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La Medicina en la Filatelia: Héroes de cada día

Dr. Enrique Fernández Valadez • Profesor de Cardiología, Ciencias de la Salud UNIVA Plantel Guadalajara

 

Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras.

Y, no obstante, pestes y guerras cogen siempre desprevenida a la gente.

Albert Camus

 

Recién acaba de cumplirse un año en que se detectó el paciente cero con una nueva enfermedad desconocida hasta ese día, nadie imaginaba lo que estaba por venir. Cuando era joven oí hablar a mi madre de la “gripa española” y después ya en la carrera de Medicina estudié acerca de la viruela, y aprendí las diferentes formas de llamarlas: plagas, peste, pestilencias e incluso hueyzáhuatl como llamaban los indígenas a la epidemia de viruela; y además en la Biblia leí que la humanidad ha sido asolada por diferentes epidemias (como las diez plagas de Egipto), y eran consideradas como castigos de Dios, pero nunca imaginé que me tocaría vivir una y mucho menos tan devastadora y generalizada como esta. Es aún difícil saber la magnitud final de esta pandemia, pero lo que va hasta ahora es de verdad algo muy grave. Ha producido una afectación que implica no solo la salud de las personas con repercusiones en casi todos los órganos del paciente desencadenando lo que se conoce como una tormenta de citoquinas con su consecuencia inevitable: el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica que forma parte de una sepsis grave y que finalmente ocasiona una falla orgánica múltiple llevando al paciente finalmente a la muerte. Se sabe ahora que aquellos que sobreviven pueden quedar con secuelas en la función pulmonar, en la función cardiaca y también en la salud mental.

Al comportarse como una pandemia ha afectado prácticamente a todos los países y a todos los estratos socioeconómicos. Sus efectos se han manifestado también en la actividad económica y financiera de todos los países en mayor o menor grado.

México ocupa el nada honroso, primer lugar en cuanto a la tasa de letalidad con 8.8 fallecimientos por cada 100 habitantes infectados de acuerdo con lo reportado por la Universidad Johns Hopkins. Respecto a la tasa de mortalidad (que representa el número de muertes por cada 100,000 habitantes de la población general) nuestro país se encuentra en el séptimo lugar.

Esta es una guerra, contra un enemigo submicroscópico altamente mortal y ubicuo, en la que el ejército de avanzada es el personal de salud en primera línea. Si bien las líneas del frente son las más expuestas al riesgo es innegable que por lo mismo deben ser las más protegidas y mejor equipadas. Desafortunadamente no siempre ha ocurrido así según se desprende del análisis de los fallecimientos ocurridos entre el personal de salud en nuestro país y esto puede ser multifactorial.

Así que no sorprende que la revista médica The Lancet publicara que en nuestro país ha muerto más personal sanitario que en ningún otro lugar, una de las razones mencionadas es que en un principio no se le dotó a los médicos y enfermeras que están en contacto con los pacientes afectados por la COVID-19 del suficiente equipo de protección personal según declaraciones de la directora de la Organización Panamericana de la Salud. Por lo que en abril del año pasado la Facultad de Medicina y la fundación UNAM implementaron la campaña “Dona un kit. Protege a un residente” y un reporte de Amnistía Internacional mencionaba que en un lapso de 6 meses (28 de febrero al 23 de agosto) se habían infectado 97,632 trabajadores del personal sanitario y para el 3 de septiembre del 2020 habían fallecido 1,320 personas, mientras que en Estados Unidos el número de fallecidos era de 1,077 y en el Reino Unido 677.

Y no solamente eso, el estrés físico y mental al que están sometidos en una unidad de cuidados intensivos o en urgencias en el triage respiratorio e incluso en cualquier área de internamiento. Inexplicablemente se han presentado casos de agresión al personal de salud por miedo al contagio.

El sitio de internet Medscape en español realizó una encuesta a 2,905 trabajadores de salud de España y algunos países de América Latina, con el fin de indagar si se vacunarían contra la COVID-19, los resultados fueron los siguientes: el 76% contestó que cuando hubiera una vacuna disponible se vacunaría y el 24% restante dijo que no lo haría, es decir, una cuarta parte de los trabajadores de salud no se inmunizaría a pesar de ser población de riesgo elevado. Las razones aducidas fueron: les preocupa que no sea una vacuna segura (43%), prefieren esperar un poco antes de aplicársela (37%), escepticismo acerca de su eficacia (6%), comorbilidades que les impiden vacunarse (2%) y por otras razones (12%).

El personal sanitario, enfermeras y médicos, camilleros, laboratoristas y personal administrativo que está en primera línea tienen que cumplir jornadas agotadoras, sometidos de manera constante a un estrés físico y mental. El 83% de los médicos tienen temor de ser contagiados por un colega o por un paciente.

La tasa de letalidad en nuestro país se ha mantenido casi constante, alrededor de 9.5% según lo informado por la UNAM. El Senado de la República otorgó el año pasado la Medalla Belisario Domínguez (quien por cierto además de senador fue médico oftalmólogo con un gran sentido social y filantrópico) a las personas integrantes del Sistema Nacional de Salud “por su incansable lucha contra el COVID-19 en México” la cual será entregada en febrero de este año en sesión solemne.

El año 2020 concluyó con 5,044 casos activos de COVID-19 entre el personal de salud, correspondiendo 487 a Jalisco nuestro Estado. Con un total de 2,397 fallecimientos; el 48% de los cuales fueron médicos el 70% de los fallecimientos corresponden a hombres y en números totales y hasta el 28 de diciembre pasado se acumularon 182,246 contagios en todo el país entre el personal sanitario.

Por ello, y debido a que el personal de salud está dentro de la población de más alto riesgo es lógico que se les haya dado prioridad en recibir las primeras vacunas, aunque no han faltado lidercillos sindicales que se han aprovechado y se han “colado” con todo y familiares entre los vacunados, aunque no les correspondía en este país en donde “el que no transa no avanza”.

De estas tablas se desprende que la mayor proporción de casos se presenta en mujeres (60%) aunque la mortalidad es mayor en hombre (70%), así mismo, aunque el 42% de los casos se presentó en personal de enfermería la mayor mortalidad se obtuvo en médicos y médicas (49%).

Ciudad de México, el Estado de México, Veracruz, Puebla y Tabasco son las entidades con más defunciones entre el personal de salud. El total de trabajadores sanitarios que se han infectado por el SARS-CoV-2 hasta el momento de escribir este trabajo son más de 195,558 de los cuales han fallecido 1,744 personas, según lo reportado por el director general de epidemiología, el Dr. José Luis Alomía. Es por esta razón que se ha decidido vacunar en primer lugar al personal sanitario que es el que está más expuesto al contagio. Hasta la fecha se han vacunado 329,983 integrantes del personal de salud.

En la revista de la UNAM de diciembre del 2020 se muestra la afectación sobre el personal de salud:

En lo que respecta la afectación de acuerdo con la presencia de comorbilidades y a la profesión las cifras son las siguientes:

Siempre atentos a cualquier llamado para mejorar la salud han sido convocados también para formar parte de las brigadas de vacunación aquellos estudiantes y académicos de medicina, enfermería y odontología que quieran participar en esta titánica tarea.

¡Vaya esta contribución de “La Medicina en la Filatelia” dedicada a todos aquellos que día y noche luchan sin cesar para preservar la salud de miles de pacientes atendidos en diferentes hospitales públicos y privados!

Honor a quien honor merece.

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