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El fin de los cuentos de hadas

José Alejandro Domínguez Islas • Alumni Preparatoria UNIVA

 

Walt Disney Animation Studios ha tenido varias definiciones por parte del público a lo largo de sus casi 100 años de fundación; desde sus inicios, se podría decir que fue revolucionario, visualmente sorprendente, e innovador para la industria del entretenimiento; con el tiempo, en la década de los 90, se le asoció completamente con el virtuosismo de su música y la presentación de íconos para niños y niñas, como lo fueron Hércules, Bella y Mulán. Posteriormente, a pesar de la decadencia que tuvo en los primeros años del 2000, que podrían ser definidos a grosso modo como mediocres con una experimentación fallida, la productora tuvo destellos de grandeza con La Princesa y El Sapo y Enredados, que recordaban a la esencia de ese Disney que cautivó a finales del siglo pasado; sin embargo, no reflejaron ese éxito que se esperaba, hasta que en 2013 se estrenara una película la cual se definiría como el nuevo clásico instantáneo para las animaciones del ratón: Frozen.

Antes del estreno de su secuela, la comunidad de fanáticos por años ha especulado sobre el interés amoroso de la princesa Elsa, algunos incluso han sugerido una relación homosexual para reforzar el discurso de inclusión que se ha vivido en todos los medios de entretenimiento. No obstante, Kristen Anderson-Lopez y Robert Lopez, compositores de la primera entrega que retomaron sus puestos para la segunda parte, respondieron a este cuestionamiento para IGN, diciendo que “el personaje no se define por sus amoríos, si no que será un personaje independiente, con un objetivo muy distinto”, palabras que me llevaron a la reflexión a partir de cómo ha cambiado el desarrollo de los protagonistas para los filmes animados del estudio.

Mientras que, en aquellos días de gloria, historias como La Sirenita, La Bella y la Bestia, Hércules, y Aladdín eran éxitos de crítica y taquilla, se notaba un patrón que le encantaba al estudio, el “vivieron felices por siempre”, haciendo alusión a los finales de los cuentos donde el príncipe se casaba con la princesa y terminaba la historia, siempre con un romance de por medio. Sin importar los obstáculos, nuestros héroes vencían al villano de turno y encontraban el amor en una pareja, una fórmula que hoy es contraria a lo que presentan en sus producciones, donde en ocasiones ni siquiera existe un villano, y a la fecha no se ha presentado un romance para los protagonistas.

Esto ha formado los nuevos modelos aspiracionales para la nueva generación, donde Ralph, Elsa, Hiro Hamada, Judy Hopps y Moana, ya no están en la búsqueda de una pareja que los complemente; en la actualidad, se le ha dado un mayor peso al amor filial, a la búsqueda de identidad y la independencia, temas que, si bien eran abordados bajo la superficie de otras animaciones, ahora el reflector brilla completamente para estos discursos. Las nuevas películas del estudio están bajo una constante de transmitir mensajes que esta nueva generación requiere, cambiando el romanticismo que se ve plasmado en un sinfín de historias de todos los medios posibles, por otras maneras en la que se ve reflejado el amor, que no solía ser el foco principal de sus otras producciones. La compañía se ha responsabilizado no solo del entretenimiento, sino del adoctrinamiento que siempre han tenido en los niños, cambiando los discursos idealistas y fantasiosos de varias princesas por un realista “no puedes casarte con alguien que acabas de conocer”, dándole a estos personajes una fuerza única de independencia que no había tenido ningún protagonista en el pasado.

La aventura congelada no le dio popularidad y reconocimiento a Disney de manera gratuita, no fue escuchar a los niños cantar horas la misma canción como si no tuvieran botón de pausa, o decir que la cinta solo brilla por lo visual; considero que hubo un fenómeno como los que ya pocas veces se vive en el mundo de la animación, existía un discurso sobre como los niños de la nueva generación podrían aprender sobre hermandad y amor propio como nunca se había hecho a la fecha por la productora. Y eso, es lo que de verdad se le reconoce a Disney con Frozen, ser el primer paso para contar nuevas historias con temáticas que deberían ser importantes para su principal audiencia, lo que llevaría a una nueva etapa para su industria animada la cual podría tener un brillo único, donde Grandes Héroes, Zootopia y Moana podrían darle una conclusión a la fórmula donde parecía una norma que el protagonista se enamorara al final del típico cuento de hadas.

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