El evangelio de hoy nos propone un tema importante para nuestra vida; la fe y el perdón. Nos invita a reflexionar sobre el tamaño de nuestra fe y nos dice que si tan solo fuera pequeña como un grano de mostaza con eso bastaría, pues la fe nos lleva a la acción, a obrar según la voluntad de Dios y no es arrancar un árbol y cambiarlo de lugar, sino algo mucho más importante, amar a nuestro prójimo.
Descubrimos constantemente que no logramos aceptarlos o amarlos y es precisamente porque no tenemos fe y pensamos que es imposible de realizar, pero no es así, este evangelio nos propone para lograrlo, la oración.
Por medio de la oración recibimos la gracia para poder actuar, descubrir que nosotros no podemos solos, necesitamos la ayuda de Dios, ponernos en sus manos, pero también de nuestra parte, el deseo de querer realizarlo, nos invita a descubrir que el camino para seguirle no es fácil y encontraremos obstáculos e inclusive lleguemos a pensar que es imposible llegar a amar. Nos llama a no desanimarnos, pues no siempre recibiremos buena respuesta y quizá nuestros ánimos lleguen a decaer. Nos invita para que nuestra actitud contra aquellos que se equivocan y fallan sea de perdón y comprensión, permitiendo la oportunidad de redimirse, así como Dios nos da la oportunidad a nosotros.
Pidamos a Dios que nos conceda la fe para poder amar y aceptar a nuestro prójimo, tomando como modelo a Jesús que ha venido al mundo y enseña de que manera debemos a amar.
