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Líderes de opinión

La Medicina en la Filatelia: La Cruz Roja Mexicana, sus primeros 110 años

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Dr. Enrique Fernández Valadez, Profesor de Cardiología • Ciencias de la Salud plantel UNIVA Guadalajara

 

Porfirio Díaz, presidente de México promulgó, el día 21 de febrero de 1910, el decreto número 401 por medio del cual se reconocía de manera oficial a la Cruz Roja Mexicana. El primer lugar donde estuvieron las instalaciones de la Cruz Roja fue en la calle de Rosales N.° 20 en el centro de la Ciudad de México y su historia está ligada de manera inseparable con la historia de la Cruz Roja Internacional.

Es necesario y de la más elemental justicia mencionar a Henry Dunant (Ginebra, Suiza 8 de mayo de 1828 – 29 de octubre de 1909) un comerciante suizo que casualmente le tocó ver el 24 de junio de 1859 a miles de heridos en la batalla de Solferino en el norte de Italia, entre los ejércitos de Francia y Austria, lo cual le causó una fuerte impresión al ver que muchos heridos morían sin que se les prestara ayuda, por lo cual convenció a la gente de los pueblos vecinos para atender a los heridos en un hospital improvisado en la iglesia del poblado, sin importar el bando al que pertenecieran. Años después escribiría en un libro, Recuerdos de Solferino, “¿no se podrían fundar sociedades voluntarias de socorro cuya finalidad sea prestar o hacer que se preste asistencia a los heridos en tiempo de guerra? ¿No será necesario en primer lugar, que esta idea, polarice la atención y gane las simpatías de todos los que tienen un alma noble y un corazón capaz de conmoverse por los sufrimientos del prójimo?”. Y sin más dilación se dio a la tarea de hacer varias y diferentes gestiones para lograr al fin en las conferencias que tuvieron lugar en Ginebra, Suiza, los días del 26 al 29 de octubre del año de 1863 la fundación de lo que sería el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) con la adhesión de cinco países fundadores: Inglaterra, Austria, Francia, Alemania y España. Como es fácil suponer no fue fácil el arranque de las negociaciones pero rindió sus frutos y se establecieron las normas de operación, en primer lugar el emblema distintivo que es una Cruz Roja sobre un fondo blanco, es decir, la bandera de Suiza pero con los colores invertidos, a manera de tributo al país de su fundador. Y se convirtió en un signo protector ya que se acordó unánimemente respetar a los médicos, personal de enfermería, vehículos de transporte y hospitales, puesto que se trataba de un organismo neutral e independiente de socorro. Los principios fundamentales que garantizan la operatividad de la labor humanitaria de la Cruz roja son: a) Humanidad, b) Imparcialidad, c) Neutralidad, d) Independencia, e) Voluntariado, f) Unidad y g) Universalidad.

En lo que respecta a México, el año de 1898 el presidente Porfirio Díaz recibió una solicitud de la Cruz Roja Española acerca de los servicios de ambulancias existentes en el país y su relación con la Unidad Sanitaria del Ejército Mexicano en caso de conflicto armado; por lo que Don Porfirio Díaz encargó al Dr. Fernando López y Sánchez Román, entonces director del Hospital Militar, realizar un estudio para dar respuesta a la solicitud enviada; el estudio fue mandado a España, sin embargo pasaron varios años sin que se le diera importancia en nuestro país a las sugerencias del Dr. Fernando López. Pero fue necesario que su esposa, la Sr. Luz González Cosío de López retomara el proyecto del establecimiento de una Cruz Roja en México con entusiasmo, perseverancia y determinación, de tal suerte que sostuvo varias entrevistas con el general Porfirio Díaz sin un resultado favorable, principalmente por cuestiones económicas. Fue hasta el año de 1907 en que el general Díaz aceptó la propuesta de la Sra. Cosío de López y giró órdenes a la Secretaría de Hacienda para que se designara una partida presupuestal anual de $15,000.00 para los trabajos iniciales de la institución. En agosto de 1907 México se adhirió al Convenio de Ginebra de 1864 para Aliviar la Suerte de los Heridos y Enfermos de los Ejércitos en Campaña y dos años más tarde, en julio de 1909 fue nombrado el general Manuel Mondragón presidente de la Mesa Directiva Provisional de la Cruz Roja Mexicana, con trabajos más formales y definitivos para su creación.

Uno de los eventos que casualmente precipitó o detonó la fundación de la Cruz Roja fue una tromba que cayó los días 26 y 27 de agosto de 1909 en Monterrey, N.L. El río Santa Catarina se desbordó arrasando con todo lo que encontró a su paso causando pérdidas incalculables. El general Porfirio Díaz citó a su despacho a los esposos López y les mencionó: “Fernando las ocasiones se aprovechan y no tienen ustedes ninguna mejor para dar a conocer la Cruz Roja, que ésta que se ha presentado”.

