Una vez más el Señor nos invita a buscarle, a acercarnos ante su presencia. Este tiempo es el tiempo favorable en el que estamos llamados a volver a casa, hacer un alto y mirar atrás para rectificar nuestra vida. Este evangelio es muy esperanzador, pues quien nos llama, no nos excluye por ser pecadores o por habernos equivocado, sino que nos invita a regresar sin temor, sabiendo que nuestro Padre amoroso es quien nos recibe y espera para curar nuestras heridas y ofrecernos un estilo de vida mejor, pues nos lleva a aguas tranquilas.
Esta invitación le viene a dar sentido a nuestra existencia, es una llamada directa al corazón, pero de nosotros depende si aceptamos esta invitación, si dejamos que esta palabra haga eco en nuestro interior y nos permitamos entregarle nuestra carga a Jesús para que de alivio a nuestra alma.
Pidamos hoy la gracia ser mansos y humildes como lo es Jesús, y reconocer que solo podemos vencer las pruebas si caminamos apoyados en Él.