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Comunicación Sistema UNIVA

¿Qué es lo importante?

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Dra. María Cristina Martínez Arrona • Jefa de UNIVA Online

 

Con amor y paciencia, nada es imposible

(Daisaku Ikeda)

 

Este año ha estado enmarcado por una pandemia que nos mantiene -en la medida de lo posible- en confinamiento, por el bien nuestro y el de los demás; la pregunta por el sentido de la vida nos ha interpelado de una u otra forma; actividades que considerábamos esenciales para un sano desarrollo integral y social, motivación y sentido, en este contexto, han pasado a un segundo plano.

La convivencia social, espacios para la diversión y el desarrollo físico, las rutinas de fines de semana para fortalecer el encuentro familiar y social, momentos para alimentar el espíritu, de recreación y ocio, son ocupaciones esenciales, pero que, en este contexto de epidemia, debemos realizar de forma creativa, bajo otros esquemas, sin que implique movilidad, ni aglomeraciones.

En México, en el mes de abril, 12 millones de personas salieron del mercado laboral sin goce de sueldo, y sin la cereza de regresar a su trabajo, el porcentaje de personas No Económicamente Activa (52%) fue superior a la Población Económicamente Activa (47.5%) (INEGI). Una proporción muy alta de personas no pueden quedarse en casa, el 56.2% de la población trabaja en el sector informal y tienen la necesidad de buscar recursos para cubrir sus necesidades básicas para vivir, para la convivencia familiar, como es: alimentación, luz, gas, agua, servicio de internet, renta, por mencionar algunas.

Se comprende la necesidad de buscar reactivar la economía con los mayores cuidados de salubridad posibles, pero ¿cuándo no es ésta la motivación? ¿cuándo el apuro de salir es para socializar, divertirme, distraerme por el “cansancio” del confinamiento? Se han visto bares, restaurant, fiestas y reuniones clandestinas sin las medidas de sanidad que se requiere, exponiéndose y comprometiendo a las personas obligadas a salir para cubrir sus necesidades esenciales.

Me pregunto, ¿cómo es nuestra solidaridad? ¿acaso no tenemos la creatividad y el amor suficiente para transformar esas necesidades sin afectar a los otros? ¿por qué no dejar el espacio a los que realmente lo necesitan? Hay personas que están arriesgando su vida por nosotros. Debemos evitar que el cansancio, la rutina, la monotonía ponga en riesgo la Vida, distinguir lo que es verdaderamente importante.

Uno de los frutos que del Espíritu es la paciencia (Gal 5,22), la fortaleza para soportar y elegir el momento correcto de tomar acción. La paciencia es la capacidad que nos ayuda a actuar con tranquilidad, a no perder la calma. Aunque ya pasó Pentecostés, sigamos pidiendo a Dios que nuestra paciencia se active ante un escenario que no podemos controlar, pero sí la forma como vivirlo. Hay que soportar el tiempo que sea necesario sin perder la esperanza, y no pensar sólo en nuestras necesidades sino en las de los demás. La paciencia nace del amor (1 Cor 13,4).

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 14 de junio de 2020

 

Divide y reinarás

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Dr. Fernando N. Sánchez Martínez · Docente Ciencias Sociales y Humanidades

 

Este viejo adagio que Bauman (2015) comparte en una de sus obras sobre la cultura, divide y reinarás es de resaltar en el contexto actual, ya que los diversos poderes económicos y políticos hacen uso del mismo en cuanto existe un sinfín de cuestiones sociales por dar respuesta, porque esto, no hace más que asegurar que todo seguirá igual, sin una solución concreta, ya que la pérdida de interés en las necesidades y problemas de los demás, configura toda una gama de proyectos individuales o comunitarios exclusivos y excluyentes que dan al traste con toda propuesta por buena que parezca.

Porque cuando los pobres se pelean con la clase media o al revés, la vida política, es decir, la convivencia colectiva, pierde su capacidad de generar estrategias que aporten al desarrollo humano, además, cuando esto sucede, el Estado suele frotarse las manos, la razón: la incapacidad de la sociedad para actuar y trabajar en la solidaridad.

La doctrina social de la Iglesia, desde una visión del humanismo cristiano, proyecta la solidaridad y la participación no solo de los creyentes, sino de todo ciudadano como parte de los derechos fundamentales de la persona en el rol social al cual está ligado de manera gestacional, ya que, el ser humano tiene tres nacimientos: el primero biológico, el cual consiste cuando la madre da a luz al nuevo ser; el segundo es el nacimiento en la fe, en donde los primeros responsables de transmitirla y fortalecerla se encuentran en la misma familia, aunque también en la comunidad parroquial que representa a la Iglesia, por medio de los sacramentos de iniciación; por último, el social, donde se pasa a formar parte de una sociedad con sus derechos y deberes. En este sentido la familia nos prepara para la convivencia social y al mismo tiempo la fe debe fungir como guía para actuar en conformidad con los valores evangélicos, junto a las responsabilidades que ello trae, como ser honestos, no estafar a los demás, ser solidarios o participar activamente de la vida política del país.

