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué has obtenido de eso? ¿Sucede lo mismo en el ámbito personal que en el laboral?

Una vez que uno se cuestiona sobre lo que ha hecho o no en la vida, a través de una evaluación consciente e íntima de los logros profesionales, estudiantiles e incluso en lo familiar o personal, vienen a la mente esos premios recibidos, las felicitaciones, las medallas o diplomas, que después, si bien les va, archivamos y volvemos a sacar cuando hay que presentar la reseña curricular con evidencias.

Si eso es en lo personal, ¿qué será del reconocimiento que los demás hacen acerca de nuestros logros?

De acuerdo a la Pirámide de necesidades de Maslow, el cuarto nivel corresponde a las necesidades de reconocimiento. Esas necesidades, también son llamadas de estima porque son las que hacen que nuestra autoestima aumente, aportan seguridad en nosotros mismos y llegan a eliminar el sentimiento de inferioridad. Nos permiten tener esa sensación de éxito.

Todos necesitamos reconocimiento, más allá del ego. Lo recibimos desde el primer círculo social al que pertenecemos: la familia. Después lo obtenemos en las relaciones sociales. Pero desde las etapas más tempranas del individuo, se requiere del respeto y del cariño de los demás para crecer, identificando las virtudes y las capacidades para avanzar y conseguir cosas.

Es ahí donde empezamos a obtener mejores calificaciones, a aparecer en el cuadro de honor, a recibir diplomas. Más allá de las aulas accedemos a buenos trabajos, ascensos, bonos y así nos sentimos seguros de nosotros mismos y nos esforzamos hasta que llega el día en que viene alguien más y ya no recibimos tanto reconocimientos ni alabanzas a lo que hacemos. Llega el declive profesional y traspasa hasta lo personal. Hay quienes no soportan este abandono emocional y llegan a padecimientos psicosociales.

Los compañeros de escuela, de trabajo, los socios, quienes recibieron beneficios o aprovecharon cierta posición, no se vuelven a acordar siquiera del nombre de ese alguien a quien en su momento se le aplaudió, de quien hizo obras benéficas o contribuyó con los demás. Ingrata memoria, ahora es cuando desaparece.

Pareciera que los logros son temporales y siempre hay que estarlos teniendo para que el reconocimiento se siga dando, pero el cuerpo y la mente no siempre resisten tanta presión. Llegará el día en que no podremos dar más, aunque queramos hacerlo. Llegará el día en que la vida misma haga a un lado lo realizado, solo el agradecimiento y el cariño de otras personas, hará que los logros persistan en la memoria.

Esto es en honor de todos aquellos que han perdido la batalla de la vida; a todos aquellos a quienes no se les ha hecho justicia al reconocer sus logros; a quienes el tiempo no les ha alcanzado para ser reconocidos y para aquellos a quienes la ingrata memoria los ha alcanzado.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 19 de febrero 2021.

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