Seis meses después, el día 21 de febrero de 1910 se fundó lo que entonces era la Asociación Mexicana de la Cruz Roja ya que el general Porfirio Díaz promulgó el decreto por medio del cual se creó oficialmente la Cruz Roja Mexicana a instancias de la Sra. Luz González Cosío de López. Por esta razón el 21 de febrero se celebra su aniversario y la Sra. Luz González Cosío de López es considerada con justa razón como la fundadora de la Cruz Roja Mexicana. El nacimiento de la Cruz Roja Mexicana coincide con el de la Revolución Mexicana prácticamente. La institución forma parte de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.

Correos de México emitió el día 21 de febrero de 2010 una estampilla postal con valor facial de $10.50 conmemorativa del centenario de la fundación de la Cruz Roja Mexicana, con diseño de Vivek Luis Martínez Avín, la cual tiene la fotografía de la Sra. Luz González Cosío de López y la leyenda “Cruz Roja Mexicana 100 Años Gracias a ti”. Se muestra media planilla con 10 estampillas y en medio de ellas un gutter (canal) que muestra en el lado izquierdo una de las primeras ambulancias con las que se empezó a brindar atención a urgencias. También aparece el local donde se construyó el “Nuevo Hospital Central de la Asociación Mexicana de la Cruz Roja”, y una enfermera sosteniendo la bandera de la Escuela de Enfermeras, mientras que en el lado derecho se hace evidente la modernidad en el edificio de la sede nacional en la colonia Polanco y una de las ambulancias que están completamente equipadas, así como una rescatista sosteniendo en sus brazos a un niño. Algunos filatelistas coleccionan planillas enteras o fraccionadas, en este caso la planilla tiene un gutter (conocido como puente en el argot filatélico), entre las dos hileras de estampillas.

En nuestro país la Cruz Roja cuenta con 536 delegaciones a todo lo largo y ancho del territorio nacional. En el estado de Jalisco fue el Dr. Fernando Banda Iturrios quien influyó decisivamente en la formación de la Cruz Roja para brindar ayuda con motivo de un fuerte sismo que ocurrió el 7 de junio de 1911 y afectó la zona cercana al Nevado de Colima. El Dr. Banda encabezó una comisión que se trasladó por tren desde Guadalajara hasta Zapotlán, para brindar auxilio a los damnificados por el sismo.

La Cruz Roja tiene además varias escuelas en donde se imparten cursos de capacitación especializada en primeros auxilios para el público en general y para profesionales, como son la escuela de enfermeras, la acuática, rescate urbano, desastres, paracaidismo, espeleología, alta montaña, socorristas y técnicos en urgencias médicas.

Es una institución no lucrativa y con carácter voluntario que nació para auxiliar sin distinción de raza, religión, credo político o condición económica, en pocas palabras, a quien la llegue a necesitar. “Nadie es tan rico que no pueda necesitarla, ni tan pobre que no pueda ayudarla”, como rezaba uno de sus lemas.

 

Lecturas Recomendadas

Cruz Roja Mexicana. (1995). Una obra de mexicanos en beneficio de la humanidad 85 años de la historia de Cruz Roja Mexicana. México: Artes Gráficas Panorama

Fototeca Milenio. (2020). La Revolución, epidemias, y sismos; Cruz Roja cumple 110 de servicio en México. Febrero 23, 2020, de Milenio digital Sitio web: https://www.milenio.com/politica/comunidad/cruz-roja-mexicana-historia-110-anos-fundacion

Cruz Roja Mexicana. (2020). Cruz Roja Sede Nacional. Febrero 24, 2020, de Cruz Roja Mexicana Sitio web: cruzrojamexicana.org.mx

Oliver, LV… (2014). Historia de las primeras delegaciones regionales de la Cruz Roja en el estado de Jalisco. Febrero 26, 2020, de Universidad de Guadalajara Sitio web: http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/Lhistoricas/pdfs/Lhistoricas11/p10.pdf

¿Desde el Génesis?

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Estamos asistiendo a una verdadera revolución cultural que de lograrse establecerá las bases de un nuevo pacto social de proporciones impresionantes. Un nuevo pacto entre el hombre y la mujer.

Desde la antigüedad, por lo menos la escrita, se fue consolidando una cultura social que hizo de la diferencia un fundamento para la desigualdad, y de la desigualdad una justificación para el sometimiento, la presión resultante de este grave error de discernimiento llevó incluso a la depravación, desde el momento en que la parte sometida acabó pensando que eso era lo correcto, incluso, que el sometimiento era su condición natural, hasta su privilegio.

