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Especie humana, diálogo fe y razón: Primera Parte

Dr. Fernando Sánchez Martínez • Docente UNIVA Guadalajara y UNIVA Online

 

Los acontecimientos que se están desarrollando a nivel global, son el resultado del acontecer histórico de nuestra época. La problemática que el COVID-19 ha traído a la humanidad no tiene precedentes históricos. Aún así, a pesar de este gran flagelo, pareciera que la humanidad vive ensimismada sin importarle lo que sucede a su alrededor, “estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia” (Fratelli Tutti 12).

La convivencia y el respeto al otro son imprescindibles para salir adelante, ya que, como especie, todos pertenecemos a una misma -el homo sapiens- somos hermanos, todos tenemos un mismo origen, tanto desde el aspecto teológico como desde el científico, específicamente la paleoantropología.

En el teológico, Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, es decir, “ser imagen de Dios y, por tanto, criatura espiritual, significa que el hombre está naturalmente abierto al Absoluto. Esto se traduce en el deseo de la unión con Dios que es su única perfección. Por eso, la imagen está en tensión hacia la semejanza con Dios, que expresa la posesión del fin prometido” (Cobo, 2018, p. 179).

Desde el ámbito de la paleoantropología, la especie homo de la cual se desconoce hasta el momento su origen, abarca prácticamente tres ramas en la taxonomía general, el homo temprano que surgió hace aproximadamente 2,8 millones de años y que abarca al homo habilis, homo rudolfensis, los cuales parece ser pudieron haber cohabitado. La segunda es la del homo pre-moderno, que constituye el homo ergaster, homo erectus, homo heidelbergensis, homo antecesor, homo neanderthalensis, homo floresiensis, los cuales datan en este orden desde hace 1,85 millones de años hasta los 17 mil años atrás. El tercero y último es el homo anatómicamente moderno, al cual pertenece el homo sapiens, el cual surgió tan solo hace 200,000 años. De este existen algunas diferencias, ya que genéticamente, se ha comprobado que desde el momento en que abandonaron África, discreparon morfológicamente, así como la mezcla e hibridación de algunas poblaciones de homo anatómicamente moderno con las del homo pre-moderno (Martínez, s.f.).

Siendo así, ¿por qué tendemos como sociedad a segregar, señalar y discriminar por diferencias culturales, religiosas, color de piel u origen, llamando a ello razas?

Esta palabra no tiene fundamento biológico, es más ideológico, ya que tiende a denostar la dignidad del otro como persona, como hijos de Dios que somos, independientemente del origen, cultura, religión o lengua…

 

 

Si al lector le interesa profundizar en el tema de esta columna, comparto las siguientes referencias:

Cobo, S. (2018). La imagen de Dios en el hombre en la teología de lo Sobrenatural de Henri de Lubac. Teología y vida, 59(2), 171-190. Recuperado de: https://dx.doi.org/10.4067/s0049-34492018000200171

Francisco. (2020). Fratelli Tutti. Recuperado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html

Küng, H. (2013). En busca de nuestras huellas. La dimensión espiritual en las religiones del mundo. México: Debolsillo Martínez Latrach, F. (s.f.). El género homo. Recuperado de: https://antropologia.uc.cl/images/archivos/el%20genero%20homo_martinez.pdf

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