De ahí que, desde la doctrina social de la Iglesia, “la fuente última de los derechos humanos no se encuentra en la mera voluntad de los seres humanos, en la realidad del Estado o en los poderes públicos, sino en el hombre mismo y en Dios su Creador” (DSI, 153).

Por lo tanto, cabría preguntarse qué tanto ha aportado a la solidaridad y la participación las diversas controversias que se han gestado en las últimas semanas en nuestro país desde la presidencia, ¿ayuda en algo? ¿Qué nos dice como personas de fe? Ante ello ¿cómo nos vemos, cómo actuamos, en unidad o en división? ¿Cómo personas de fe, estamos respondiendo con coherencia a las exigencias del contexto social y político?

 

Referencias:

Bauman Z. (2015). La cultura en el mundo de la modernidad líquida. México: FCE

Compendio de la doctrina social de la Iglesia. (2005). Recuperado de http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html#El%20valor%20de%20los%20derechos%20humanos

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 7 de junio de 2020.

¿Callejón sin salida?

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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

En toda sociedad organizada garantizar la vida y los bienes de la comunidad, junto con la paz social es un asunto crucial, y de su adecuada satisfacción han dependido lo mismo jefes tribales, reyes o gobernantes de cualquier sistema político.

Para que la autoridad establecida pueda cumplir con estos requerimientos esenciales, existen las fuerzas del orden. Pero si la gente pierde el respeto a las fuerzas del orden ya no queda sino el caos total. Ahora bien, ¿qué puede causar el que la gente pierda el respeto, por ejemplo, a la policía? El abuso de autoridad, la ineptitud para cumplir su tarea, o peor aún, que dichas fuerzas se hagan cómplices de los delincuentes, como ha ocurrido muchas veces en casi todas partes.

A diferencia de otras naciones, en México la fuerza pública no ha logrado todavía ganarse el respeto de la sociedad, pese a que se ha estado trabajando en este asunto desde hace ya varios sexenios, recordemos la finalidad con la cual fueron establecidas las academias de policía. Por otra parte, el poder de la delincuencia organizada es una realidad que no se debe ignorar, pues ha mostrado la capacidad que tiene para someter por las buenas, es decir, por medio del soborno, o por las malas, es decir por el chantaje o la muerte, a los guardianes del orden público.

Pero no para ahí el problema, de pronto ha surgido en México, de manera incontenible, un fenómeno que algunos llaman movimiento anarquista, cuyos integrantes se hacen parte de todo tipo de manifestaciones para cometer todo tipo de destrozos y agresiones a los bienes públicos y privados. Protecciones, vallas humanas, barreras, todo ha sido inútil a la hora de enfrentar a estas personas, que se vuelven intocables en la medida que se les confunde con los manifestantes de cualquier causa, de esta forma el libre y legítimo derecho que tiene la sociedad para protestar ante tales o cuales situaciones manifestándose públicamente, incluye al parecer, el derecho de los anarcos para ir contra los bienes de personas ajenas e inocentes a los motivos de marchas y protestas.

Como si llevar pancartas no bastara, ahora todas las paredes se vuelven pancarta en la medida que los manifestantes se dedican a pintar sobre ellas consignas, denuncias y condenas, y esto ya no es asunto solamente de los anarquistas. ¿Es constitucional reglamentar las marchas? ¿Es constitucional filtrar a los manifestantes, como se hace cuando se desarrollan fiestas cívicas? ¿Es constitucional proteger a los manifestantes de los anarquistas? ¿Tiene el gobierno la capacidad de hacerlo? ¿Tienen derecho quienes son afectados en sus bienes a exigir del gobierno la reparación?

Si el anarquismo no representa a la sociedad, ni a quienes convocan a una manifestación, ¿Por qué se le otorga tanto respeto, aún en el acto de cometer destrozos? ¿Para no desprestigiar más a las fuerzas del orden o al gobierno?

Tampoco conviene olvidar que el anarquismo no es gratuito, dejando al margen a los anarquistas a sueldo, que también los hay, el anarquismo en general suele ser fruto de situaciones desesperadas, de callejones sin salida que se quieren abrir camino por el medio que sea, con frecuencia son la expresión violenta de la impotencia de la sociedad, de la impunidad crónica, de la falta de respuestas creíbles, incluso suelen ser la antesala de las guerras civiles ¿estarán conscientes de esto nuestras autoridades?

La inevitable y urgente transición del bien individual al bien común: Parte I

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Mtra. Lorena González González · Docente del Departamento de Ciencias Exactas e Ingenierías

 

La actual realidad no es la nueva normalidad, ya que el no poder actuar como humanos socialmente libres para convivir, trabajar, pasear, ejercitarte en los espacios como los parques y gimnasios, respirar libremente sin cubre bocas o ver a las personas físicamente, no lo podemos llamar normalidad. Sin embargo, nos ha hecho reflexionar en que la fuente más grande y permanente de riqueza está en las cosas más básicas de nuestra existencia, el COVID-19 ha venido a recordárnoslo.