Venimos de una cultura social donde el hombre llegaba a su casa, se sentaba a la mesa, en tanto la esposa iba y venía a la cocina para atenderlo, a él y a los hijos, para luego sentarse ella a comer y a lavar los trastes. Una cultura donde la propia ama de casa, si tenía una trabajadora doméstica, la llamaba despectivamente “sirvienta”, o “muchacha”.

En esa misma cultura deplorable el marido tenía el privilegio de la infidelidad; la fidelidad sólo obligaba a la esposa, de tal manera que lo que en el marido era “normal”, si lo hacía la esposa, constituía un grave delito que se pagaba hasta con la vida.

En nuestro pasado reciente, esta desigualdad se ha reflejado en todos los aspectos: salarios, oportunidades, espacios laborales, vestimenta, acceso a universidades, participación política, etc.

En el mundo judeo-cristiano todo quiso justificarse “bíblicamente”, pero interpretando la Biblia desde los prejuicios de una cultura ya bastante hundida en este pacto desigual, el mejor ejemplo de ello es la manera en que se ha leído el libro del Génesis y su relato del “primer” pecado. El texto, en realidad, no habla de uno sino de varios pecados cometidos en los orígenes, así: 1er. pecado, Romper la comunión con Dios. 2º. Culpar de ello a la mujer. 3º. No aceptar las consecuencias de los propios actos. 4º. Arremeter en contra de la naturaleza. 5º. Violentar la relación entre los seres humanos.

Culpar a la mujer ha sido justamente un grave pecado, el texto del Génesis lo delata, pero sus intérpretes lejos de entenderlo como una denuncia, lo consideraron como un hecho: “la mujer era culpable”, error de interpretación de lamentables consecuencias. Adicionalmente, por milenios la exégesis bíblica se atuvo a la interpretación textual, desconociendo por completo los géneros literarios y el aporte cultural humano a la hora de parabolizar la revelación divina. Lo mismo sucedió, desde luego, con las demás religiones, antes y después de Israel, y aún hoy día existen sectas que obligan a las mujeres a andar cubiertas para no “provocar” a los hombres.

Urge un nuevo pacto social que supere esta larga historia de desigualdad e injusticia, que transforme esta cultura y nos lleve al justo medio, trabajo que compete a todos los miembros de la sociedad, y a todas sus instituciones, a fin de que una muy justa lucha no se desvíe hacia nuevas violencias, desquites o posturas pendulares, la vida presente y futura de la humanidad requiere de “nuevas alianzas”, de nuevas solidaridades entre los hombres y las mujeres, como ha enseñado el Papa Francisco.

 

Publicado en El Informador del domingo 1 de marzo de 2020

 

La cultura de la honestidad

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Dra. María Cristina Martínez Arrona • Jefa de UNIVA Online

 

“La integridad es decirme a mí mismo la verdad.

La honestidad es decir la verdad a otra gente”

(Spencer Johnson)

 

Un estudio sobre Religiosidad y Jóvenes realizado por Zepeda (2019) a 495 universitarios de 30 centros de estudios en la Zona Metropolitana de Guadalajara afirma que el 78% de los estudiantes considera que no es justificable sobornar o aceptar la corrupción, ni admitir cosas que se saben de antemano ilícitas o quedarse con dinero que no les pertenece, pero justifican la evasión de impuestos o la posibilidad de obtener dinero fácil.

Ante esta realidad pregunto: ¿se puede ser honesto sólo para algunas cosas? ¿dónde aprendieron nuestros universitarios el considerar que la evasión de impuestos u obtener dinero fácil no es una forma de robo? ¿quién o qué determina cuando aceptar o no la corrupción? ¿se puede ser integro, pero es justificable “hacer” cosas deshonestas, según sea a quién se las hago?

La formación ética (ethos=hábito) busca formar el carácter, tarea titánica para las instituciones educativas y las familias cuando el ethos está determinado por el contexto social más que por principios, con otras palabras, los jóvenes –las personas en general- adquirimos los valores y principios que nos ofrece la convivencia, los hábitos y las costumbres. Aprendemos más de lo que vemos hacer y nos relacionamos en lo cotidiano, esto es la cultura (o culturas), que lo que se pueda decir o analizar a través de un tratado de principios éticos, sociológicos, religiosos o morales a favor de la honestidad.

Actuar con rectitud, responsabilidad, legalidad y transparencia, respetar las reglas de la sana convivencia, buscar la verdad, promover con acciones la dignidad humana, el bien común y el desarrollo sostenible, son características de una persona honesta, esto es, su hacer es proyección de su Ser.

