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Sobre racismo, inclusión y los males del cine

José Alejandro Domínguez Islas • Alumni Bachillerato UNIVA

 

Desde hace un par de años, el mundo del cine y la televisión ha tenido una evolución abismal en la visión incluyente que sus películas y series proyectan sobre el mundo. Aunque para muchos, estos medios son sólo un entretenimiento o escape, la realidad es que las obras de ficción normalmente son un reflejo de nuestro presente, al cual queremos seguir visualizando de la manera más cómoda y menos problemática que se pueda, aunque eso implique vivir en una burbuja, cegándonos ante los males de la industria y, por ende, de los males del mundo. Más que profundizar en un solo caso, es importante reflexionar sobre varios de los comentarios y posturas que se producen a raíz de las historias que vemos en pantalla, y fuera de ella.

“Tinkerbell y la Sirenita no pueden ser negras, tienen que respetar el concepto original del personaje, en ese caso también está bien un Black Panther y Pocahontas blancos”.

No. Primero, tenemos que remontarnos a la creación de estos personajes y el porqué de su físico. Por un lado, tenemos al rey de Wakanda, una región en el continente africano donde sabemos que la piel negra predomina. Su color, en conjunto con las características culturales, forman parte del propio diseño del personaje, mismo que representa fielmente a millones de lectores de cómics que no habían tenido un modelo a seguir tan cercano, en comparación con héroes más populares como Superman, Batman, Spider-man, Iron Man, Capitán América, Flash, Linterna Verde o Thor; con quienes notamos como la balanza se inclina por mucho, a la idea del hombre blanco como protagonista de las viñetas.

Por otro lado, tenemos a la protagonista de Pocahontas (1995), la segunda princesa no blanca de Disney después de Jazmín en Aladdin (1992). Como recordaremos del clásico animado, la historia de una nativa americana enamorándose de un inglés depende totalmente del físico de ella, no podría haber una protagonista rubia, pelirroja, asiática o latina, dado que la propia trama lo impediría al momento de diseñar el personaje o elegir a una actriz para un live action. Mismo caso para Mulán, Moana o Mérida, sus diseños están fielmente representados por la cultura de la que provienen, por lo que es claro que no podrían ser alteradas físicamente.

Sin embargo, en el caso de Tinkerbell en Peter Pan (1949) o Ariel de La Sirenita (1989), son criaturas ficticias que no dependen de rasgos físicos determinados. Es un hada y una sirena que fueron concebidas como blancas, básicamente, porque era lo convencional de aquellas épocas, no hay más. No hay un solo elemento de las representaciones que Disney hizo para que en futuras adaptaciones tenga que mantenerse fiel a la estética del hada rubia y la sirena pelirroja. Incluso hemos visto otras versiones de los personajes, como Julia Roberts en Hook (1991) con un cabello rojizo, o Loreto Peralta siendo una rubia sirena en La Sirenita (2018), sin embargo, nadie pareció tener queja alguna sobre estos cambios. Ante ambos casos recientes, un cambio era incluso necesario para renovar la idea anticuada de que los protagonistas de estas historias debían ser blancos, y a pesar de que no apruebo la idea de la elaboración de remakes sobre los clásicos animados de la compañía, al menos es grato saber que hay una generación que crecerá viendo personajes con los que se puedan sentir más representados. Queda esperar que sean sobre todas las cosas, buenas películas, algo que puede resultar desafiante tomando en cuenta los resultados que Disney ha presentado, pero es una discusión muy distinta a la representación de minorías en pantalla.

“Las reglas de inclusión del premio Oscar harán que, en vez de premiar a las buenas películas, gane la que sea más políticamente correcta”

Hay demasiada desinformación respecto a este tema que me gustaría aclarar. La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas reveló a inicios de septiembre, los nuevos requerimientos que se pedirán a las cintas que quieran ser consideradas para la estatuilla a mejor película del premio Oscar a partir del 2024. Para ser nominadas, las producciones deben tener al menos dos de las siguientes cuatro nuevas reglas:

 

  1. Representación en pantalla, temas o narrativas: Películas nominadas, incluso ganadoras, como Parasite (2019), Little Woman (2019), Marriage Story (2019), BlacKkKlansman (2018), Roma (2018), Black Panther (2018), The Favourite (2018), A Star is Born (2018), Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2017) The Shape of Water (2017), Get Out (2017), Lady Bird (2017), Call Me by Your Name (2017), Arrival (2016), Hidden Figures (2016), Moonlight (2016), La La Land (2016) Fences (2016), y Lion (2016); han abarcado esta categoría perfectamente, ya sea por tener de protagonistas a mujeres, afroamericanos, asiáticos, latinos, personas de la comunidad sorda y LGBTQ+, o por abordar temas relevantes de los mismos grupos. La gran mayoría han sido bien recibidas por la crítica y la audiencia, me es raro pensar como este requerimiento podría afectar a que no se premie el “verdadero arte” del que muchos se han quejado en redes sociales.