Mientras las infraestructuras se deprecian y el mundo físico se detiene, las mentes y las ideas con valor son el semillero de una nueva realidad y de una economía poderosamente nueva, basada en el regreso a los orígenes de la convivencia humana.

Nassim Nicholas Taleb en su libro Antifrágil anota que la diferencia entre el ser humano y los restantes animales reside en su capacidad de colaborar, de emprender negocios, de dejar que las ideas se entrelacen. Él mismo menciona, puesto que no podemos prever las colaboraciones ni las podemos dirigir, no podemos ver hacia dónde va el mundo. Lo único que podemos hacer es crear un entorno que facilite esas colaboraciones y establecer las bases de la prosperidad, y no centralizar las innovaciones.

En todo el mundo, se manifiesta un profundo malestar frente al aumento de las brechas sociales, la falta de respeto a la justicia, al desempleo de los jóvenes, a los abusos de poder, a la destrucción de la naturaleza. Una nueva ola de movimientos sociales se ha desarrollado.

Una conciencia social colectiva crece: no se puede seguir así. El tipo de desarrollo económico que vivimos actualmente, con sus consecuencias políticas, culturales y psicológicas, es el origen de los desequilibrios. Al mismo tiempo, la necesidad de soluciones se impone de manera urgente. Es el momento de plantear nuevas orientaciones y no solamente adaptaciones, ahora más que nunca, y para bien, el virus inteligente, parafraseando al Padre Armando González Escoto, ha acelerado la transición del bien individual al bien común. 

El Bien común es lo compartido por todos los seres humanos, hombres y mujeres. Ya Aristóteles en su obra sobre La Política, estimaba que ninguna sociedad puede existir sin algo en común. Es un estado (bien estar, bien vivir) resultado del conjunto de los parámetros de la vida de los seres humanos, hombres y mujeres, en la tierra.

 

El modelo exclusivamente binario de mercado más estado es corrosivo para la sociedad, mientras que las formas económicas basadas en la solidaridad, que hallan su hogar natural en la sociedad civil sin estar restringidas a ella, elevan a la sociedad.

Caritas in veritate

 

El bien común no es la simple suma de los bienes individuales, como el producto interno bruto, sino, antes bien, todos los bienes que sólo existen en el acto de compartirlos: la confianza, la amistad, y todas las relaciones de cooperación que dan significado a nuestras acciones.

Una sociedad que refleja nuestra naturaleza social, relacional, también rechaza el culto del individualismo desenfrenado, y las restricciones arbitrarias de la libertad que acompañan al culto del nacionalismo.

En este contexto surgen las “Nuevas Economías” son propuestas emergentes que han nacido como respuesta a los grandes retos sociales y medioambientales, así como las oportunidades que plantean las nuevas tecnologías y la propia innovación social. Surgen bajo diversas denominaciones: Economía del bien común, B-Corporations, Economía circular, de la funcionalidad, feminista, positiva, procomún, colaborativa, social y solidaria; y diversidad de colores: economía azul, verde, naranja, plateada, marrón, etc.

En la siguiente entrega trataré este nuevo paradigma de las nuevas economías y cómo contribuyen en la transición del bien individual al bien común.

 

 

La estrategia y el reto de construir la ventaja competitiva en las empresas

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Mtro. Eduardo Castelo Ceica Docente de CEA y Negocios Internacionales UNIVA plantel Vallarta

 

Toda empresa que compita en algún sector de la economía tiene una estrategia competitiva, ya sea explícita o implícita, la pudo haber desarrollado explícitamente mediante un proceso de planeación o implícitamente en las actividades de sus diferentes departamentos funcionales, lo que rara vez representa la mejor estrategia para alcanzar la ventaja competitiva real, que les permita alcanzar sus objetivos generales con precisión y basados en acciones dirigidas (Michael, 2000).

Es en la planeación, como primera fase del proceso administrativo, donde han de sentarse las bases para preparar a la empresa en su búsqueda de una posición competitiva en el mercado (industria), se trata del esfuerzo de visualizar con claridad, cuáles serán las acciones prioritarias para estar en condiciones de arrancar y operar en una primera etapa, que permita sostener tareas orientadas a dar certidumbre al rumbo trazado por la empresa.

La planeación es esencial para el adecuado funcionamiento de cualquier grupo social, ya que a través de ella se prevén las contingencias y cambios que deben plantearse para asumir las medidas necesarias, y afrontar los nuevos retos (Lourdes, 2012).

Existen empresas que ofrecen bienes y/o servicios que poseen características similares o que se aprecian diferentes, o únicos, y compiten en un mercado, donde los consumidores toman decisiones para adquirirlos. Ante esta realidad, las empresas deben estar atentas a las condiciones del entorno e identificar y analizar el número de competidores y su grado de influencia en el mercado donde participarán, se trata de reconocer el potencial competitivo y la realidad a la que deberá enfrentarse, incidiendo esto en la reducción de la incertidumbre en la toma de decisiones y, dándole un panorama más certero de la realidad que deberá enfrentar a corto plazo, para así, estar en una posición más concreta y objetiva acerca del mercado donde ha decidido competir.

