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¿Perteneces?

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo

 

Hablar del sentido de pertenencia no es solo mencionar una frase de uso común, es sentirse y saberse parte de algo. Es muy común hablar de ello en las organizaciones estudiantiles, en los clubes sociales y, por supuesto, en los ambientes laborales.

Para que todo el equipo se dirija hacia la misma dirección, con los mismos intereses y construyendo esa identidad, se debe tener la misión y la visión muy claras, objetivos que sean cumplidos con la suma de las acciones de cada uno de los miembros del equipo y por supuesto, con un liderazgo situacional.

Las relaciones laborales y el ambiente en el que estas se desenvuelven, para que sean en positivo, deben construirse de tal manera que todos los colaboradores se sientan incluidos y que se reconozca que su trabajo es tan importante para la misión, como el de cualquier otra persona, sin importar su jerarquía. Con esto no me refiero a los cursos que suelen darse en las empresas como los de trabajo en equipo, liderazgo, relaciones públicas, actitud de servicio, etc., me refiero a actitudes reales en el día a día.

Quien no tenga el sentido de pertenencia desarrollado, sentirá que está en el lugar equivocado, su productividad no será completa y además podrá dejar ese trabajo para irse a otro en el que se sienta más cómodo y que sí forma parte de ese círculo. Esta rotación de personal es costosa no solo en lo económico, también por la curva de aprendizaje que conlleva suplir esas vacantes y para el cumplimiento de los objetivos.

El salario emocional, que son todas aquellas retribuciones no económicas que recibe el colaborador y que le ayudan a crecer personal y profesionalmente, cuenta con 10 factores que lo caracterizan, como: la autonomía para gestionar proyectos propios, el pertenecer a un grupo que valora y reconoce a la persona, la creatividad, el rumbo que se desea tomar en la carrera profesional, la diversión, la satisfacción del trabajo bien hecho, la inspiración, el crecimiento personal y por último, el sentir que el trabajo contribuye al propósito propio.

Cada uno de estos enunciados, conlleva una serie de acciones propias de la empresa que van a permitir al colaborador sentir una mayor satisfacción y mayor compromiso con la organización. No podemos olvidar que los principales embajadores de una compañía, son sus propios colaboradores, por ello hay parámetros para calificar a aquellas que tienen las mejores prácticas laborales.

Quieres tener a los mejores colaboradores, sé el mejor patrón. Suma la retribución económica al salario emocional y tendrás equipos colaborativos y comprometidos para cumplir con los objetivos y ayudarte a lograr tu misión.

No todo es cultura organizacional teórica, ponla en práctica y entonces verás resultados en tu empresa.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 23 de julio de 2021.

Obras insignes

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

En países como el nuestro, resulta muy difícil para el gobierno en turno, dejar como huella de su paso una obra insigne, es decir, una obra que sea realmente significativa. La dificultad no radica necesariamente en la capacidad económica, sino sobre todo en la calidad de la gestión, es decir, en las cualidades del líder político y de sus equipos, de ahí que a pesar de los límites financieros que padecemos, podamos observar muchas de estas grandes obras en la misma ciudad capital de Guadalajara, dejadas por gobiernos anteriores, por más que en su momento hayan sido polémicas o costosas.

La avenida Lázaro Cárdenas, los túneles de la avenida López Mateos, el puente “Atirantado”, los grandes colectores, las líneas del Tren Ligero, la rehabilitación del barrio de Mexicaltzingo, la Unidad Administrativa del gobierno estatal, los pares viales de Hidalgo y Vallarta, el parque Metropolitano, la Nueva Central Camionera, la conclusión del anillo Periférico y del Macroperiférico, o fuera de la ciudad, la ampliación a cuatro carriles de las carreteras libres que van a Ameca y a Cocula, la carretera Mascota – Las Palmas, etc. son parte de ese muestrario de obras insignes por su permanente utilidad y beneficio para la gente.

También hay que mencionar cómo muchas magníficas obras fueron luego abandonadas y la falta de mantenimiento, disciplina social y previsión arruinaron la inversión hecha en la renovación de banquetas y carpetas de varias calles del Centro, o las redujeron a zonas decadentes y hasta peligrosas, como es el caso del Agua Azul, la Vieja Central Camionera, o las Villas Panamericanas.

El afán protagónico de algunos políticos ha producido igualmente duplicados absurdos, así sucedió que, estando vegetando como elefantes blancos varios edificios de la Plaza Tapatía, se halla preferido invertir en crear nuevos mastodontes como los que se ven ahora sobre la calle Independencia, y que forman parte de la llamada “Ciudad digital”, rodeados de innumerables baldíos, generados por la propia administración, y que permanecen hasta la fecha sin provecho alguno.

La pandemia de las ciclovías es otro buen ejemplo de como una buena idea puede convertirse en una maraña costosa, mal mantenida y con mucha frecuencia inútil por la falta de planeación y continuidad de las rutas. Si en algún momento hubo quien sincronizara los semáforos de la calle Mariano Bárcena – 8 de Julio, para favorecer la ruta habitual de un funcionario, muchas de las ciclovías parecieran haberse hecho con el mismo propósito: hasta aquí llega, porque hasta aquí vive fulano, de ahí para adelante, hágale como pueda.

Lo interesante es que a tres años de la presente administración estatal, todavía no sabemos si habrá obra insigne, sea en lo material que en lo social, pero desde luego que a todo mundo le gustaría poder levantar un extraordinario monumento al político que fuera capaz de erradicar de Jalisco la desaparición forzada de personas, librándonos del deshonroso primer lugar nacional que conservamos en este terrible delito, aún si no resolviese el problema del abasto de agua, o Tlajomulco siguiera sin tren eléctrico. Una obra de tal magnitud opacaría con mucho al Peribús y a cualquier otra iniciativa de orden material que se lograra hacer en los menos de tres años que le restan al gobierno.

¿Cómo disminuir el efecto obesogénico durante la pandemia?

