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La incapacidad del anonimato: Parte II

Diego Andrés Joya Flores • Alumno Mercadotecnia Integral

 

El desasosiego por la protección de la privacidad va a la par con la innovación tecnológica. Antiguamente sólo eras rastreable por lo que hacías dentro de un navegador, así la publicidad y contenido se orientaban a tu actividad online. Hoy en día, se especula que hasta los dispositivos con micrófonos integrados y conectados a Internet – tales como un smartphone o altavoz inteligente al estilo de Google Home o Amazon Alexa – pueden escuchar tus conversaciones, recopilando datos útiles para “servir al usuario”. Algunas de estas teorías son firmemente negadas por las empresas, pero fácilmente comprobables por cualquiera con alguno de estos aparatos.

Organizaciones defensoras de los derechos del consumidor han dado golpes a la fama de Google, presentando investigaciones con titulares tan directos como: Google no protege la privacidad de sus usuarios. Escupen su tesis con obviedad. Sin que sea necesario leer otro párrafo, a muchos ya nos llegan ideas realistas mientras otros no tienen ni idea del alcance.

Al día de hoy el ecosistema de Google abarca desde su original motor de búsqueda, servicios de almacenamiento en la nube, redes sociales, hasta streaming de contenido. También han desarrollado productos tan populares como el sistema operativo Android. El objetivo de la empresa es abarcar la mayor cantidad de nichos posibles; si no lo inventa, lo compra, cómo fue el caso de Youtube en 2006, con tan sólo 29 meses en la red para ese entonces. Por ejemplo, en su libro Big Data: La revolución de los datos masivos, Viktor Mayer-Schönberger, habla de cómo en 2009 Google logró predecir la magnitud de la gripe H1N1 incluso meses antes que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, únicamente analizando el volumen de búsquedas relacionadas a los síntomas.

“OK, Google. Dame la ruta al trabajo… Llama a Luis… Establece una alarma… ¿Qué significa inefable?” El estilo de vida se acomoda alrededor de estas herramientas. Obtenemos cantidades infinitas de conocimiento inmediatamente; pensar en lo que era el mundo antes de esto para algunos es difícil dada la dependencia que han generado.

Y a todo esto… ¿Qué hay de malo? Sí, nuestra intimidad. Sí, la dependencia. Al final, la rutina pesa de menos dificultades ¿cierto?; Ahorrando viajes a la biblioteca, manteniéndonos informados, entretener a modo, comunicar y un largo etcétera.

La ciencia ficción no está tan lejos. Obras cómo 1984 de Orwell, son mencionadas en abundancia al pronunciar éste tipo de temas, con buena razón, dado el inmenso poder que estamos otorgando sobre nuestras vidas. Decía el dramaturgo Fernando Rojas: A quien dices tu secreto das tu libertad.