Estos son los primeros pasos de la construcción de una estrategia competitiva, enfocada a la construcción de una ventaja que permita enfrentar a la competencia.

La estrategia competitiva se ocupa en cómo generar una ventaja en el negocio en el que compite la empresa (Henry Mintzberg & Voyer, 1997).

La competitividad, está ligada a diversos factores que impactan en su resultado, estos aspectos incluyen variables que afectan la capacidad para prosperar en el mercado: cualidades del producto, recursos, competencias, capacidades y logros comerciales que representan la diferencia entre un competidor fuerte y uno débil.

Los factores clave de éxito varían de un mercado a otro, e incluso de tiempo en tiempo dentro de los mismos, pues los impulsores de cambios y las condiciones competitivas no son estáticos (Thomson, 2012).

Así que no es suficiente el diseño de una estrategia competitiva, que despliegue factores que permitan poseer una ventaja respecto de las empresas con las que se compite, sino que hay que estar atentos a las señales del entorno, saber leer y analizar las mismas para ajustar, conforme sea necesario, las acciones que redefinan y fortalezcan las ventajas que posee la empresa, de cara a los vertiginosos cambios en el mercado, y la recomposición de la competencia.

La ventaja competitiva se crea y mantiene a través de un proceso altamente localizado, incluso los países más desarrollados no son competitivos en todos sus sectores, por lo que las naciones triunfan en determinados sectores debido a que el entorno nacional es el más progresivo, dinámico y estimulante (Buendía Rice, 2013).

Y entonces, la estrategia competitiva de la empresa, según Porter, debe enfocarse en encontrar una posición en el mercado donde pueda defenderse mejor de sus fuerzas y ponerlas a trabajar en su favor (Hijar Hernández, 2013).

Las dos preguntas fundamentales en que se enfoca la ventaja competitiva son:

¿Cuál es el valor rentable a largo o mediano plazo para un dado tipo de empresa? y ¿Cómo puede cada género de empresa asegurarse de producir y perpetuar este valor? La ventaja competitiva crece fundamentalmente en razón del valor que una empresa es capaz de generar (Robson, 1997).

Como se aprecia la ventaja competitiva se evidencia, a partir de una serie de variables propias de la empresa, combinadas con la apreciación y valoración del entorno de la misma, la cual es altamente cambiante, y que por lo tanto exige a la empresa, estar atenta a los acontecimientos del mercado y aspectos propios del entorno en donde desarrolla sus actividades. Esto refleja la importancia que tienen los elementos exógenos (externos) y endógenos (internos) de la empresa, para trazar tareas y objetivos que permitan la apropiada combinación que derive en su perfil competitivo.

La ventaja competitiva que construyen las empresas, también debe considerar la cultura organizacional, que es una noción usada para referirse a los valores organizacionales de carácter informal, y a las estructuras y prácticas que utiliza la dirección de la empresa para encuadrar a la fuerza de trabajo dentro de un cuerpo más sensible, competitivo y eficiente. La existencia de cultura corporativa fuerte es vista, en este sentido, como un prerrequisito para el éxito en el mercado (Roca, 1998).

Con lo que, es de considerar, que la definición de una ventaja competitiva, directa e indirectamente, va de la mano con una diversidad de aspectos y que incluye, entre ellos a la cultura; llena de símbolos, creencias, valores, filosofía y principios y que es recreada, configurada y alentada por quienes emprenden la empresa, y buscan como fin último, generar beneficios a la sociedad, su entorno y en todos los que participan en su origen, crecimiento, desarrollo y posicionamiento en el mercado.

A veces sucede, que el miedo se convierte en rabia

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Mtro. Miguel Camarena Agudo • Encargado de corrección y estilo del Sistema UNIVA

 

El hecho de que, como todo el mundo, pudiéramos vivir un infierno y que, con el corazón encogido de rabia a medida que el sufrimiento arrasaba nuestra existencia, acabáramos de descomponernos, en el tumulto del temor y del horror que la muerte a todos inspira, no se le pasaba siquiera por la mente a nadie en aquel lugar.

 

                                                                                                                              – Mauriel Barbery

 

Hay momentos en que todo se acumula, en que silenciosamente algo va creciendo, para después de un golpe manifestarse abruptamente. Realidades que están ahí, ocultas ante los ojos pocos atentos o las sensibilidades poco desarrolladas, y que no por esa ceguera e insensibilidad, éstas dejan de tener existencia propia. Pero un día estas realidades nos miran de frente y su fealdad hace que nuestra confianza o fe en lo humano se tambaleen. Porque una cosa es el aburguesado concepto de felicidad y éxito, que bien confeccionado y publicitado está, y otra el determinismo social o económico, el cual funge como yugo sobre la voluntad de millones. Este determinismo donde el “quiero” no es una opción sino una maldición.