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtra. Kathia Georgina Téllez Pimienta • Docente UNIVA Querétaro

 

Durante los procesos de aprendizaje, nuestro cerebro necesita adquirir especialmente ácidos grasos omega 3 y 6, además de vitaminas, minerales y antoxidantes. Gracias a éstos, se modula con mayor facilidad la señal eléctrica que permite la comunicación interneuronal, favoreciendo la toma de decisiones y la memoria. Sin embargo, es importante evitar la ingesta excesiva de alimentos hipercalóricos, pues son altamente adictivos por su componente hedónico y se están conociendo los daños que las dietas ricas en carbohidratos y grasas causan sobre el Sistema Nervioso Central (SNC).

Nuestro cerebro demanda alrededor del 30% de la ingesta energética diaria, por lo que es necesario obtener glucosa de nuestros alimentos. Dentro de nuestro cerebro tenemos el hipocampo, que es la estructura implicada en los aspectos de la memoria. El tamaño del hipocampo se ve relacionado con la cantidad de glucosa ingerida durante el día, el cual disminuye ante el consumo excesivo o deficiente de ésta, por lo que es indispensable asegurar una ingesta adecuada a través de los alimentos, especialmente frutas y verduras. Otro efecto importante y peligroso que acelera la neuroinflamación y el envejecimiento celular es el aumento de especies reactivas de oxígeno (ROS) que permean la barrera hematoencefálica y provoca el aumento de depósitos de grasa, lo que conduce a aumentar las citocinas proinflamatorias, manteniendo un estado crónico de neuroinflamación. El resultado a mediano plazo es la infiltración de macrófagos (microglía) y su inherente destrucción tisular. Así, la activación de la microglía en la obesidad dada por la dieta hipercalórica es capaz de destruir neuronas vivas, y a largo plazo disminuye la función hipocampal, especialmente la memoria espacial (Reichetl et al., 2018). Aunado a lo anterior, las tendencias mundiales exhiben que el aumento de colesterol, triglicéridos y lipoproteínas de alta densidad en la sangre derivados de la dieta hipercalórica, disminuye el desempeño cognitivo. Lo mismo se ha observado en episodios de hiperglucemia, en los que la resistencia a la insulina impide la degradación de la proteína β-mieloide, cuya acumulación induce la muerte neuronal (Hernández-Ledesma et al., 2020).

¿Cómo podríamos evitar o disminuir estos efectos? Se ha visto que diversos alimentos como la curcumina (ya sea en polvo o té), disminuye no sólo el estado de inflamación sistémica y neuronal, sino también la activación de la microglía, factor de necrosis tumoral y prostaglandinas, bloqueando factores transcripcionales de inflamación por citocinas proinflamatorias y manteniendo el tejido libre de daños por neuroinflamación (Yu et al., 2018). También el consumo regular de vegetales frescos bajo el modelo de la dieta mediterránea, contribuye a la disminución de ROS y posee efectos antiinflamatorios y cardioprotectores.

Bajo las consideraciones anteriores, es necesario remover el ambiente obesogénico que la pandemia trajo consigo. Explicar a los niños el motivo por el cual deben escoger alimentos frescos como frutas y verduras crudos o salteados, carne asada, huevos y lácteos, y eliminar el consumo de dulces, caramelos, galletas y bebidas azucaradas. Para los mayores de tres años, el consumo regular de chocolate con poco azúcar contribuye a la secreción de dopamina, triptófano y serotonina; el problema real es la cantidad y frecuencia de consumo de chocolate con azúcar y grasa. En niños diagnosticados con TDAH funciona muy bien eliminar las bebidas azucaradas, minimizar el consumo de alimentos hipercalóricos, y favorecer el consumo de semillas oleaginosas como nueces, almendras y cacahuates, ricos en ácidos grasos poliinsaturados que también están disponibles en los alimentos de origen vegetal, como el aceite de oliva. Además de cuidar la alimentación, una estrategia infalible para reducir el estrés, la ansiedad y la consecuente necesidad de buscar placer en los alimentos es tener demostraciones afectivas, y permitiendo en casa un ambiente de comunicación, tolerancia y armonía.

 

Si al lector le interesa profundizar en la temática de esta columna, comparto las siguientes bibliografías:

· Álvarez HE, Kahl S, Seelig A, Begovatz A, Irmler M, Kupriyanova Y, Nowotny B, Nowotny P, Herder C, Barosa C, Carvalho F, Rozman J, Neschen S, Jones JG, Beckers J, Hrabe Dam, Roden M (2017). La ingesta aguda de grasas en la dieta inicia alteraciones en el metabolismo energético y la resistencia a la insulina. DOI: 10.1172 / JCI89444

· Hernández-Ledesma AL, Rodríguez-Méndez AJ, Galalrdo-Vidal LS, García-Gasca T, Alatorre-Cruz JM, García-Solís P, López-Reyes J, Solís-Saínz JC. (2020). Perfil lipídico: ¿relación causal sobre el rendimiento cognitivo en la esclerosis múltiple? DOI: 10.1007 / s11033-020-06011-3

· Reichelt AC, Stoeckel LE, Reagan LP, Winstanley CA, Página KA (2018). Influencias de la dieta en la cognición. DOI: 10.1016 / j.physbeh.2018.02.052

· Yu Y, Shen Q, Lai Y, Park S, Ou X, Lin D, Jin M, Zhang W (2018). Efectos antiinflamatorios de la curcumina en las células microgliales. Doi: 10.3389 / fphar.2018.00386

Especie humana, diálogo fe y razón: Primera Parte

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Dr. Fernando Sánchez Martínez • Docente UNIVA Guadalajara y UNIVA Online

 

Los acontecimientos que se están desarrollando a nivel global, son el resultado del acontecer histórico de nuestra época. La problemática que el COVID-19 ha traído a la humanidad no tiene precedentes históricos. Aún así, a pesar de este gran flagelo, pareciera que la humanidad vive ensimismada sin importarle lo que sucede a su alrededor, “estamos más solos que nunca en este mundo masificado que hace prevalecer los intereses individuales y debilita la dimensión comunitaria de la existencia” (Fratelli Tutti 12).

La convivencia y el respeto al otro son imprescindibles para salir adelante, ya que, como especie, todos pertenecemos a una misma -el homo sapiens- somos hermanos, todos tenemos un mismo origen, tanto desde el aspecto teológico como desde el científico, específicamente la paleoantropología.