 

  1. Liderazgo creativo y jefes de departamentos: Siguiendo con la misma línea, al menos dos personas de las distintas áreas de la producción (director, guionista, productor, editor, maquillista, fotógrafo, etc.) tendrían que ser pertenecientes a las minorías mencionadas. Además, se espera lo mismo con el crew, asistentes, gaffer, supervisor de guion, etc. Otro requisito bastante sencillo considerando que hoy en día, es más común ver una diversidad presente liderando distintos departamentos en la realización de las películas.

 

 

  1. Acceso a la industria y oportunidades: Las productoras y distribuidoras habrán pagado a internos y pasantes pertenecientes a los grupos no representados y antes mencionados. Esto abriría el panorama para toda clase de persona interesada en generar experiencia y práctica en la industria del cine, tomando como prioridad en estas reglas a mujeres, afroamericanos, latinos, personas con alguna discapacidad física o cognitiva, entre otras minorías que anteriormente, no tenían la misma oportunidad.

 

  1. Representación en marketing, publicidad y distribución: Creo que se explica por sí solo, pero pondré un ejemplo de cómo algo tan simple puede olvidarse. Cuando revelaron el poster oficial de Avengers: Endgame (2019), Marvel cometió un terrible error ante una de las actrices de la película; mientras que todos los superhéroes aparecían con el nombre del actor y actriz que les daba vida, el personaje de Okoye era el único que, si bien tenía presencia visual, el nombre de la actriz, Danai Gurira, había sido olvidado. Añadieron el nombre de Bradley Cooper y Josh Brolin que dan voces a Rocket Racoon y Thanos respectivamente, pero olvidaron a la actriz de ascendencia africana en el poster oficial de la hoy película más taquillera del mundo. Afortunadamente, la presión social generada en Twitter hizo que se modificara a tiempo para el estreno, pero es una tragedia que al día de hoy ocurran estos descuidos en la publicidad de distintas cintas.

 

Con dos de estos cuatro requisitos, cualquier película puede ser contendiente para el galardón, y siendo realistas, los más sencillos y accesibles son el segundo y tercero, por lo que, si esas reglas hubieran sido aplicadas este año, cintas como Once Upon a Time in Hollywood (2019), The Irishman (2019) o Joker (2019), igual podrían tener la posibilidad de entrar en la lista a pesar de no tratar con temas de minorías o tener un cast diverso. El tiempo dirá que tan efectiva fue esta idea, a simple vista es algo que ya se venía implementando durante los últimos años, por lo que el escándalo que se provocó pensando que ahora todas las películas tendrían que ser “políticamente correctas”, pareciera ser solo una mala interpretación de la información, cuando la realidad nos ha mostrado que es algo que ya se ha estado haciendo en cierta medida y que vivir en un mundo más justo y equitativo, no solamente es dar presencia a las minorías frente a la cámara, ya que la importancia debe darse entre todos y todas quienes también están detrás de ella.

“Ay se ve muy prieta” Fue lo que probablemente dijo el que editó la foto de Yalitza Aparicio para la revista mexicana ¡Hola! en una edición de febrero de 2019. En aquel momento, la película Roma (2018) de Alfonso Cuarón estaba arrasando en distintos círculos de premios, y ni hablar de su protagonista, la cual se había convertido en la primera mujer indígena nominada a un Oscar. La famosa revista no pudo dejar pasar la oportunidad para tener una entrevista y una sesión de fotos con ella. ¿Qué es lo que salió mal? Al momento de revelar la portada, se veía claramente más que un retoque; la fotografía tenía un blanqueamiento en la piel de la actriz. Resulta increíble como muchas revistas internacionales que, de igual manera tuvieron sesiones con la nominada, en ningún momento tuvieron que recurrir a alterar el físico como se hizo en México, al contrario, se notaba que empoderaban su color de piel.

Y si creíamos que solo pasaría con ella, estábamos equivocados; en julio de 2020 la revista BadHombre retrató al actor de Ya No Estoy Aquí (2020), Juan Daniel García Treviño, con un blanqueamiento muy notable. ¿Qué tan clasista debe ser un país para que dos de sus revistas oculten la piel morena de sus modelos mientras en el cine y los medios internacionales se empodera y refleja con naturalidad como son?

A partir de estos tres casos podemos deducir el problema que arrastra el mundo del cine desde su concepción: sistemáticamente, la idea del hombre blanco ha dominado la industria.

Desde la representación en pantalla, las películas premiadas y la manera en que son reflejadas ciertas minorías, se ha estructurado durante décadas, que el protagonismo sea de un grupo en específico. Para lograr una sociedad más justa y equitativa, no es necesario derrocar toda película que no hable sobre minorías o los tenga de protagonistas, es entendible que hay muchas historias en que su fin no es este, pero es vital entender que estos grupos estaban ante una desventaja social, mientras que otros, siempre han tenido al sistema jugando a su favor. No se puede seguir permitiendo. Tenemos que continuar abriendo la discusión y eliminando del pensamiento a la figura blanca como única protagonista de la industria, es de suma importancia promover la diversidad y representación mediática. De lo contrario, estaríamos repitiendo los mismos errores del pasado, en los que una sola visión, ha permitido que los males del cine, sigan reflejándose en los males del mundo.

 

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