Ahora bien, aparte de la violencia estructural padecida por un amplio sector de la población, existe otra forma de violencia, la llamada cultural (clasismo, racismo, sexismo, machismo, etc.), la cual le suma al resentimiento y a la frustración. Y ésta también contribuye a que un día, tarde que temprano, se dé un incidente de violencia, confrontando a los grupos implicados. Porque casi siempre un acto brutal de violencia (directa) nos cuestiona sobre la salud mental de nuestra sociedad. Nos hace ver el tamaño del tumor o la gravedad de la enfermedad y principalmente nos responsabiliza de alguna u otra forma. Porque las diferencias salen a relucir y la lucha por reducir los privilegios de unos sobre otros, también.

Los políticos en turno, en el papel de mediadores, recurren a los oxidados clichés de siempre cuando hay un caso extremo de prepotencia o abuso de autoridad, hablan del “peso de la ley”, la siempre futura “justicia” o “el ir hasta las últimas consecuencias”; pero estas frases sólo son fórmulas o paliativos para intentar calmar la rabia colectiva, en lugar de prometer obviedades y reprimir con más fuerza policial, deberían apostar por ir hasta las “primeras causas” y emprender acciones concretas.

Pues, el actual orden y estado de las cosas se fundamenta en la injusticia y la desigualdad, esa es una verdad, las ciudades se han convertido en manicomios donde todos vamos contra todos y un diminuto grupo de personas dictan las leyes, y además viven con una obscena cantidad de privilegios, gracias al usufructo del trabajo de otros; mientras un amplio margen de la población vive al día, apretando todo el tiempo puños y dientes. Pero, aunado al enfado que produce la explotación y la impunidad con que se conducen las personas en el poder político y económico, hoy tenemos signos claros de un malestar social, de una rabia y un cansancio. Síntomas inconfundibles de que algo lleva mucho tiempo pudriéndose. La muerte de Giovanni López y de George Floyd en manos de policías, destapó una cloaca social e hizo apoderarse de las calles a miles de indignados, a pesar de la pandemia. De alguna u otra manera esto tiene sentido, mi abuela decía que el valiente es hasta que el cobarde quiere, lo cual significa que el miedo es susceptible de convertirse en rabia; por lo que estas manifestaciones tienen su justificación, porque si uno se pone a pensar, ¿qué garantiza que a mí no me suceda algo así, a mis padres, hermanos o amigos? Blancos no somos, ni ricos (esto no quiere decir que estas personas estén exentas, la proporción en que sucede es el tema). Entonces, o te quedas a esperar que te suceda a ti o sales a denunciarlo, siempre y cuando estés dentro del grupo vulnerable.

Es una desgracia que vivamos en un mundo donde, en general, el trato otorgado por los otros dependa de tu color de piel, apariencia, lugar de nacimiento, estatus económico, preferencia sexual, género, profesión, oficio, etc., es una desgracia que tus posibilidades de realización personal y expectativa de vida dependan de esas diferencias, las cuales además nadie eligió, en algunos casos, según tengo entendido. Seguramente si George Floyd hubiera sido blanco estaría vivo y si Giovanni López hubiera vivido en Puerta de Hierro, también seguiría con vida o por lo menos no hubieran muerto a la edad ni de la forma en que todos ya conocemos.

Por último, quisiera relatar brevemente algo que me contaron hace unos días. Un niño de siete años, después haber visto el video donde el policía presiona con la rodilla el cuello de George Floyd, fue con su madre a la habitación donde ella estaba y le preguntó, si a él le podía pasar lo mismo por ser moreno. La madre se le quedó mirando y en silencio, según me contaron.

La relación entre mafia y poder

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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Los comienzos de la mafia moderna, por lo menos en Europa y en América, se distinguen por su conexión al poder legalmente establecido, a partir del sector más vulnerable, la policía, a la cual copan paulatinamente por la estrategia más común, el soborno. Desde ahí tiene lugar una rápida escalada en ascenso cuyo objetivo es ir incluyendo en la nómina a personas mejor posicionadas sea entre los mandos policiacos, que, entre los jueces, los jurados, donde los hay, los legisladores, y desde luego, los detentores del Poder Ejecutivo. La novela de Mario Puzo y su posterior llevada al cine en la saga “El Padrino” reflejan con bastante claridad este fenómeno, y hasta podríamos pensar que constituyó una verdadera escuela para las mafias contemporáneas.

No obstante, la frontera esencial, la que nunca debía cruzarse, y en Estados Unidos no se cruzó, es la que invierte la relación gobierno – mafia, y la vuelve mafia – gobierno, es decir, una cosa es que el gobierno pacte y mantenga un relativo control de la mafia, y otra cosa es que la mafia sea la que mantiene el control del gobierno, hasta llegar a exigir, en el espacio más vulnerable, es decir, los municipios, determinados cargos o el manejo total del cuerpo policiaco, tal y como sucede hoy en numerosos estados de México.

En esos municipios tanto la comandancia como los policías dejaron de ser pagados por la mafia para ser sustituidos por la mafia, desde luego con gente mucho mejor capacitada, mucho mejor pagada, y mucho mejor armada.