En el teológico, Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, es decir, “ser imagen de Dios y, por tanto, criatura espiritual, significa que el hombre está naturalmente abierto al Absoluto. Esto se traduce en el deseo de la unión con Dios que es su única perfección. Por eso, la imagen está en tensión hacia la semejanza con Dios, que expresa la posesión del fin prometido” (Cobo, 2018, p. 179).

Desde el ámbito de la paleoantropología, la especie homo de la cual se desconoce hasta el momento su origen, abarca prácticamente tres ramas en la taxonomía general, el homo temprano que surgió hace aproximadamente 2,8 millones de años y que abarca al homo habilis, homo rudolfensis, los cuales parece ser pudieron haber cohabitado. La segunda es la del homo pre-moderno, que constituye el homo ergaster, homo erectus, homo heidelbergensis, homo antecesor, homo neanderthalensis, homo floresiensis, los cuales datan en este orden desde hace 1,85 millones de años hasta los 17 mil años atrás. El tercero y último es el homo anatómicamente moderno, al cual pertenece el homo sapiens, el cual surgió tan solo hace 200,000 años. De este existen algunas diferencias, ya que genéticamente, se ha comprobado que desde el momento en que abandonaron África, discreparon morfológicamente, así como la mezcla e hibridación de algunas poblaciones de homo anatómicamente moderno con las del homo pre-moderno (Martínez, s.f.).

Siendo así, ¿por qué tendemos como sociedad a segregar, señalar y discriminar por diferencias culturales, religiosas, color de piel u origen, llamando a ello razas?

Esta palabra no tiene fundamento biológico, es más ideológico, ya que tiende a denostar la dignidad del otro como persona, como hijos de Dios que somos, independientemente del origen, cultura, religión o lengua…

 

 

Si al lector le interesa profundizar en el tema de esta columna, comparto las siguientes referencias:

Cobo, S. (2018). La imagen de Dios en el hombre en la teología de lo Sobrenatural de Henri de Lubac. Teología y vida, 59(2), 171-190. Recuperado de: https://dx.doi.org/10.4067/s0049-34492018000200171

Francisco. (2020). Fratelli Tutti. Recuperado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html

Küng, H. (2013). En busca de nuestras huellas. La dimensión espiritual en las religiones del mundo. México: Debolsillo Martínez Latrach, F. (s.f.). El género homo. Recuperado de: https://antropologia.uc.cl/images/archivos/el%20genero%20homo_martinez.pdf

La sucesión presidencial

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtro. Francisco Meza Estrada • Coordinador de la Licenciatura en Derecho UNVA León

 

Uno de los asuntos de la segunda parte del sexenio sería la sucesión presidencial pero que, para sorpresa de todos, el presidente adelantó en las semanas anteriores y puso a todos los analistas a interpretar y obtener sus primeras conclusiones.

El presidente es un hábil político con un sentido especial por lo histórico. Reconoce con facilidad los temas en los que más se puede apoyar para obtener los mayores beneficios políticos y sabe a cuáles darles un giro para marcar diferencia con el pasado. Uno de ellos, es la sucesión presidencial.

EN LA ERA DEL PRI

Cuando el PRI era el partido hegemónico la sucesión presidencial, se caracterizaba por lo que se denominaba “El Tapado”. El presidente en turno, con una facultad metaconstitucional, designaba a su sucesor y todo el partido debía reconocerlo como una muestra clara de la disciplina partidista.

En esta época, Secretarios de Estado y funcionarios públicos no podrían hacer algo para conseguir la candidatura porque debían esperar lo que se llamaba “el dedazo”; por esa razón, también se decía “quien se mueve no sale en la foto” para dar entender que debían mantenerse en la disciplina del partido donde el gran elector era el presidente.

Una vez, que el presidente destapaba a su candidato, comenzaba un proceso político donde poco a poco el sucesor designado ocupaba la mayor parte de la agenda pública y acaparaba los medios de comunicación.

EN LA ERA DE LA ALTERNANCIA

Conforme avanzaba la democracia en nuestro país la sucesión presidencial fue registrando algunos cambios. Uno de los más notorios fue que los aspirantes mientras más adelantaban sus intenciones más aventajaban. De ahí que, la frase se transformó en “quien no se mueva no sale en la foto”; por esa razón, terminaron legislando el tema de precampañas con el fin de evitar actos anticipados.

Otro de los aspectos que cambiaron fueron las disputas internas de los partidos que podrían traer giros inesperados en las candidaturas. De esta forma, vimos que Felipe Calderón dejó de ser secretario para buscar la candidatura; lo cual, consiguió. En el PRI se conformó un grupo de gobernadores en contra de las aspiraciones presidenciales de Roberto Madrazo que no fructificó.

Por estos cambios, se decía que “El Tapado” era cosa del pasado, aunque se seguía discutiendo en los medios las preferencias de los presidentes.

EN EL PERIODO LÓPEZ OBRADOR

Por lo que hemos visto, el presidente ha querido darle un giro al tema de la sucesión presidencial anticipándolo con 3 años, abriendo la sucesión a varios posibles candidatos y renombrándolos: ahora, son “las corcholatas” y el presidente, “el destapador”. Al parecer, no tiene la intención de designar sino de cuidar el proceso.

Sin embargo, la mayor parte de los análisis que se han realizado, críticos y a favor, consideran que el presidente sí designará a su sucesora, pues también coinciden en señalar que se trata de Claudia Sheinbaum. Con lo anterior, la sucesión presidencial cambiaría en algunas cosas que provocarían mucho ruido mediático, pero se mantendría en el fondo la designación del presidente.

Todo lo que suceda de aquí en adelante, tendrá como clave de interpretación la sucesión presidencial: la llegada de Batres a la Secretaría de Gobierno de la Ciudad de México, la aparición en distintos medios de Ricardo Monreal, los golpes bajos para desacreditar a algunos de los aspirantes y la misma organización de los partidos de oposición.

LA SEGUNDA PARTE MARCADA POR LA SUCESIÓN

Entonces, como podemos observar la segunda parte del sexenio estará marcada por la sucesión presidencial desde ahora; por lo que, será algo desgastante para el propio gobierno. Existe un cálculo político detrás de todo esto, pero es muy complicado que durante 3 años se esté discutiendo sobre lo mismo.