Lo grave de tener una cultura que promueva la deshonestidad no es el cumplir o no una norma, el engañar al que se considera tiene de más de una forma no ética, sino que se está distorsionando la dignidad de la persona, el concepto del bien común, y con ello la paz y la justicia, pilares de la sociedad como lo afirma los Objetivos del Desarrollo Sostenible, de ahí la necesidad de no acostumbrarnos, ni hacer cultura de formas de coexistir que amenazan la convivencia, no debemos aceptar que la corrupción forme parte de las costumbres, ideas o práctica de nuestra vida, familia, comunidad y/o instituciones.

Que la realidad de desigualdad e injusticia social que vivimos no nos empujen a buscar dinero fácil o evadir responsabilidades. No nos acostumbremos a ver series y escuchar canciones que promueven el enriquecimiento con acciones deshonestas, generemos otro tipo de cultura, otra forma de ser y de relacionarnos, ya que como afirma el libro de Proverbios 16,8 “más vale un poco con justicia que muchas ganancias injustas”.

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 23 de febrero de 2020.

Vulnerables

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Somos los sobrevivientes de una historia de epidemias que a lo largo de dos millones de años han asolado a la humanidad, haciéndola más fuerte pero nunca invulnerable.

En la memoria escrita de los seres humanos, por lo que se refiere a la cultura occidental, ninguna nos ha marcado tanto como la “peste negra” que a mediados del siglo XIV mató en tres años a la tercera parte de los habitantes de Europa, un colapso poblacional verdaderamente desastroso. Por siglos ésta y muchas otras enfermedades contagiosas serán endémicas, así la viruela, el cólera, la malaria, el tifo, la influenza, el sarampión, la varicela, etc. Por siglos también los humanos buscarán todo tipo de respuestas a estas enfermedades, con altibajos, avances y retrocesos, hasta llegar a la moderna ciencia médica, sin duda la más destacada de toda nuestra historia, y, aun así, enfermedades nuevas y antiguas siguen retando los mayores avances y las más calificadas certezas.

Justo hace ciento dos años la humanidad enfrentaba una epidemia mundial llamada “influenza española”, que era igualmente un coronavirus al parecer surgido en granjas de Estados Unidos, y que fue luego llevado a Europa por soldados contagiados que iban a combatir en la Primera Guerra Mundial. En ese entonces el virus entró por Francia y luego de tres años se había ya cobrado la vida de cincuenta millones de personas por lo menos.

El SARS por su parte se reveló en el año 2002 como una nueva mutación del coronavirus de la influenza, altamente contagiosa y en determinadas condiciones, mortal, mientras que el dengue, enfermedad tropical cuyo transmisor se ha ido adaptando paulatinamente a mayores alturas, ha resultado ser también una epidemia devastadora que ahora, en México, y más concretamente en Veracruz, se está presentando como otra mutación más virulenta.

En cuanto al COVID19, nombre dado por los científicos a esta nueva forma del SARS y del coronavirus histórico, se destaca su carácter altamente contagioso, si bien, su mortalidad al presente no ha rebasado el tres por ciento de los infectados.

Tratándose de un virus es muy improbable que no llegue a México, desde la antigüedad la movilidad humana no solamente ha transportado mercancías o personas, también enfermedades de todo tipo, como la viruela, traída a América por los europeos del siglo XVI, en tanto que la peste negra fue llevada a Europa por las pulgas que viajaban en el ganado caballar desde el Medio Oriente.

Tenemos la trágica experiencia de la epidemia del dengue en Jalisco, que tuvo el año pasado el primer lugar nacional de infectados, en un escenario chusco donde los responsables declaraban todo tipo de cosas en tanto la población padecía este mal, contándose también varias personas fallecidas. Con el ocaso del invierno y la llegada del calor, reinicia la temporada del dengue, la sociedad, experimentada por los hechos, debe de exigir ya desde ahora la toma de todas las medidas preventivas necesarias para que no nos vuelva a ocurrir lo mismo. Pero también debemos de hacernos todos más responsables en lo que nos toca, ya que las autoridades, aún si hacen lo que deben, no son ni pueden ser la única ni la más efectiva respuesta.

 

Publicado en El Informador del domingo 23 de febrero de 2020

La banalización de la vida cotidiana

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Dra. Martina Carlos Arroyo • Coordinadora de Posgrados y Educación Continua UNIVA Plantel Puerto Vallarta

Cuando hablamos de vida cotidiana, hacemos alusión a una(s) forma(s) de vida que incluye aspectos de ser, de estar y convivir; por tanto, al hablar de formas de ser jugamos también con elementos de subjetividad e individualidad. Al referirnos al estar, necesariamente nos situamos en un contexto-espacio-tiempo, que marca las formas y normas de convivencia entre personas, géneros y ambiente.