En la saga del Padrino, el hilo conductor muestra cómo una familia mafiosa busca remontarse desde los pantanos de la delincuencia más vulgar hasta la posición del empresario no sólo honorable sino filántropo y digno merecedor del reconocimiento social por su labor benéfica, lo cual supone en dicha saga, tres generaciones. En otras palabras, además de blanquear el dinero, se pretende blanquear el nombre. En nuestro medio, las mafias han ido diversificando sus actividades tratando de pasar del control de drogas y delitos del más variado género, al control de empresas y campos productivos diversos, quizás como un intento de ubicarse en posiciones de menor riesgo, pero sin renunciar a hacerse de esas posiciones con todo tipo de recursos violentos, y ejercerlas con fraudulencia, así muchas plantaciones agrícolas, los recursos forestales o mineros, etc.

El 2 de junio pasado, hallaron los cuerpos de siete policías de Colima asesinados durante un operativo de custodia a dos empresarios. No sabemos quiénes eran los empresarios, tampoco cuáles eran sus negocios en Jalisco, de dónde regresaban, ni siquiera hay claridad sobre si a los policías los mataron en Jalisco y los dejaron en Colima. El día 4, suceden en Guadalajara hechos de una violencia inaudita, sea como efecto mimético de las reacciones que en Estados Unidos desató la violencia policiaca, sea porque alguien se acordó de que en Jalisco había un caso pendiente muy similar y ya casi olvidado, el asesinato del joven Giovanni en Ixtlahuacán de los Membrillos, o sea por lo que sea, el asunto es que, por primera vez, desde la Guerra de Tres Años, el Palacio de Gobierno fue asaltado y vandalizado con una furia incontenible.

Fue entonces que toda la ciudadanía se enteró del drama de Giovanni y de su familia, y olvidó de momento el drama de los cientos de desaparecidos que siguen sin ser encontrados, y fue hasta entonces que los policías responsables de la muerte del joven fueron capturados, al menos eso dicen.

¿Y por qué no los capturaron antes? ¿Porque la víctima era un joven albañil? ¿Porque su familia no tenía ni poder ni influencias para recibir justicia? ¿Porque era uno más entre tantos otros? Y si ahora se declara que hay policías mafiosos ¿por qué no se había hecho nada al respecto? ¿Por qué razones, sexenio tras sexenio todo sigue igual?

Lanzamiento del programa de identidad católica institucional de la ODUCAL

Por Noticias Sin comentarios

En transmisión simultánea desde Salta, Guadalajara y Bogotá, la ODUCAL puso en funcionamiento el Programa de Identidad Católica Institucional, a través de un evento en vivo que reunió a más de cien rectores y directivos universitarios de América Latina y el Caribe.

El Programa permite, a las instituciones católicas y de inspiración católica en el continente, realizar un autoestudio para evaluar la propuesta de valor que se ofrece a la sociedad, en apego a la identidad católica universitaria.

La Universidad Católica de Salta, Argentina, funge como institución coordinadora del Programa, con el apoyo de la Universidad Católica de Colombia en Bogotá.

Con el objetivo de poner en operación el Programa de Identidad Católica Institucional, el Ing. Rodolfo Gallo Carbajal, Rector de la Universidad Católica de Salta (UCASAL), presentó el día de hoy el evento de lanzamiento de esta importante iniciativa continental, en la que participaron más de cien rectores y directivos universitarios de América Latina y el Caribe.

En el evento, participó también el Presidente y Secretario General de la ODUCAL, así como autoridades del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y de Conferencias Episcopales de varios países latinoamericanos.

La intervención inicial estuvo a cargo del Presidente de la ODUCAL y Rector de la UNIVA, La Universidad Católica en México, Pbro. Lic. Francisco Ramírez Yáñez, quien destacó la importancia de la identidad para mostrar, en los planos interno y externo, la riqueza que una universidad católica posee. De igual forma, resaltó que el programa surge para ofrecer una herramienta a las instituciones, con la cual puedan evaluar sus propias estrategias, lineamientos, acciones y marcos de referencia, para cumplir con los valores que profesan nuestras instituciones en la atención de las demandas y necesidades de las sociedades latinoamericanas.

Posteriormente, el Rector de la UCASAL expresó el agradecimiento de la Organización a todos aquellos rectores y autoridades que participaron en el diseño, concepción y desarrollo del Programa, especialmente aquellos de la Universidad Católica de Santo Toribio de Mogrovejo en el Perú, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad Gabriela Mistral de Chile, la Universidad Católica de Costa Rica, la UNIVA de México y la Universidad La Salle Canoas de Brasil. Igualmente, expresó el agradecimiento de la ODUCAL al Consejo Episcopal Latinoamericano, por su apoyo y asesoría, que contribuyó de forma importante en el diseño de los indicadores y parámetros que contempla el Programa.