Tal vez puede conseguir blindar a su aspirante o aspirantes y provocar un proceso de construcción de alianzas entre los distintos grupos al interior de Morena, pero es difícil asegurar su éxito cuando se tienen pendientes tan importantes como la seguridad, la superación de la pandemia y la recuperación económica.

En las próximas semanas, meses y años seguiremos discutiendo sobre los movimientos en un tablero de “las corcholatas”, pero no sabremos si es para beneficio de los mexicanos o solamente de un grupo que busca mantenerse en el poder.

El poder de la Esperanza

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Dr. Juan Manuel Madrigal Miranda • Docente UNIVA Uruapan

 

La esperanza es una forma de ser, es una disposición interna para actuar en favor de lo que puede nacer o suceder cuando existen las condiciones. La esperanza implica paciencia pues, lo nuevo puede requerir un largo proceso. Implica energía, vivacidad, conciencia y razón. No es un simple tener anhelos y deseos, no es tener expectativas pasivas. Las burocracias usualmente son obstáculos para la esperanza.

La falsa “esperanza pasiva” o resignación no trabaja aquí y ahora, por lo nuevo benigno que se desea sino que espera ingenuamente que lo deseado suceda en el futuro, mañana o pasado, o en “la otra vida”. Esto último es una idolatría del futuro, inclusive lo “diviniza” pero sin que uno haga algo por ello. El culto al “Progreso” es una forma de esta resignación ingenua, incluso han existido políticos que han pensado que el futuro (la historia) decide por sí mismo lo correcto y falso, olvidando que somos los seres humanos quienes moldeamos el futuro y lo actual, con nuestras propias elecciones y actos.

La esperanza pasiva en realidad es impotencia y desesperanza disfrazada. A veces toma forma de aventurerismo político, voluntarismo sin estrategia ni tácticas, son irracionalidades de izquierda o de derecha. La esperanza no es conformismo comodino ni violencia para imponer una visión. La resignación es desesperanza inconsciente.

La esperanza y el conformismo pasivo tienen que ver con la estructura de carácter personal, es decir, con la forma en que se mueve la energía física y psíquica de una persona. Al conocer el carácter psicológico de un individuo es posible conocer su pensamiento y conducta.

La hiperactividad y sobrestimulación sensorial, son factores que permiten a los individuos no distinguir entre resignación (falsa esperanza) y esperanza (activa y racional). El estrés y superficialidad de conciencia nos encadenan a repetir “más de lo mismo” destructivo, sin sentido benigno.

Es posible afirmar que la esperanza es un factor clave de toda forma de vida (véase, Erich Fromm, La Revolución de la esperanza, Ed. FCE, México, 1982, p.18-34) Fromm, pone el ejemplo de como muchas flores y árboles buscan la luz del sol. En toda semilla late (esperanza) la posibilidad de germinar. San Agustín de Hipona habla de cómo la esperanza o podríamos decir también confianza, es innata en los niños, por ejemplo, cuando la mamá le da una fruta a un niño, este no espera que lo van a envenenar y cuando lo llevan de la mano a la escuela, no piensa que lo conducen a algo malo. Nos acostamos con la esperanza de despertar, tanto que ponemos el despertador. La esperanza es inherente a la dinámica de la estructura de la vida y del espíritu humano.

La fe racional es una convicción derivada del conocimiento de lo real que se está gestando. Este conocimiento va más allá de lo aparente. La fe y la esperanza no predicen el futuro sino que descubren y actúan a partir del presente y sus posibilidades. La fe es certidumbre en base a la visión pero es paradójica en cuanto acepta cierta incertidumbre. Esto libra del fanatismo. La fe implica que el ser humano y el mundo pueden cambiar.

La fe irracional es pasiva, pues espera solo pensando que vendrá lo deseado sin co-actuar con la voluntad de Dios, que ya se sabe que es algo benigno y misterioso. La esperanza acompaña a la fe y se apoya en ella. La fortaleza es indisoluble de la fe y la esperanza. La fortaleza es la capacidad de no caer en un optimismo pasivo y en la fe idólatra, resignada, conformista.

La vida es movimiento y cambio. Así, la esperanza es indisoluble de la transformación personal y social. El conformismo lleva a la decadencia y a la violencia. Al vincularse la esperanza a la fe racional entonces la concepción de la resurrección se hace más universal pues cada acto de amor, conciencia y justicia es un acto de resurrección, de revificación, donde quiera que se de (nación, proyecto, religión). El amor y la justicia social no son para realizarse por la participación humana en “otro” mundo o vida, sino en este mundo de injusticia social y destrucción ambiental.

Los profetas hebreos dieron la versión clásica del mesianismo, de la realización óptima de la Creación, de la vida social, la tierra y los animales. La esencia del mensaje de estos profetas (Isaías, Jeremías, Amós, etc.) fue compartir una Visión del Futuro y dar las alternativas prácticas para construir aquí y ahora esa cotidianidad deseada. Estos profetas hablaban de posibilidades prácticas, elección y libertad. Mantenían una tensión entre lo establecido o dado y lo que estaba naciendo y podía madurarse si se unían esfuerzos.

Pero en el Antiguo Testamento, en el Libro de Daniel (140 a.C) se dio una versión distinta a la profética clásica, la cual era una versión histórica “horizontal” y se cambió por una versión puramente “vertical” y apocalíptica, de esperanza pasiva, fatalista, pues no se tomó en cuenta la voluntad humana con sus elecciones y acciones, pero sobre todo, se ignoró la capacidad humana para hacer, crear y transformar. De aquí que la historia de la Iglesia Católica y del cristianismo en general, ha oscilado entre la esperanza conformista y pasiva, y el camino participativo de ligar la espiritualidad crística con los procesos socio-económicos y políticos.

Todos nacemos con esperanza pero ¿por qué la perdemos y nos entregamos a la dependencia, a la injusticia, al abuso, al conformismo, al aburrimiento y al pesimismo? Existen causas históricas y personales, una de ellas es la convivencia con conformistas e ignorantes de lo vital; otras se frustran por sus limitaciones económicas, sociales y de relaciones humanas fallidas, pero quizá la causa más influyente es la quiebra del amor a la vida y del sentido de vida, del Ideal de Vida. Así se endurece nuestro corazón; nos hacemos egocéntricos, narcisistas, nos establecemos en un falso yo, en una falsa conciencia.

