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Reflexiones en la fila de la gasolinera

Por 22 enero, 2019noviembre 26th, 2019Convocatorias

Mtro. A. Gabriel Orihuela Escobedo • Docente Plantel Guadalajara

 

 

El tanque de gasolina amenaza con quedarse vacío, así que aquí estoy, en una fila que se antoja para un par de horas. Mientras, aprovecho el tiempo escribiendo para mi columna algunas dudas que me surgen conforme avanzan los autos:

¿Por qué se ha comunicado tan mal durante el operativo? ¿Por qué no avisar con antelación, por un efecto sorpresa que de todas maneras duró algunas horas? ¿Por qué tardaron más de una semana en ofrecer una disculpa por las molestias?

Es relativamente sencillo hacer un mapa con las estaciones que sí tienen combustible en una ciudad, ¿por qué nadie, ni el gobierno federal, ni el estatal, ni los gasolineros, crearon uno que sí funcionara? ¿Tan poco les importa el ciudadano?

¿Cómo construimos una ciudad con un transporte tan inviable? La urbe creció de tal forma que ahora todo nos queda lejos. El observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos ha documentado que los tapatíos dedicamos, en promedio, 1.6 horas al día a transportarse, pero hay algunos que pueden tardar hasta 3 horas.

La mayoría de estos últimos usan el transporte público –caro, ineficiente, indigno–, pero muchos otros han optado por el auto. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en 2000 había 848 mil 533 coches en Guadalajara, pero para 2017 eran ya 2 millones 328 mil 262. Esto significa que en este periodo se sumaron a las calles tapatías 10 autos cada hora.

Por otra parte, más allá de la construcción del Macrobús, la puesta en marcha del programa MiBici y la ilusión de que alguna vez terminen la línea tres del Tren Ligero, poco se hizo para promover otros esquemas de movilidad.

¿Por qué parecemos incapaces de organizarnos? Es cierto, la mayoría de las personas se comporta con orden y hasta cortesía, pero los llamados ciudadanos y oficiales a racionar el consumo y rotar los días de carga de combustible no tuvieron éxito.

Además, no faltan los casos de conductores que se meten en la fila, los que intentan –a veces con éxito– cargar bidones y bidones de combustible, los que se pelean en las estaciones y los que corrompen a los despachadores para que les carguen más gasolina. Ya ni hablar de quienes hacen fila en las estaciones cerradas, algunos de los cuales han declarado a los medios que han pasado desde 8 hasta ¡24 horas! en la línea.

¿Por qué el gobierno estatal y los municipales parecen más preocupados por pelear con el federal que de ver por el bienestar de sus ciudadanos? Más patrullas y agentes viales en las estaciones hubieran hecho mucho por ordenar la situación.

¿Qué tanto aportan los medios a la mesura y qué tanto a la desinformación? Muchos hicieron un trabajo admirable al contar el contexto del fenómeno: nos dijeron cómo y dónde creció el robo, señalaron culpables, entrevistaron a algunos de los ladrones, y hasta crearon redes de ayuda.

Pero otros echaron mano de un arsenal de adjetivos que no parece describir con precisión lo que está pasando. O llevan más de una semana haciendo el que parece el mismo sondeo.

¿Podemos confiar en las cifras de los beneficios y costos del operativo? Como reportero de economía, he atestiguado cientos de veces los cálculos catastróficos de algunos representantes empresariales: todos los años sus ventas “caen” 10 o 20 por ciento que en la temporada anterior. A ese ritmo, ya no habría negocios en el país.

Seguramente el desabasto ha tenido un impacto significativo, pero lanzar cifras sin mostrar el sustento de éstas se puede prestar más a razones políticas que económicas.

De la misma manera, hasta que el gobierno federal presente evidencias de sus dichos, muchos ciudadanos pensarán que se trata sólo de propaganda.

¿Aprenderemos la lección? La gasolina no durará para siempre. Un informe liderado por la Universidad de Stanford reportó que el uso de energías fósiles podría acabar en 2050, aunque es optimista al predecir que las fuentes renovables podrán abastecer para 139 países, 99 por ciento del consumo mundial. ¿Y si somos una de las otras naciones?