Además de ello, la vida cotidiana incluye elementos práctico-comportamentales que pueden situarse en niveles de automatización y, por ende, en una baja capacidad de conciencia. Esto deriva en una secuencia de repetición del ser, estar y convivir cotidiano que corre el riesgo de naturalizar la socialización, por tanto, conduce a la banalización.

Entendemos la banalización como una percepción natural y válida de relacionarse tanto a nivel personal como a nivel colectivo que ejerce influencia sobre la subjetividad e identidad con una interdependencia entre lo individual y lo social, entre lo privado y lo público. Pero la banalización como un ejercicio de la naturalización, puede ofrecer al menos dos consecuencias:

  • Por un lado, entendiendo la lógica de una realidad en constante cambio, los procesos de aceptación de la diversidad cultural y de género abonarían a la construcción de una sociedad más libre, más justa. Los contextos y espacios caminarían en torno al tiempo, entendido éste como una construcción social que justifica las interrelaciones sociales.

 

  • Pero, por otro lado, la banalización de la vida cotidiana, puede llevar a la perpetuación de una sociedad carente de empatía, exigente de ritmos, formas de exclusión, de violencia que se vuelve imperceptible al vivirse todos los días, desensibilizando a las personas “que no la viven, que aparentemente no la practican”. La banalización de la vida cotidiana como un ejercicio diario carente de conciencia, puede llevarnos a una sociedad indiferente. La indiferencia sería la antesala de la deshumanización, del egoísmo en su máximo esplendor.

Resulta necesario entonces, que quienes estamos insertos en espacios e instituciones educativas, que quienes somos formadores, facilitadores, líderes o guías educativos, seamos punta de lanza de (auto) conciencias críticas, generadoras de espacios de discusión, de deconstrucción constante, de desafío de formas y pautas rígidas; que busquemos que, a partir de estos espacios socializadores de la educación, se genere una vida cotidiana más humana, más consiente, menos banal y más propositiva.

 

 

¿Refundar Guadalajara?

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Fundar y nacer son términos que se reclaman, de igual manera refundar y renacer, sólo que para que algo se re-funde debe previamente haber muerto, y, en consecuencia, re-nacer. Al igual que la vida de un ser humano, la vida de una ciudad es un continuo que se desarrolla a través del tiempo y en un espacio determinado, con un origen específico que puede alterarse pero nunca negarse, es un asunto tanto histórico como genético. Nadie, en este sentido, puede negar a sus padres hayan sido como hayan sido, porque negarse sería negar su propia naturaleza.

Guadalajara no es solamente una ciudad fundada en 1542, sino sobre todo una sociedad que a partir de ese año comenzó a construir aquí su propia historia, su personalidad, su manera de ser, su cultura. En 18 años logró conquistar su vocación de capital con la alianza de su geografía y de su clima, y a lo largo de los siguientes tres siglos maduró hasta decidir su independencia con respecto a España. Este acontecimiento ocurrido en 1821, no obstante, su enorme trascendencia, no llevó a nadie a pensar en que la ciudad debiera ser refundada, puesto que Guadalajara no sólo se conservaba viva sino extraordinariamente dinámica y propositiva, muy consciente de su antiguo origen y muy orgullosa de su trayecto por los años virreinales, sin los cuales nunca habría desarrollado el ideal emancipador.

La actual crisis de identidad que viven muchos habitantes de Guadalajara no es de origen genético, sino de origen educativo, tiene que ver con la inmigración galopante pero también con la incapacidad de las instituciones para arraigar a los nuevos habitantes, por lo mismo no se resuelve dando por muerta a la ciudad, y refundando otra, porque en primer lugar Guadalajara sigue viva y actuante, y no sería justo ni racional desconocer todo lo que Guadalajara ha sido para inventar una nueva ciudad desde el archipiélago de cotos culturales que hoy existen en nuestra área metropolitana.

A veces puede uno pensar que a Guadalajara le sucede lo que a los conejos de la fábula, hallándose éstos en su madriguera se desató una terrible tormenta, razón por la cual un sapo corrió hasta ellos suplicándoles que lo dejaran entrar para guarecerse; no sin cierta aprensión lo dejaron entrar, pero apenas lo hizo comenzó a inflarse a tal punto que los conejos, propietarios de la madriguera tuvieron que salirse, mientras el sapo, muy a sus anchas se adueñaba del lugar, haciendo y disponiendo todo a su antojo.