De esta manera, nos congelamos al perder la empatía y la voluntad de amar, nos aislamos aunque estemos rodeados de otras personas, dejamos al mundo a su inercia caótica. Sin esperanza solo nos queda un estilo de vida fragmentado, atomizado, aburrido, injusto, feo o de sobrestimulación sensorial para intentar anesteciar nuestro vacío existencial o confusión y desesperanza; así caminamos sin proyectos de bien común para los humanos, la naturaleza y la biodiversidad.

La inseguridad, la violencia y el desequilibrio ecológico, son signos de la desesperanza. La esperanza es la fuente de energía para la biofilia, un amor a la vida incondicional y benignamente creativo.

 

 

 

Y llegaron los encharcamientos

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mtra. Laura O. Robles Sahagún • Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Guadalajara

 

Con el temporal de lluvias se inicia el ciclo de siembra de temporal, una actividad sumamente importante no solo para la economía del sector agrícola, sino también para la calidad de la alimentación de los seres vivos.

De la lluvia nos quedan presas y ríos llenos, se limpia el medio ambiente, la naturaleza se nutre y reverdece, pero también nos quedan inundaciones, autos varados, casas con filtraciones, árboles caídos, zonas sin energía eléctrica y por ende sin internet y servicio telefónico.

Y luego nos quejamos: ¡Las lluvias y sus destrozos! Pero en realidad no es la lluvia la que causa tantos conflictos, es la mano del ser humano la que lo provoca, al no respetar los cauces naturales del agua, al construir sin respetar la naturaleza, al hacer vialidades sin bocas de tormentaadecuadas y que aprovechen las aguas pluviales; los deslaves en los cerros por la erosión que genera la tala y los incendios. Y, por si fuera poco, hasta por lo más sencillo: ¡tirar basura en la vía pública y no barrer las calles!

Y no, no es solamente responsabilidad del gobierno, también es obligación ciudadana cuidar el entorno y lo podemos hacer con pequeñas acciones. Yo, en lo personal, no puedo creer que todavía hay personas adultas que tiran basura desde los carros, colillas de cigarros, cáscaras de fruta, bolsas, botellas, salen volando como si fueran regalos para la tierra.

El evitar tragedias por el temporal de lluvias corresponde a todos, también a todas las empresas, las de clase mundial y las que no. Si las colonias y las ciudades se planificaran para que existiera el cableado subterráneo (y esto no es nuevo, se pudo haber implementado desde hace mucho tiempo), se evitarían apagones continuos y suspensión de servicios. Ya nos dirán los ingenieros y desarrolladores inmobiliarios, las dificultades técnicas y el por qué no se aplica en México.

Al gobierno le toca su parte también y la responsabilidad de dar mantenimiento a los alcantarillados, al arbolado y hasta en el otorgamiento de permisos a nuevos fraccionamientos con todos los estudios de factibilidad pertinentes y sin negociaciones por debajo de la mesa.

Todos juntos, podemos lograr tener un temporal de lluvias que disfrutemos y que no nos haga sufrir los estragos, pero ¿Cuándo podrá ser esto? Cuando todos, profesionales involucrados, ciudadanos y gobierno, hagamos nuestra parte. Mientras, cuidémonos como podamos.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 16 de julio de 2021

¿Venta de candidaturas?

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Para la mayoría de los ciudadanos constituye un misterio el modo por el cual se puede lograr una candidatura en el sinuoso mundo de los partidos políticos. Se habla de que existen procesos internos, avalados y respaldados por estatutos, y que de acuerdo a ellos se elige a los candidatos. Cabe pensar que en esos instrumentos la preocupación es proponer candidatos capaces e íntegros, aunque en ocasiones parece que más bien las candidaturas son un recurso de múltiples manejos, que con frecuencia se postula a quién puede ganar por más que no sepa gobernar, o a quién sepa ambas cosas, aún si tiene antecedentes penales, públicos u ocultos.

En reciente número, la conocida revista Proceso analiza el fracaso de los candidatos del partido Morena en Jalisco, particularmente en lo que mira a los municipios de Guadalajara y Zapopan, los dos más importantes del estado, atribuyéndolo, en parte, al debate entre dirigencia nacional y dirigencia estatal, sin mencionar la encarnizada lucha que se dio entre quienes ya eran candidatos para bloquearse mutuamente, dicho de otro modo, con tal de que tú no ganes, aunque yo también pierda. En el fondo el problema fue justamente el reparto de candidaturas con base a no sabemos qué criterios, pero muy comúnmente dejando de lado lo que marcan los estatutos al respecto, y hasta el mismo sentido común.

Algo semejante estuvo a punto de sucederle a Movimiento Ciudadano cuando inicialmente se empeñó en promover la reelección del alcalde tapatío, aunque un real sentido de la política indicara lo contrario. Nuevamente asunto de analizar los criterios, motivaciones, intereses o cálculos, con base a los cuales los partidos otorgan candidaturas. Tampoco es que sepamos de qué tanta libertad y autonomía goza un partido frente a un presidente o un gobernador que emergió de entre sus filas, ignoramos en ese caso, si las candidaturas las otorga el gobierno en turno y no su partido, y si eso es legal, o si siendo ilegal, el INE lo tolera y acaba haciendo como que no ve. Todo forma parte de nuestro primitivismo democrático, y de esa inercia permeante y avasalladora de la corrupción, cuya trama es tan tupida que, hasta el más honesto, si se descuida, acaba siendo parte del sistema.

Esto nos lleva a preguntarnos siempre, estos diputados, estos alcaldes, gobernador, senadores, o presidente, ¿cómo le hicieron para obtener la candidatura que les ha dado el cargo?, ¿fue por medios transparentes y válidos, o fue por tráfico de influencias, oferta de votos, amenazas, promesas dadas a grupos de poder, o por simples y vulgares aportaciones en especie o en efectivo?, ¿qué respeto puede merecer quien de ese modo llega a un cargo público?

Si nos pusiéramos a investigar a fondo el tema, seguramente resultarían datos del mayor interés. Para seguir construyendo la democracia se requiere acotar cada vez más los espacios que en los mismos partidos siguen siendo los recovecos de los acuerdos inconfesables, de las artimañas y la compraventa de candidaturas a personas y grupos de toda índole.

