Este evangelio nos relata el llamado de Mateo, un hombre que estaba sentado en el mostrador de impuestos cuando Jesús le pidió que lo siguiera. Los fariseos se escandalizan por el comportamiento que tiene Jesús al elegir a personas que ante sus ojos no son de lo mejor, ya que además le han visto comer con publicanos y pecadores.
Con este relato nos damos cuenta cómo es que Jesús no mira nuestra condición, no le importan nuestras enfermedades, ni limitaciones, sino que ve a la persona, nos mira a nosotros con amor y misericordia, porque el mismo lo ha dicho; que no ha venido por los sanos, sino por los pecadores y enfermos.
Él comprende nuestras debilidades, entiende que somos tentados en nuestro corazón y nuestra voluntad se ve constantemente perturbada, y quizá también nosotros mismos pensamos que Jesús se equivoca al llamarnos, porque nos sentimos indignos, pero el Señor ve más allá, somos especiales y nos elige porque confía en nosotros, nos ama y al igual que a Mateo nos mira con asombro y nos invita a ser uno de sus amigos.
Pidamos hoy al Señor que nos permita experimentar en este día su amor y nos ayude a no dudar de la invitación que nos hace a seguirle.