Los individuos y los grupos que no logran o ni siquiera desean incorporarse al proyecto de la ciudad, a su historia y a su identidad, actúan muchas veces como el sapo de la fábula, se benefician de Guadalajara pero no aprecian la cultura que la hizo existir y acaban queriendo destruirla, mientras que aquellos inmigrantes que logran incorporarse a la ciudad resultan luego no solamente beneficiarios sino grandes benefactores de nuestro proyecto cultural, afortunadamente la lista de éstos es muy amplia.

Lo que a veces ha fallado y sigue fallando es la participación de los tapatíos de origen, en la defensa de Guadalajara, de su identidad y de su cultura.

 

Publicado en El Informador del domingo 16 de febrero de 2020

¿Y si hablamos honestamente?

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Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de ALUMNI y Bolsa de Trabajo

 

Se dice que la honestidad es la base de las buenas relaciones y la convivencia, ya que genera confianza.

Para la UNIVA, los valores son imperativos en el educar. Por ello, en la filosofía institucional se enmarca que “antes de aprender a hacer, hay que aprender a ser”, frase íntimamente ligada con la honestidad sobre la cual señala: “Actuamos con rectitud, responsabilidad y legalidad, en congruencia con la búsqueda de la verdad y el respeto a las reglas de convivencia”.

Estuve preguntando a varias personas si conocían la diferencia entre honradez y honestidad y su primera reacción era tratar de buscarlo en Google para responder, en lugar de reflexionarlo. Hace algunos años estos términos tenían diferentes significados, sin embargo, en el uso cotidiano se han combinado sus definiciones, a tal grado que ya se ha generalizado su empleo como palabras sinónimas.

Los estudiosos del tema de valores mencionan que una persona honrada respeta las normas sociales, se comporta de manera justa, recta e íntegra; no roba, no miente, no engaña, no traiciona, respeta las leyes y a los otros seres humanos. Una persona honesta respalda sus acciones con la verdad y justicia, sin anteponer sus propias necesidades o intereses; es honesto primero consigo mismo, con sus gustos, sus pensamientos e intereses y a la vez lo es con el resto de la sociedad tanto en lo laboral como en sus relaciones afectivas como familiares.

Mientras que la honradez es definida por la Real Academia de la Lengua Española como rectitud de ánimo, integridad en el obrar, a la honestidad la señala como el ser decoroso, decente, recatado, pudoroso, razonable, justo, recto, honrado. Se considera a Sócrates como el descubridor de la definición de honestidad y determinaba que una persona honesta, es quien lleva una cualidad o valor humano propio y que se vincula con la justicia, la verdad y la integridad moral y que solamente puede ser honesto internamente con su propio “yo” cuando es razonable con lo que piensa y tiene un nivel de autoconsciencia.

Quisiera saber de alguna persona a la que le gusta que le mientan, que lo traicionen, que le den un mal servicio, que le oculten cosas o hechos; quisiera saber a quién le gusta que le roben, que lo extorsionen, que no le cumplan. Al momento, de verdad, no conozco una sola persona que diga ¡sí, a mí me gusta! Es así como nos empezamos a encontrar con los valores universales, esos que todos deberíamos conocer y practicar; esos que más allá de creencias, nos llevan a convivir en una sociedad en armonía y más justa.

¿Cómo queremos ser reconocidos los egresados UNIVA? Sí como profesionales exitosos, pero recordemos que ya somos muchos, entonces marquemos la diferencia siendo honestos primero con nosotros mismos y así será por añadidura en nuestros ámbitos laboral, familiar, social. Demostremos el por qué somos una familia con valores. Los egresados somos la cara de nuestra Universidad, somos el reflejo de lo que dentro de ella sucede.

Tu mejor versión, la mejor inversión

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtra. Ana Karina Cosío Vidaurri Martínez • Secretaria General del Sindicato UNIVA

 

De la vista nace el amor…. No hay segunda oportunidad para una primera impresión.

¿Qué tan de acuerdo estás con esta frase? Pareciera que este tipo de frases caen en la superficialidad y evocan principalmente el tema de la apariencia o algo que se reduce al simple “verse bien”.

Sin embargo, al hablar de tu mejor versión nos referimos a un tema mucho más completo y profundo, donde no sólo participa el aspecto estético, sino factores de conducta, educación, actitudes y valores. Tu mejor versión se dará en el desarrollo de la consciencia y comprensión de la interrelación que hay entre los elementos antes mencionados.

Debemos estar conscientes de que todo lo que hacemos o dejamos de hacer, comunica; aun en nuestra ausencia estamos mandando un mensaje, y este a su vez generará una percepción. La percepción no es necesariamente la realidad, sin embargo, cobra mucha fuerza en nuestras decisiones diarias, incluso sin que haya la certeza de ser precisa, fiel y objetiva.