El tema tampoco escapó al análisis de la revista arriba citada, poniendo en grave predicamento al partido Movimiento Ciudadano, que por otra parte no hace otra cosa que seguir en esto la escuela del PRI. Si las candidaturas otorgadas se tasan en votos ofrecidos o en apoyos económicos, seguimos hundidos en la corrupción.

 

Publicado en El Informador del domingo 18 de julio de 2021

El envejecimiento poblacional en México: La tragedia de nuestro éxito

Por Voces Univa Sin comentarios

Dr. Santiago Alfaro Barbosa • Traumatólogo y cirujano ortopedista. Investigador en temas de osteoartritis y envejecimiento.

 

El envejecimiento demográfico está alcanzando a México y este fenómeno, afecta de manera directa todo el panorama epidemiológico y social del país. Las causas de este envejecimiento son varias y replican lo sucedido ya desde décadas previas en países desarrollados.

Los expertos identifican cuatro etapas de envejecimiento poblacional1, con una primera fase que se mantuvo desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, en que la esperanza de vida era baja, con una tasa de mortalidad alta que provocaba un crecimiento poblacional lento.

En la segunda fase, la mejoría de las condiciones de vida (como el acceso al agua potable y la alimentación, así como la difusión de conocimientos que provocan un mejor estado de salud) aunada a una persistencia en la tasa de natalidad, llevó a un crecimiento poblacional explosivo. México vivió esta fase después de la Revolución Mexicana, con un territorio extenso y recursos disponibles, pasamos de 16 millones de habitantes en 1930 a 35 millones, treinta años después, en 1960. Poco después de 1980, se vuelve a duplicar la población por arriba de los 70 millones de habitantes, lo que comienza a prender los focos rojos, para iniciar con campañas de control poblacional y planificación familiar, entrando a una tercera fase, en la que se logra disminuir las tasas de natalidad, pero la inercia del crecimiento poblacional continúa.

En este momento, con 126 millones de habitantes según el último censo de 2020, México está entrando a la cuarta etapa, en la que las tasas de natalidad y mortalidad están a punto de alcanzarse.

La dificultad que tenemos enfrente es el envejecimiento poblacional. Actualmente ya nos estamos convirtiendo en un país con un porcentaje alto de personas mayores, y esto tiene que ver con el éxito que hemos tenido en el desarrollo nacional. Sin embargo, los retos son muchos. El gran bono demográfico de los años setenta nos llevó a tener a la mayoría de la población en edad laboral, pero para 2030, se duplicará el número de dependientes2.

Estamos viviendo una etapa de enormes dificultades, con una insuficiencia crónica, pero agudizándose en los rubros de seguridad social, de servicios de salud y de servicios sociales para las enfermedades que afectan a nuestra población y que irán en incremento, con las previsibles necesidades de proveer cuidados para los adultos mayores que, evidentemente, ya habrán dejado atrás sus años más productivos.

Nuestra generación (yo nací en 1979) en lo general, ya no tiene acceso a una jubilación. Tendremos, a modo de parche, un sistema de pensiones, que no es lo mismo. La jubilación permitía que, quienes cumplían los requisitos y que de cualquier manera eran pocos, llegaran a gozar del 100% de su sueldo al último año de servicio. La pensión que podríamos alcanzar por medio AFORES, en cambio (les invito a utilizar cualquier calculadora de retiro) difícilmente llegará al 15% de tu sueldo. Y esto, claro, es para trabajadores formales.

Aquí es el momento donde debemos pensar en que, llegando a cierta edad, no tendremos los ingresos económicos que gozamos en la adultez y además habremos de hacer frente a una serie de nuevos gastos relacionados con nuestros cuidados. A diferencia de otros países donde esto ha sucedido, el nuestro no es un país en el que aspiremos a gozar de una seguridad social al menos suficiente, ya no digamos ideal. El FMI, por impopular que nos parezca su opinión, retrata una realidad latinoamericana lo suficientemente difícil como para prever una tragedia regional3.

Como colectividad, esto nos obliga a formar recursos humanos en los cuidados para el adulto mayor, como médicos, enfermeras, fisioterapeutas, gerontólogos, cuidadores, pero sin una infraestructura suficiente, formarlos no significaría nada.

No trato de convencer a nadie de adquirir un producto financiero por cuenta propia, lo cual nunca estaría de más, si es que puedes con el triple gasto que significa ganar lo suficiente para mantenerte en el presente, aportar para los cuidados de las personas a tu cargo (como podrían ser tus hijos o tus padres) y además ahorrar para el futuro, solo hago evidente el desasosiego y las terribles consecuencias que sufrirán las personas que se encuentren llegando a la vejez al mismo tiempo que yo y otros tantos millones de personas en el país.

Como individuo, las circunstancias actuales son un llamado directo a la búsqueda personal de recursos, contraviniendo cualquier conveniencia moral. Piénsalo. Si tú conoces algún jubilado (con la Ley antigua, la del 73), en su mayoría no se trata de un privilegiado. Su pensión, lo más probable, es que a duras penas le alcance para cubrir los gastos más elementales y esto, asumiendo que no padezca alguna enfermedad que provoque un gasto catastrófico. Ahora contrasta la situación económica que tendrás tú en comparación a la de ese jubilado actual. ¿Eres dueño de tu casa? Cuando llegues a esa edad, ¿al menos podrás disponer de la venta de ella para sufragar algunos gastos? ¿De cuáles recursos personales dispones para hacer frente a este enorme reto?

Con todas las dificultades que tuvieron nuestros actuales adultos mayores, estamos ante el ocaso de lo que hasta la fecha es probablemente la generación más exitosa desde el punto de vista económico en la historia de la humanidad, lo que parece que se avecina son varias décadas de una dolorosa realidad. ¿Se les ocurre algún estímulo más intenso para el individualismo que la falta de recursos a los individuos en necesidad? ¿Qué podemos hacer para evitar este escenario? ¿Es acaso posible o solo seremos testigos dolientes de esta trágica transición?

 

Si a nuestro lector le interesa profundizar en el tema, comparto las siguientes referencias:

(1) Pederzini, C. (2010) Envejecimiento demográfico en México. Principales causas y características. Gerontología y nutrición del adulto mayor. Mc Graw Hill. p 35 – 45.

