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La dimensión espiritual

Dra. María Cristina Martínez Arrona • Jefa de Universidad a Distancia

 

“La relación espiritual es mucho más preciada que la física”

(Mahatma Gandhi)

Una característica de la persona religiosa es su libertad y capacidad de acción moral al servicio de la paz, de ahí la afirmación del papa Francisco (2017) “la violencia es ausencia de una religiosidad auténtica”. El siglo XXI ha estado enmarcado por el predominio de la racionalidad, de avances científicos y tecnológicos, y junto con ello, de intolerancia religiosa. Son varios los factores de esta intransigencia religiosa; posturas ideológicas, intereses económicos, entre otros, pero es importante considerar, que, se está desvirtuando una dimensión constitutiva del ser humano y de la sociedad: la dimensión religiosa.

Cuidar la alimentación, la actividad física, la salud, no se cuestiona; la importancia de relaciones, ambientes sanos de convivencia, de valor a la familia y fomento de la amistad es una tarea constante; trabajar con las actitudes, las emociones y los sentimientos, aspectos psicológicos y conductuales de la persona es esencial; pero acciones como la bondad, el amor, el arrepentimiento, la creatividad, el arte, la imaginación, la intuición, el sentido, la trascendencia, la capacidad simbólica, el compromiso, como el poder ir más allá de los límites, son aspectos que corresponden a la dimensión religiosa-espiritual de la persona.

El término espiritual viene del latín spiritualis ‘relativo al espíritu’ y ser religioso viene de religiosus ‘religado’, su significado está más afín con la intensidad que tiene una persona para relacionarse con lo trascendente. Son diferentes conceptos y tienen distintas posibilidades de interacción, situación que ha aprovechado muy bien nuestra sociedad global capitalista, mercantilizando y proliferando creencias denominadas ‘nuevos movimientos religiosos’ o ‘sectas’ por algunos autores, entendida esta como “conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica”.

No todos los movimientos religiosos buscan una experiencia con lo trascendente, sino que responden a intereses económicos a través de manifestaciones sensuales, consumistas y terrenales. El valor del sacrificio se convierte en búsqueda de bienestar, y las prácticas religiosas en deseos de superación personal, mutilando la capacidad que tenemos de dar respuesta a los grandes interrogantes de la vida, y de cuestionarnos por situaciones que nos trasciendan. Algunas de sus características son: estructura piramidal, grupos cerrados, sumisión a un director, proselitismo constante, defensa a nuevas formas de vida, instituciones totalitarias que anulan la libertad de la persona, y no hay mejor forma de dominar que quitar la libertad.

Lo espiritual es inherente a lo religioso, no se puede ser religioso sin ser espiritual (a menos que se viva una práctica religiosa sin sentido), hay una sola religiosidad constitutiva del hombre, y existe una variedad de religiones, de tradiciones religiosas y expresiones simbólicas institucionalizadas, es de vital importancia, que la dimensión religiosa no sea víctima de nuevos movimientos religiosos que sólo buscan un interés ideológico o económico, esclavizando con ello nuestra persona.

 

Publicado en el Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del Domingo, 11 de agosto de 2019.