En seguida, se mostró un video que expone de forma sintetizada el funcionamiento y las características del Programa, para que posteriormente, el Secretario General de la ODUCAL, Mtro. Andrés Barba Vargas, explicara brevemente el procedimiento administrativo que las instituciones interesadas deben cumplir para acceder al Programa. El Secretario General destacó asimismo el interés de la ODUCAL para promover el desarrollo de alianzas estratégicas con otras organizaciones de universidades católicas a nivel global, así como en el ámbito nacional de los países latinoamericanos, a fin de potenciar el aprovechamiento del Programa.

Desde la elaboración del Plan de Trabajo de la Presidencia 2016-2018, la Junta Directiva de la ODUCAL se propuso diseñar un programa que apoyara a las universidades afiliadas a fortalecer el valor agregado que representa la identidad católica en el ámbito de la educación superior latinoamericana. De esta forma, nació la idea de crear un “Sistema para el Fortalecimiento de la Identidad en Universidades Católicas Latinoamericanas”,           que hoy se denomina Programa de Identidad Católica Institucional de la ODUCAL.

Dicho sistema se concibió como “un mecanismo que expone las experiencias de los programas y las acciones que desarrollan las instituciones para promover la identidad católica; y en segundo lugar, para verificar que las universidades siguen sus objetivos y propósitos institucionales”.

Respondiendo a dicho requerimiento, la Junta Directiva encomendó el diseño de una propuesta a un equipo de rectores y especialistas pertenecientes al CELAM y a universidades afiliadas a la ODUCAL. Este equipo, se abocó durante los últimos años al diseño conceptual y operativo de dicho sistema, así como a la elaboración de los lineamientos, políticas y procedimientos para viabilizar su aplicación.

Cuando el trabajo conceptual derivó en una propuesta final, la Junta Directiva aprobó un plan de inversión para diseñar una plataforma informática que permita dar funcionalidad a los procesos incluidos en el Programa y, al mismo tiempo, facilitar la participación de las instituciones afiliadas. El portal está, desde este año, disponible en: www.identidadcatolica.org

El Programa de Identidad Católica Institucional de la ODUCAL es, por tanto, un autoestudio que realizan las instituciones a través de una metodología e instrumentos concebidos por un grupo de expertos de distintos países, con el propósito de que las instituciones tengan la posibilidad de realizar un proceso permanente de reflexión, análisis y actualización de sus actividades universitarias, en relación con su misión e impronta identitaria.

En lo que hace a su metodología, el Programa contempla un proceso de autoevaluación en las siguientes cinco dimensiones: institucionalidad; procesos formativos; comunidad universitaria; vínculos con el entorno; y sentido de la investigación.

Las dos primeras dimensiones son de carácter mínimo, y las restantes, optativas. Las universidades son autónomas para elegir las dimensiones optativas y decidir qué miembros de la comunidad universitaria participarán en este ejercicio: alumnos, profesores, directivos y administrativos. La autoevaluación se apoyará en un Informe de Autoevaluación que elabore cada comunidad educativa, en función del análisis y reflexión que realicen en el marco de este proceso. Para ello, el Programa dispone de encuestas electrónicas para consultar a los distintos actores respecto de las dimensiones a evaluar.

Por otra parte, el Programa está diseñado para que los resultados cuantitativos que arroje el proceso de autoevaluación, en cada dimensión, puedan ser socializados mediante cuadros que formarán parte de los Reportes regionales y nacionales. Sin perjuicio de lo anterior, cada universidad podrá optar por compartir resultados, buenas prácticas y planes de mejora con otras universidades que quedarán disponibles en un Repositorio oficial de la ODUCAL.

La Junta Directiva ha dispuesto, además, que sea la Universidad Católica de Salta, Argentina, la institución que coordine este Programa, con el apoyo de la Universidad Católica de Colombia, bajo los lineamientos establecidos por la Organización y bajo la supervisión de la Secretaría General.

Con el lanzamiento del Programa de Identidad Católica Institucional de la ODUCAL, nuestra Organización reafirma su compromiso para fortalecer el valor tan grande que representa la identidad institucional no sólo en el quehacer de cada una de nuestras instituciones afiliadas, sino especialmente, en su capacidad para servir más y mejor al Pueblo de Dios, por la acción del Evangelio y el encuentro con la plena Verdad.

El inminente cambio de paradigmas en la educación

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Eila Gisela Zalles Torres Docente de CEA y Negocios Internacionales UNIVA plantel Puerto Vallarta

 

Desde hace más de 12 años, dar clases es mi cardio. Así como hay quien se va al gimnasio a desestresarse y a generar endorfinas, así también yo entro al salón de clases y todas mis preocupaciones desaparecen.

Hay una excepción: nunca me ha gustado dar clases en línea, o debería decir: nunca me había gustado hasta ahora. Antes de todo lo que estamos viviendo actualmente, la pandemia y el subsecuente aislamiento derivado del COVID-19, las clases en línea no tenían ninguna relación con la magia que se generaba en el salón de clases.

En mi experiencia, dar clases en línea consistía en subir información a un repositorio digital para que, de forma asíncrona, el alumno respondiera mediante la entrega de trabajos que a veces, sólo daban la impresión de saber que estábamos haciendo algo, más que generar un aprendizaje verdadero.