(2) González, C. A. (2010) Demografía del envejecimiento: argumentos, problemas, temas no cubiertos y horizontes de investigación en México. Envejecimiento humano: Una visión transdisciplinaria. Secretaria de Salud. Instituto de Geriatría. Gobierno Federal. México. p 295 – 304.

(3) https://www.imf.org/en/Publications/Departmental-Papers-Policy-

Papers/Issues/2018/04/16/Growing-Pains-Is-Latin-American-Prepared-for-

Population-Aging-45382

La importancia de la familia en la educación

Por Líderes de opinión, Voces Univa Sin comentarios

Mons. Alfonso Cortés Contreras • Arzobispo de León

 

La educación como introducción a la realidad

Para hablar de educación debemos mirar la realidad y así referirnos a la esperanza de un padre o de un maestro y partir también de nuestra experiencia de hijos y alumnos. Todos hemos tenido la experiencia de nuestros padres, de nuestra casa, de nuestros hermanos. Probablemente, venimos de una familia donde nuestros padres nos enseñaron con el ejemplo a rezar, unos padres que miraban un horizonte más amplio y nos invitaban a andar detrás de ellos sin necesidad de decírnoslo.

A nuestros padres los encontrábamos despiertos, cuando nosotros regresábamos a casa, por muy tarde que fuera. Cerraban la puerta hasta que regresaba el último hijo y nos decían “Ve a dormirte porque mañana tienes que ir a trabajar”.

A un tío mío, el día antes de morir, paralizado en su lecho de dolor, completamente afónico, le pregunté cómo estaba, y me respondió de la misma manera como había respondido toda la vida: “Todo es gracia”. Mi tío era así. Y así era también mi tía; vivían para sus hijos y para los demás.

Sé bien que me pueden objetar: “cosa de otro tiempo, hechos y costumbres de un mundo que no existe más”, y la observación sería absolutamente razonable.

Pero yo les he hablado de mis padres o de mis tíos porque creo haber aprendido de ellos un criterio fundamental, que el tiempo ha demostrado como absolutamente decisivo es el camino educativo. Y este criterio lo podría definir así: que la educación es un problema de testimonio. No es un problema de niños, o de adolescentes o de jóvenes. Si hoy están a la deriva, no es por su culpa (mejor dicho, también por su culpa), sino que la primera responsabilidad es la nuestra.

En la “educación” el problema no es la generación de los hijos, sino la generación de los padres, no la generación de los alumnos, sino la de los maestros. En otras palabras: los hijos vienen al mundo como hace 100 o 1 000 años antes, con el mismo corazón, con el mismo deseo, con la misma razón de siempre, caracterizados por un insuprimible deseo de Verdad, de Bien, de Belleza, es decir, con el deseo de ser felices.

¿Pero cuáles padres, cuáles maestros, cuáles testigos tienen enfrente? Cuando pienso en cómo nos observan los jóvenes a nosotros, los sacerdotes, concluyo que nos observan en silencio, no nos piden nada en particular, no tienen necesidad de nada, sólo nos observan como observan a sus padres en casa. Recuerdo algunas veces que he entrecruzado miradas con los jóvenes y me da la impresión de que aquella mirada contiene una pregunta que invariablemente, no he podido responder. Es como si me preguntaran: Obispo, según tu fe, asegúrame que vale la pena venir al mundo.

Esta, me he dicho siempre, es la pregunta de la educación. Esta experiencia la viví en un pueblo indígena de Morelos, Xelistac, y desde entonces resuena continuamente en mí la sonrisa en el rostro de un adolescente que me ayudó en la misa como acólito: Al quitarme los ornamentos no sé por qué llegamos al tema de los papás. Y aquel adolescente, con su acento indígena me dijo: “mi papá es muy bueno” y riéndose con sus ojos, su rostro se le llenó de alegría: ¿saben que estaba aconteciendo en el corazón de ese ser humano? Estaba recreándose, estaba lleno de vida. Los hijos, los alumnos siempre preguntan: ¿Cuál esperanza tienes? Por eso, yo tengo necesidad de tu respuesta para creer tus sugerencias, tus enseñanzas, hasta las cosas que me dices que estudie. Te puedo dar crédito sólo por una grande esperanza presente. La educación comienza cuando un adulto intercepta esta pregunta y siente el deber y la responsabilidad de responder. Y queda claro que no puede responder con reglas, recomendaciones o teorías: puede responder sólo con la vida.

 

Lectura y comentario del Deuteronomio 6, 20-25

Cuando en el futuro tu hijo te pregunte: ¿Qué significan estas instrucciones, estas leyes y estas normas que el Señor Dios les ha dado? Tú responderás así a tu hijo: éramos esclavos del faraón en Egipto y el Señor nos sacó de Egipto con mano poderosa. El Señor obró ante nuestros ojos obras y prodigios grandes y terribles contra Egipto, contra el faraón y contra toda su casa. Nos hizo salir de allá para conducirnos al país que había jurado dar a nuestros padres. Entonces el Señor ordenó poner en práctica todas estas leyes, temiendo al Señor nuestro Dios para ser siempre felices y conservarnos en vida, como estamos ahora. La justicia consistirá para nosotros en poner en práctica todos estos mandamientos, delante del Señor nuestro Dios, como nos ha ordenado. Dante, en el Paraíso interrogado por san Pedro sobre la fe, dice: “Aquella querida alegría sobre la cual toda virtud se funda, dime, ¿de dónde viene?”. Por qué podía yo desear, siendo niño, ¿ser como mi papá? ¿Por qué presentía, sabía que mi papá sabía las cosas que en el camino eran importantes saber? Sabía del bien y del mal, de la verdad y de la mentira, de la alegría y del dolor, de la vida y de la muerte. Es decir, sin discursos y sin predicaciones me introducía a un sentido último y positivo de la existencia, de todos los aspectos de la vida. Era el testimonio viviente de una verdad conocida.

