Mtra. Mariana Rábago Agredano, Ciencias de la Comunicación, Lenguajes y Multimedia • Plantel Guadalajara
Bajo el principio de la idiosincrasia mexicana de que tanto nos repiten una frase, que terminamos por asumirla como verdad, es que muchos líderes nos conducen como pastores al campo que les convenga. Ahora, nos llevan al terreno de la “cuarta transformación” de la administración federal que recién comienza funciones.
Esas famosas transformaciones, son hechos de la historia protagonizados por valientes y que por su trascendencia han marcado un antes y un después en la vida de nuestro país, asumiendo que el resultado fue una evidente mejoría: la Independencia (1810 a 1821), la Reforma (1858 a 1861) y la Revolución (1910 a 1917).
El mandatario López Obrador quiere situar a su sexenio al nivel de esos tres momentos y entonces es cuando cuestionamos, ¿qué hará para convertirse en el héroe valiente, libertador, reformista y revolucionario que venga a “sacarnos de la miseria” social, económica, de violencia, de educación, de corrupción…? Y aquí cada quien continúe en su mente la lista de los temas urgentes que hay que resolver.
Sólo la historia juzga a la historia, es decir, los efectos de lo realizado son calificados a través del tiempo y únicamente así, se posiciona a sus líderes como valientes o sólo trascienden como arrogantes que pretendieron salvar a su patria con retórica.
Andrés Manuel tiene alfombra roja para fungir como el héroe que prometió ser en campaña, con la mayoría de sus aliados en las cámaras y el apoyo de “su pueblo”, ese que ahora es su nuevo dueño, como lo dejó claro el pasado 13 de noviembre tras una reunión con los gobernadores que estarían involucrados en la construcción del Tren Maya, haciendo suyas las palabras del finado Hugo Chávez expresidente de Venezuela, en el 2009, sólo modificando la geografía: «Mi amo es el pueblo de México, yo ya no me pertenezco».
Y aunque legalmente su sexenio comenzó el primer día de diciembre, el señor comenzó a gobernar al finalizar el 4 de julio, el mismo día de las elecciones; desde entonces y también en su toma de posesión hizo el llamado a unificar ideologías, preferencias y a sumarse a la cuarta transformación; se estrenó con un manto de perdón para todos quienes había prometido castigar por ser la mafia del poder, con un impasse a la reversa del gasolinazo, con consultas al pueblo sobre diversos temas que valide sus decisiones y también con un referéndum a los 2.5 años de su administración para que el pueblo diga si quiere que siga gobernando o deje el cargo y podemos seguir sumando… pero ¿algo de esto lo perfila en la línea rumbo a esa cuarta transformación?
Cada cambio de gobierno, las voces del pueblo piden lo mismo con la diferencia de que las inminencias de los fracasos han convertido esos problemas en hechos que desesperadamente han sido insalvables: inseguridad, pobreza y educación.
Es complejo pero no difícil ser un valiente transformador en nuestro país, si se tiene el poder y la voluntad y queremos creer que el presidente López tiene ambos. Se acabó el discurso y hay que actuar, dar ese grito de guerra que resuelva los temas de violencia, precariedad y derechos humanos.
Con que satisfaga esto que por tantos años nos han quedado a deber los gobiernos, podría escribir una historia en vías de esa cuarta transformación pues, de lo contrario, todo será sólo un triste y sarcástico corrido.