Recuerdo una ocasión en la que un proyecto de universidad a distancia me contrató para dar clases. La materia que se me asignó no tenía nada que ver con la formación, pero me dijeron que «cualquiera podía darla» y que después me asignarían materias acordes a mi perfil.

Cuando vi la lista de alumnos, casi me voy de espaldas, ¡más de 70 inscritos a los que había que evaluar 2 veces por semana! lo que me pagarían por dar esa clase, terminaba siendo desproporcional al esfuerzo que demandaría un grupo de tal magnitud. Al final, de esos 70 alumnos, menos de 10 enviaron trabajos. Lamentablemente, este «modelo educativo» continua vigente en muchas escuelas, y al día de hoy, se asume que el docente puede calificar con atención a un número ilimitado de alumnos por el mismo precio que da una hora de clase. Esa idea no podría estar más errada.

En cambio, con la crisis del COVID-19 se nos vino encima, nos encontramos tan desprevenidos que tuvimos que aprovechar cuanto recurso tuvimos a nuestro alcance… Y ahí sucedió la magia. Los profesores nos encontramos, cada quien, en la medida de sus posibilidades y capacidades, buscando alternativas nuevas y diferentes para transmitir el conocimiento. Desde los docentes de educación preescolar o primaria en los niveles socioeconómicos más bajos hasta los catedráticos más prominentes de las mejores universidades privadas; todos estábamos en la misma situación.

Algunas instituciones estaban más preparadas que otras, pero todos tuvimos que improvisar en alguna medida. Y en esa improvisación es que finalmente logramos algo que, al menos yo, había estado buscando desde mis primeras incursiones en materias en línea. Por primera vez estamos buscando sacar provecho de las características inherentes a los medios digitales, en lugar de intentar forzar viejos modelos educativos a través de internet.

Aún no sabemos cuánto durará esta crisis, ni las implicaciones que a futuro tendrá, lo que sí creo (yo, eterna optimista) es que estos meses han sido disruptivos: la educación no podrá (ni debería) volver a ser igual, porque ya hemos descubierto que podemos retarnos e ir más allá de lo que creíamos nuestros propios límites. No puedo decir con exactitud hacia donde nos dirijan los cambios. Pienso, como siempre lo he creído, que la educación presencial no desaparecerá, pero sin duda ahora podemos complementarla mejor gracias a las nuevas herramientas que hemos descubierto.

La educación online probablemente está a punto de dar el salto más grande desde su creación. Yo, apasionada de la docencia, estoy completamente emocionada y expectante por lo que sigue.

Brutalidad policial: una manifestación de abuso

Por Sin categoría Sin comentarios

Dra. Lucía Almaraz Cázarez · Docente UNIVA del departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Presidenta del Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción de Jalisco.

 

Casos como el de George Floyd en Minneapolis no son un hecho aislado, Human Rights Watch ha concluido que las personas negras son sometidas a medidas de fuerza física, que incluyen pistolas paralizantes, mordeduras de perros policía, gas pimienta, golpes y patadas; con una frecuencia que es 2,7 veces superior a la que se observa para la población blanca. En algunos vecindarios con poblaciones numerosas de personas negras y personas de bajos recursos, la frecuencia de las interceptaciones policiales es de 10 veces mayor que en otros sectores donde la población es predominantemente blanca y con mayores recursos económicos.

Desde 2015 hasta 2018, 3.943 personas fueron atacadas con armas de fuego y murieron a manos de policías en EE. UU., según los registros del Washington Post sobre muertes provocadas por policías. Casi una cuarta parte de las personas asesinadas eran negras, aunque los negros representan solamente el 13,4 % de la población general. Algunas estadísticas sitúan esta cifra por encima de los 400 casos, sin embargo, medios como The Washington Post aseguran que en 2017 las muertes llegaron a 1,000 personas.

En el caso de México existe la Ley Nacional Sobre el Uso de la Fuerza que tiene como fin regular el uso de la fuerza que ejercen las instituciones de seguridad pública. Existen protocolos en el uso de la fuerza, y además, un manual de uso de la fuerza policial; pero, esto no inhibe el tema de que exista brutalidad policial o exceso de fuerza a la hora de actuar.

En México, se han documentado actos abusivos por parte de cuerpos policiales. Entre ellos, de gran repercusión en los últimos años, como es el caso de San Salvador Atenco o la desaparición de los normalistas, que llevó a una serie de informes especiales y recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

El abuso policial es un fenómeno complejo que obedece a factores de diferentes niveles. Comprende formas tradicionales de efectuar el trabajo policial ajeno a principios democráticos, en las que el control sobre la población, en particular sobre ciertos grupos, es visto como una capacidad “natural” de su trabajo; incluye prácticas de extorsión a la ciudadanía ampliamente institucionalizadas, y depende de factores culturales de la organización policial, no ajenos al resto de la sociedad, en los que se establecen pautas morales sobre quién merece ser castigado y quién no.