En el relato de este evangelio, nos encontramos a Jesús en un diálogo con los fariseos, que al igual que muchas personas le siguen, pero ellos no con la intención de escuchar un mensaje o para pedir algún favor, sino que le siguen para ver qué hace y poder acusarle, y además le piden que haga un milagro, pues necesitan que a través de un signo demuestre que en realidad es el Hijo de Dios.
Nosotros podemos caer en esta misma tentación dé querer pedir a Dios que nos de señales y signos para creerle, le tentamos, y cuando pedimos un favor, queremos que sea como nosotros lo deseamos o pensamos, y si no resulta como lo esperamos dudamos de que nuestra petición no ha sido escuchada o aun de su existencia.
No dejemos que la ceguera nos aleje de esa posibilidad de reconocer que todo lo que tenemos y todo lo que recibimos viene de Dios, y que si en muchos momentos no recibimos lo que pedimos, es porque Dios que es bueno no nos dará lo que no conviene para nuestra salvación.