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Reinterpretación ufológica de las sagradas escrituras

Dr. Fabián Acosta Rico • Docente-Investigador UNIVA

 

Las antiguas antropogonías describen en términos míticos la creación del ser humano. La Biblia misma expone en el Génesis el nacimiento de Adán y de su compañera Eva. Este relato en tiempos en que todavía imperaba el dogma cristiano fue interpretado literalmente. Los hechos descritos en él tuvieron un valor sagrado e histórico para los pueblos de occidente durante toda la Edad Media, el Renacimiento y comienzos de la era moderna. El espíritu racionalista y el cientificismo galopante se encargaron de desmentir las viejas verdades de la Revelación anteponiendo pruebas y argumentos sustentados en datos objetivos y teorías científicas.

No hubo una creación como tal de parte de un Dios celestial todo poderoso, sino una larga evolución, de millones de años, que condujo a los seres unicelulares, del caldo primordial de Oparin, de su sencillez biológica a la sofisticación de las creaturas pluricelulares que darían origen a las plantas y finalmente a los animales y sobre todo a los mamíferos más desarrollados entre ellos el ser humano.

Los textos antiguos sagrados con sus narrativas creacionistas quedaron relegados en la gran biblioteca de la humanidad a la sección de libros de literatura fantástica. En su rescate, autores como Mircea Eliade, George Dumézil, Heinrich Zimmer, Joseph Campbell… destacaron su valor simbólico sagrado; señalando que el mito mapea aspectos profundos de la psique humana individual y colectiva como lo reconoció y demostró Carl Gustav Jung.

En consonancia con la civilización industrial, los mitos antiguos de la creación fueron reinterpretados desde nuevos índices que apuntaban a la creación de una neo-mitología ufológica que comenzó su exégesis del pasado mítico o legendario desacralizándolo como lo hace el ufólogo suizo, Erich Von Däniken, en sus obras El retorno de los dioses y recuerdos del futuro; para Däniken las claves para entender el fenómeno ovni están en el pasado más distante; sostiene que las civilizaciones antiguas, como las mesopotámicas y la propia judía, avistaron, y aún más, tuvieron contacto con viajeros de otros planetas que llegaron hace miles de años a la tierra. Estos contactos se remontan a la génesis o creación de la humanidad. Estos seres habrían sido sus autores. Para demostrarlo reinterpreta los textos antiguos evitando explicaciones de orden simbólico o metafórico. Sí hubo un Edén, un Paraíso, donde un ser creador y divino depositó a Adán y a Eva. Dicho ser a quien las religiones judía, cristiana e islámica llaman Dios, no lo fue en realidad, y para demostrarlo acuden no sólo a la Biblia, sino a otros textos apócrifos que complementan y sustentan sus afirmaciones; con las que pretenden desmitificar al Dios del teísmo judío-cristiano haciéndolo pasar por un astronauta poderoso de un mundo remoto. Estas relecturas de la Biblia van fraguando nuevas ideas religiosas a partir de creencias antiguas. Los ángeles bajo esta neo-mitología ya no son creaturas celestiales ni divinas, sino alienígenas; Yahvé sería uno de ellos claro el de mayor jerarquía y poder; pero en esta degradación ufológica perdería sus atributos divinos incluso dejaría de ser considerado inmortal.

En esta construcción de la que podría llamarse una teología ufológica tal y como la entiende el Salvador Freixedo, persistirá en ella la intención de desacralizar los hechos bíblicos dándoles una reinterpretación más acorde con la mentalidad moderna. Los ejemplos de estos esfuerzos son muchos y de lo más variados; ríos de tinta corren de parte de los autores partidarios de la teoría de los alienígenas ancestrales. Däniken, por ejemplo, interpreta la rebelión luciferina propiciada por la creación del hombre como un verdadero motín entre extraterrestres que se rebelaron contra su comandante Yahvé (Däniken, 1997, pág. 14). Le saltan a Däniken las suspicacias teológicas en su abordaje de dicha insurrección, en primer, lugar se pregunta si el cielo no es como lo describe la doctrina cristiana: un lugar divino de paz y dicha; todo lo contrario, en él hay cabida para las intrigas y motines como el encabezado por Ismael (o Luzbel) (Däniken, 1997, pág. 15).

El ángel caído, después de ser expulsado del cielo junto con sus correligionarios, sedujo a Eva y la hizo pecar tentándola a desobedecer a Dios o teniendo una relación carnal con ella. Aquí nuevamente el ufólogo se cuestiona si no pudo Yahvé en su omnisciencia y omnipotencia haber previsto el pecado de Eva o incluso haberlo evitado. Lo anterior significará que el Dios de estas leyendas judías o pasajes bíblicos no es el Dios de los tratados de filosofía y teología. Será quizás uno entre muchos dioses nacionales o tribales o como Däniken prefiere calificarlo: un visitante de algún confín del universo.