La consciencia de sí mismo tiene como base el autoconocimiento, para ello necesitamos comenzar por preguntarnos: ¿Cuáles son mis fortalezas? e identificar lo que me gusta de mi físico, de mi carácter y de mi persona; ese puede ser un buen comienzo. Así, el autoconocimiento lo conformaremos a partir de las respuestas que le demos a las siguientes preguntas:

¿Cuáles son los valores que me rigen?

¿Qué creencias tengo e influyen en mis decisiones?

¿En qué áreas de oportunidad tengo que trabajar?

¿Qué me impide lograr mis anhelos?

¿Qué hay en mí que no resulta tan agradable para los demás o para mí?

Para profundizar este análisis sobre nuestras actitudes, valores, educación, crecimiento y apariencia física; también es fructífero involucrar a personas cercanas a nuestra vida para tener su punto de vista sobre nosotros, independientemente del nuestro.

En el plano físico habrá cosas que te molesten, elabora un listado de éstas y sepáralas en dos columnas, en una coloca lo que no te gusta y sí puedes cambiar o trabajar en ello; en la otra, coloca lo que no te gusta y que no puedes cambiar.

Lo de la primera columna, lo susceptible de ser modificado, realízalo con el convencimiento de que el proceso posiblemente no será tan placentero pero valdrá totalmente la pena; está en ti trabajar esos aspectos para sentirte mejor en el camino a tu mejor inversión.

Con relación a la segunda columna, te diré un secreto: aquel rasgo físico que no te guste y no puedas cambiar, abrázalo (metafóricamente), velo con amor, acéptalo y agradécelo. Date cuenta que eso es sólo algo pequeño comparado con el gran ser humano que eres y puedes llegar a ser. Este ejercicio aumentará tu confianza y, al sentirte bien contigo mismo, proyectarás una mejor imagen, conectando de manera más integral con tu entorno y, sintiéndote radiante la gente verá en ti a una persona en armonía.

No se puede comprar reputación, confianza y prestigio, estos son elementos que la gente que te rodea te otorgará según vayas sumando acciones positivas a la construcción de tu imagen personal.

La inversión más valiosa es trabajar en uno mismo, no desistas de hacer de ti, tu mejor versión.

 

 

A veces comprendemos que…

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Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de Corrección y Estilo UNIVA

 

Uno vive, acumula para asimilar después.

Luis Jorge Boone

 

Sucede que a veces nos damos cuenta del significado de las cosas tardíamente. Nos enteramos con los años del amor profesado por alguna tímida compañera de secundaria o preparatoria. Descubrimos las triquiñuelas cometidas por algunos de nuestros pares, gracias a un encuentro fortuito con un retrasado mensajero. Inclusive alguna canción cobra sentido después de mucho tiempo. Hace no tanto, me sucedió con Noche de ronda de Agustín Lara, se reprodujo gracias a esas listas aleatorias de YouTube. Y así, una noche insomne, se reveló un significado nunca antes percibido por mí. También esto nos sucede con las palabras; en un tiempo son etiquetas vacías, lejanas. Pero lo nombrado por ellas terminan un día por alcanzarnos, por ocupar cada una de esas palabras.

No por nada Gabriel García Márquez recomendaba la relectura. Pues no se tiene la misma experiencia de la lectura de Los amorosos de Jaime Sabines a los quince años que a los treinta. No podemos ser ni sentirnos los mismos, y si así fuera, seríamos unos nefandos. Con el tiempo nos vamos llenando de un número mayor de experiencias, ganando bagaje a fuerza de vivir. Cada experiencia nos va dejando una especie de sedimento, capa o cimiento; pero no siempre con una función de armadura o sostén, sino de loza para ciertos temples. Un experto de la vida en el precipicio, José Alfredo Jiménez, lo expresó en una canción sin velos ni atavíos: Nada me han enseñado los años/ siempre caigo en los mismos errores/ otra vez a brindar con extraños/ y a llorar por los mismos dolores.

En Cinema Paradiso (1988) el personaje de Toto o Salvatore, quien se enamora de Elena durante su adolescencia, no se desprende de ese sentimiento de amor durante treinta años. El fantasma de esa rubia joven no le permite conseguir un amor duradero en Roma, cosa que su propia madre le reprocha. Pero a veces el amor puede ser una pesada lápida, un muerto con el cual cargamos y no nos permite andar ligeros de equipaje. Porque se puede amar sin ser correspondido. Para muestra está el bolero ranchero de Cien años, famoso por la interpretación de Pedro Infante.

¿Cuántas estatuas y mausoleos se han edificado en honor de la desdicha amorosa? Desde luego, hay sus excepciones, El amor en tiempos del cólera, por ejemplo. Pero todas estas representaciones de un sentimiento a ultranza no son, sino algo que no permite ver la cosas en su justa dimensión. Son anteojos que usan durante un largo periodo de vida. Con los cuales no vamos a poder ver ni a poder captar muchos significados con claridad.

