Mtro. Emmanuel Barrosa Díaz • Docente UNIVA Online
Últimamente se ha escuchado mucho la expresión de que México es un país que cuenta con muchos recursos naturales, económicos, sociales y políticos, para ser una potencia de primer mundo, pero ¿Qué nos detiene para lograr este objetivo? Sin duda alguna serán muchos factores, hoy sólo trataremos uno de los fundamentales: la investigación científica y tecnológica.
La historia nos ha demostrado en repetidas ocasiones que el desarrollo económico y social de los pueblos está ligado, inexorablemente, a su desarrollo científico y tecnológico (Aldama, 2012). Los países de primer mundo que invierten enormes cantidades de su Producto Interno Bruto (PIB) al desarrollo de la ciencia y la tecnología, saben que es un recurso recuperable. México es uno de los países que menos invierte en estos rubros, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) apenas percibe el 0.4% del PIB, siendo que, de acuerdo con la Constitución Mexicana, debería destinarse mínimo el 1% (Frac. V, Art 3). ¿Esto se deberá al famoso Tratado de Bucarelli (1923) donde se le prohíbe a México producir tecnología y dedicarse sólo a la manufactura? (Cfr. Sánchez, 2018). Maximino Aldama (2012), describe que en México existen dos factores por los cuales está estancada la ciencia. El primer factor es la falta de inversión en la ciencia tanto por parte del Gobierno y del sector privado (anteriormente descrito); el segundo factor es porque se carece de una cultura o educación científica.
La mayoría de las escuelas no cuentan con programas que impulsen la ciencia, sólo ofrecen carreras o profesiones técnicas para un oficio, pero no para impulsar la investigación o el avance tecnológico. Si indagamos en la historia de México, notaremos que existen grandes investigadores y científicos que han permanecido en el silencio y en el anonimato contribuyendo enormemente a la transformación social. Por tanto, nos encontramos en una época donde hemos descubierto la importancia de la tecnología en la educación, es un tiempo propicio, el sistema educativo está optando por incluir en su currículo materias que impulsen a la ciencia, el asombro, la imaginación, así como tópicos de investigación como robótica, creación digital, cultura maker, programación, etc.
Es tiempo de fomentar la cultura de la ciencia y la tecnología, las nuevas generaciones están empapadas de la era digital y esto favorece la formación de individuos sedientos de investigación que, a través del uso de la ciencia, serán capaces de impulsar el desarrollo de nuestro país.