Podríamos objetarle a nuestro ufólogo que los textos en los que basa sus apreciaciones son algunos de los denominados apócrifos, los cuales, al ser considerados no revelados, han sido descartados por el canon cristiano y, por tanto, los teólogos más ortodoxos no acuden a esta literatura y simplemente la descartan en sus disertaciones acerca de la naturaleza de Dios.

Ensayándose como teólogo, Däniken también hace una defensa de sus tesis y citando directamente a la Biblia, en su pasaje sobre la creación de Adán, nos pide que advirtamos que en este acto creacional divino, Dios habla en plural; en el Génesis 1:26 se lee: “hagamos el hombre a nuestra imagen y semejanza”. Dándole una interpretación literal, el autor de Recuerdos del futuro se cuestiona ¿Por qué el Dios único utiliza el nosotros y no el yo? (Däniken E., 1980, pág. 38) ¿Acaso eran muchos los creadores? En este punto los exegetas bíblicos podrían refutar que ésta es una cuestión de estilo o incluso de traducción. Era común hasta hace unas décadas que reyes y papas hablaran en plural en su condición de representantes de una colectividad o comunidad.

Indagando en otros relatos bíblicos y pasándole la lupa desacralizante de su militante ufología cree encontrar también indicios de la intervención alienígena en muchos de los sucesos narrados en el Antiguo Testamento; entiende la destrucción de Sodoma y Gomorra en términos de una hecatombe nuclear; los ángeles decepcionados de sus creaciones deciden destruirlas mediante el fuego atómico salvando únicamente a Lot y a su familia; pero su curiosa esposa no pudo vencer la tentación de contemplar la destrucción y fue alcanzada por el sol atómico (Däniken E. , 1980, pág. 38). De igual forma sostiene que Ezequiel tuvo un verdadero avistamiento ovni y que incluso los visitantes del cielo lo subieron en su nave y hablaron con él confiándoles una misión: restaurar la ley en su país (Däniken E., 1980, pág. 40).

Para nuestro autor, los extraterrestres distaban de ser sólo visitantes interplanetarios ocasionales, por sus acciones y el papel que supuestamente jugaron en la historia sagrada califican como guías benévolos y a veces también malévolos, a quienes les debemos la existencia de nuestra especie. Desde esta interpretación, el Arca de la Alianza pasa a ser un apartado de intercomunicación que los ángeles o astronautas de la antigüedad le encomiendan fabricar a Moisés (Däniken E. , 1980, pág. 41).

Noé por su parte es descrito como un híbrido de ángel y humano. Su padre Lamech advirtió desde su nacimiento cuan diferente era aquel niño respeto a su familia. Interroga a su esposa y aunque esta le jura que es suyo, no le cree. Le pregunta a su padre Matusalén; quien acude a Enoc para que le precise el origen del infante. El sabio le respondió con una trágica profecía: sobre la tierra caerá un gran cataclismo, un diluvio, la humanidad y con ella el resto de las creaturas serán aniquiladas. Este castigo pesa sobre los hombres y mujeres por su vida sórdida y disoluta. El niño, cuyo origen tanto intrigaba, tendría la misión de salvar a unos pocos, en un arca; para evitar que las especies animales y la humanidad desaparecieran totalmente. Lamech no tenía más remedio que aceptar aquel niño como suyo y llamarlo como se lo encomendaron Noé. Para Däniken nuestros creadores, los alienígenas que se hicieron pasar por dioses, no se sintieron satisfechos con los primeros seres humanos; los encontraron defectuosos y en una cadena de ensayo y error los destruyeron y volvieron a rehacer hasta que el resultado final realmente los satisfizo.

Posturas como las de Däniken por obvias razones atentan contra el monoteísmo judeocristiano; a mi entender estas no tienen la robustes teologal para transformarse en un credo religioso de corte ufológico. ¿Quién estaría dispuesto a rendirle culto a los alienígenas de la antigüedad? Pero su menoscabo y reinterpretación de los libros sagrados es apenas un primer paso hacia el eclipsamiento del Dios del teísmo.

Autores como Zecharia Sitchin exploran el universo de los mitos antiguos de las culturas de Medio Oriente sosteniendo que muchos de ellos, en especial los bíblicos, no son más que versiones abreviadas en tono teísta de los antiguos mitos sumerios. Y a su vez dichos mitos están inspirados en toda una saga extraterrestre, que data de los lejanos tiempos en los que todavía no existía o no había sido creado el homo sapiens.

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