Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA
Desde hace años habíamos comprendido, aunque no necesariamente asumido, que la comida chatarra no nutre, pero sí daña. Las frituras, los refrescos, y un sinnúmero de productos que se ofrecen por todas partes caen bajo esta denominación.
No obstante, dichos productos se han seguido publicitando cotidianamente en casi todos los medios de comunicación, pero nunca habían sido defendidos o justificados, sino hasta que se prohibió venderlos a menores de edad.
No se entiende la indignación promovida, ya que desde hace años también se prohibió vender a menores de edad cigarros y alcohol.
El hecho es que de pronto, en el canal televisivo ADN40, se proyecta un reportaje, desde luego, editado, sobre el tema. Ahí aparece una sufrida ama de casa de clase entre media y media baja, confesando que ella da a sus hijos comida chatarra, acompañada de su respectiva coca cola de dos litros, porque la coca es más barata que la leche. Sin duda muchos de los espectadores que fueron expuestos a este “reportaje” le dieron la razón a dicha señora, y a pocos se les habrá ocurrido pensar que un agua de horchata es mucho más barata y nutritiva que la coca cola.
Contemporáneamente hicieron su aparición nutriólogos y psicólogos para insistir en que la prohibición de la comida chatarra no es la solución para promover una sana alimentación y que, además, las prohibiciones incitan más que ahuyentan.
¿Cuánto estará costando esta contra campaña? No lo sabemos, pero seguramente quien la financia tiene mucho que perder con la prohibición y mucho que ganar atacándola.
El contexto de esta nueva guerra de los pastales es el COVID, que se ha cobrado la vida, sobre todo, de personas con problemas de obesidad y de diabetes, ambas condiciones favorecidas por una alimentación chatarra.
Pero desde luego hay otros contextos, si consideramos que un conocido empresario, abierto y declarado enemigo de la 4T, tiene crecidos intereses en la materia.
Muchas cosas hay que lamentar en este episodio, así: que una medida de por sí admisible, como es dicha prohibición, se pueda opacar por su colindancia con asuntos personales entre gobierno y empresarios, que reconocidos profesionales de los noticieros televisivos se presten tan alegremente al juego, sin importar la confusión que generan entre la gente, sobre todo, la que tiene menos recursos para analizar críticamente lo que ve y lo que oye, que el interés por la ganancia económica se siga poniendo por encima de la salud pública, también, que el gobierno dé la impresión de usar la contingencia más como un pretexto que como una honesta preocupación por la salud de la sociedad, o que haya empresarios que busquen manipular al país con el poder de su dinero.
El peor de los sistemas políticos es aquel en el que nada es lo que parece, formalmente somos una democracia, pero detrás de ella se han dado lo mismo dictaduras dosificadas que plutocracias disimuladas; creeremos que una semejante situación se está realmente combatiendo, cuando sea de verdad pareja, de lo contrario, pasaremos de una simulación a otra.
Publicado en El Informador del domingo 23 de agosto de 2020