Pero, ahí mismo, en el filme de Cinema Paradiso el viejo Alfredo le cuenta un relato a Salvatore sobre un soldado que se enamora de una mujer, la cual le pide a éste que espere por ella cien días fuera de su ventana en la intemperie y, justo un día antes de cumplir la petición y condición de amor, el soldado se levanta y se va. Alfredo no quería el mismo destino para él, por eso manipuló las cosas de tal manera y Salvatore terminó en Roma siendo otra cosa distinta a la que hubiera sido quedándose incluso con Elena ¿Cuántas cosa si hubieran permanecido con nosotros, nos hubieran apresado, anquilosado? ¿Cuántas cosas tienen que irse para que podamos movernos? ¿Cuántos significados importantes de la vida se pierden o se ganan cuando permanecemos siendo los mismos? O como preguntaría Luis Jorge Boone en uno de sus cuentos ¿Para qué atesorar lo que con toda seguridad nos hará daño? ¿Para qué fotografías de quien en un futuro empezaremos a olvidar (si es que nos atrevemos a ello)?

El amor se hace viejo, como la amistad y la alegría, pero el temor la reticencia, la duda, se mantienen intactas en los callejones del corazón, te cobran cada vez como si se tratara de la primera vez en los experimentaste.

                                                                                                                                          Luis Jorge Boone

La vileza humana

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. José Luis Ríos Rodríguez • Coordinador de Desarrollo Integral UNIVA Plantel Vallarta

 

Es verdad que el ser humano guarda en su interior la eterna lucha entre el bien y el mal, lo que lo hace “rebajarse” y lo que lo hace “supremo” sobre cualquier criatura en la tierra. Porque a diferencia de otros “seres”, está dotado de inteligencia y libertad, que le dan la capacidad de poner orden y cuidado a todo cuanto existe. Siendo consciente de esta gran virtud, se vuelve una pieza importante para mantener ese equilibrio que se necesita y que lo convierte en un administrador.

Difícil es saber cuál es el momento en el que podemos pasar de la bondad a la maldad y de ésta, a ver desfigurado no sólo el rostro por su expresión, sino de la vida, por la materialización de hechos que hacen perder la dignidad y la de las personas a las que se afecta. Que puede tener diferentes matices o facetas, incluso niveles o etapas, que poco a poco van contribuyendo a ir construyendo una personalidad y junto con esto a una misión distinta para la cual se ha sido hecho.

La maldad puede tener características muy variadas que se van forjando de acuerdo a cada persona y, que pueden ir llevando de la maldad a una postura más “vil” en la relación con todo el entorno, que se recrudecerá al encontrar en la debilidad de los demás una tierra fértil y fecunda.

Como seres humanos debemos estar atentos de cuánto bien hacemos a los demás y no por llevar una contabilidad de buenas acciones, sino por el bien estar preocupados por que haremos a los demás, nuestros iguales y a nuestro entorno, quien en todo caso no se puede defender.

¿Somos más capaces de construir o de destruir? o en nuestro sano juicio nos consolamos con “no hacer daño” o “no hacer nada”, que al mismo tiempo nos convierte en seres indiferentes, encerrados en su egoísmo, que manipula y controla su propia persona tratando de justificar su inacción, con la consigna de no tener injerencia de lo que pasa más allá de nuestra nariz.

A la luz de muchos se construye un desarrollo que alcanza sólo para unos y a otros más deja fuera, pareciendo que el progreso está reservado para quienes son privilegiados, que son además a quien deben servirles.

Quizás como diría Ortega y Gasset, “hacemos lo que hacemos para ser lo que queremos ser”, y nuestra apuesta por la vida podría estar siendo el simplemente mantenernos al margen de lo que los demás necesitan y de que el espacio que nos ha sido encomendado sea sobre todo descuidado.

Mucho mayor será el daño, cuando individuos con esta perspectiva y postura ante la vida, se asocian, y que no sólo para dañar a una persona o familias enteras con saña y sin miramientos, de la manera más hostil, sino también a un grupo o una comunidad. Con esa perspectiva estaremos construyendo un entorno mal educado, lleno de pobreza, miseria, hambre y técnicamente insostenible.

Quizá sea tiempo de cambiar la dirección de a donde vamos; parece que los mecanismos utilizados han generado muchos problemas y es necesario hacer nuevos planteamientos, comenzando por pensar con el corazón y no sólo con la razón. La gran apuesta tiene que ser por una economía con un alto sentido de responsabilidad social y un entorno natural sano.