Luis Emiliano Franco González • Alumno de Licenciatura UNIVA Plantel Guadalajara
En los últimos tiempos han existido numerosos cambios en la forma de cómo es que se transmite la información a la sociedad, desde su forma de recepción, hasta la forma en la que se redacta una noticia. Por ello, cada vez más está ocurriendo el hecho de no ver por el valor que contiene el texto y la percepción que se quiere dar sobre un acontecimiento real. Se debe de conocer la responsabilidad que conlleva utilizar una pluma o ponerse delante de un micrófono.
Se puede ver por el afán de tener un reconocimiento social por cierta nota que generó polémica o una declaración que fue llevada a otro rumbo de su destino original, por eso, se va desvaneciendo ese periodismo ético que tanto se intenta plantar en las universidades, donde siempre se ha dicho que la sociedad tiene el derecho de recibir información de calidad, se tiene que ir por el deseo de investigar la verdad y ejercer un periodismo libre.
Decía Sócrates sobre la honestidad que “es una cualidad propia del ser humano, donde puede decirse que un sujeto es honesto consigo mismo cuando tiene un grado de autoconciencia y es coherente con lo que piensa”. Por lo que cuando se tiene el valor por brindar información que no es verídica, también esa persona se termina engañando, ya que no tiene un respeto hacia lo que transmite a la sociedad desde su mano.
Se tiene que asumir y ejercer con responsabilidad este rol que muy pocos tienen la oportunidad de desempeñar; Aristóteles decía que “el hombre honesto y bueno es aquel que aspira a la adquisición de los bienes absolutos, y para quien las cosas absolutamente bellas son las bellas cosas que trata de ejecutar”. Esa idea de belleza se interpreta en este campo como la obtención de una información limpia y veraz, que se tiene que concluir de buena manera y, sobre todo, por el proceso que conlleva la búsqueda de información hoy en día.
Se tendrá que tener como objetivo para las futuras generaciones que digan los hechos que se conocen, no algo que se interprete y se venda como una verdad, y si se da lugar para un análisis, que los argumentos tengan sustento; se adjudicará gracias a todo esto, ese compromiso que tiene la profesión, dándole a las verdades su respectiva dimensión, sin embellecer, ni oscurecer los hechos, sino más bien, brindando ese color neutro en donde exista un equilibrio sobre todos los valores que la sociedad se merece recibir diariamente.