Si la educación, como dice don Giussani en “Educar es un riesgo”, es “introducción a la realidad total, es decir, a la realidad total hasta la afirmación de su significado”, bien, entonces mis padres y mis tíos hacían exactamente esto. Y esto, me parece, es precisamente lo que les falta a los jóvenes hoy. Han crecido sin que se les haga esta oferta: “la hipótesis explicativa de la realidad” y por esto, llenos de miedo, perennemente indecisos frente a todo, tristes y por lo mismo, frecuentemente violentos. Porque bien lo sabemos, nosotros adultos: no podemos permanecer por largo tiempo tristes sin llegar a ser malos. Pero démonos cuenta de que la tristeza de los hijos es hija de la nuestra, su aburrimiento es hijo del nuestro. He aquí a nuestros padres y a nuestros antiguos maestros, lo digo intencionalmente con una paradoja: nos han educado porque no tenían el problema de educarnos, de convencernos de algo. Lo deseaban, ciertamente, hacían oración para esto, pero era como si nos provocaran: yo soy feliz, vean nuestras vidas, vean si encuentran otra cosa y decidan. Buscaban con esfuerzo su santidad, no la nuestra. Sabían que santos a nuestro momento lo podríamos ser sólo por nuestra libre elección.

 

La educación como misericordia

Pero todo esto no ha sido suficiente, no ha sido suficiente porque se ha metido en la relación entre ellos y yo, algo que lo ha agrietado. Tenía 17 años de edad y no obstante la educación recibida en casa se asentó en mí con la duda, el escepticismo, más aún, me metí en una crisis profunda, con la cual sufría mucho. Lo que más me hacía sufrir era que la nada -el vacío- hacía sufrir también a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos: era un sentimiento de inconsistencia de la realidad, se me derrumbaba todo encima. Miraba a mi madre trabajar en casa y lloraba porque sentía que algo se la estaba llevando, todas las cosas que quería perdían consistencia.

Viví un año o dos en una crisis muy profunda, abandonando evidentemente la práctica religiosa, que no me decía más nada; más aún encaraba a una hermana que asistía a un grupo de apostolado, diciéndole: “Dime de qué cosa te habría salvado el Salvador, de qué cosa te habría redimido el Redentor. Son como los demás, más aún peores que los otros, sufren y mueren como los demás, ¿dónde está la salvación? ¿Después de que sales de misa el domingo que cosa de más puedes decir de ti misma a los demás de lo que cualquiera puede decir? No podía decir entonces lo que hoy me puedo responder: que lo que Jesús ha dado a mi vida es simplemente mi “yo”, el “yo”, una persona que antes no existía, una conciencia de sí y de las cosas que antes no existían, y que era lo que yo estaba buscando.

¿Qué había faltado en la educación que había recibido? Una respuesta general: es un problema de método, de trasmisión. La genialidad de la contribución de la Iglesia a la educación es cuando nos damos cuenta de que teniendo el don de la fe, siendo un acontecimiento presente, sea finalmente decible y comunicable. Problema de tradición. Trasmitir la elemental radicalidad del cristianismo: una presencia viva, capaz de iluminar las contradicciones de la existencia en modo convincente. No la solución de los problemas, sino un nuevo punto de vista para afrontarlos, no una teoría contrapuesta a las otras teorías, sino, por decirlo como Guardini, “la experiencia de un grande amor en el cual todo viene a ser acontecimiento en su ámbito”.

Es el gran reclamo de Benedicto XVI en el memorable discurso de Verona a la Iglesia Italiana. Amplíen la razón, enfrenten la modernidad para recoger todo lo positivo, pero también para denunciar las insuficiencias de una cultura nihilista y relativista que se ha construido en los últimos siglos y que en muchos aspectos se ha revelado enemiga del hombre. Esto es tener una idea de la educación como misericordia, como caridad, aquella experiencia a través de la cual Dios viene a tu encuentro ahí donde estás: no te pide primero cambiar, no te pide primero hacer tal cosa, es ahí donde estás, con tus gustos, con tus intereses, con tu temperamento, con tus pecados.

Cuando una vez vi el rostro de un joven a quien le regalé, no la Biblia, sino dos libros sobre la filosofía existencialista porque era ese su interés, entonces comprendí: que la educación es la misericordia en acto, por la cual Dios nos viene al encuentro ahí donde estamos. Es la naturaleza misma del amor. Gratuidad absoluta en esto consiste el amor: que Dios nos ha amado primero, mientras todavía éramos pecadores” …Esta identificación de la Educación con la misericordia lleva consigo unas consecuencias que me parecen decisivas:

1.- Que la Educación no se apoya sólo sobre técnicas psicológicas o pedagógicas o sociológicas. Es la oferta de la propia vida a la vida del otro. Es la oferta de una propuesta de vida existencialmente significativa y convincente que tiene sus raíces en la experiencia alegre y cierta del testigo. Si para educar bastaran sólo las palabras hubieran llovido evangelios, y no fue así, vino Él, compañero de nuestra pobre existencia.

2.- Si es así la acción misionera de la Iglesia debe ser: dar testimonio donde los hombres viven, donde los jóvenes consumen su juventud, en primer lugar, en la escuela. No es posible imaginar el desarrollo de la acción pastoral en ámbitos cerrados, diversos de los lugares del estudio y del trabajo, y donde se divierte. Es necesario recomenzar a encontrar a nuestros hermanos los hombres ahí donde ellos viven sus propios intereses, sus afectos, su inteligencia y sus trabajos… Una fe que no se demuestre pertinente a su vida real, que no se muestre capaz de exaltar el yo, el corazón y la espera del otro, no podrá jamás suscitar curiosidad e interés y deseo de seguir.

3.- El problema con los hijos y con los alumnos no puede ser hacerlos cristianos, hacer que oren, hacerlos que vayan a la Iglesia. Si nos comportamos así sentirán como una pretensión de la cual deben defenderse y tomar distancia. Todo el secreto de la educación me parece que es este: tus hijos te observan: cuando juegan, no sólo juegan, cualquier cosa que hagas te observan de reojo, que te vean alegre o fuerte frente a la realidad es el único modo que tienes para educarlos.

Alegre y fuerte no porque seas perfecto, (qué triste es cuando escondemos a los demás nuestras debilidades), sino porque tú eres el primero en pedir y en obtener todos los días el perdón. Así con ellos te muestras libre, libre también de equivocarte, libre de la angustia de querer mostrar una coherencia imposible, porque tu tarea de padre es simplemente mirar un ideal grande, y ellos te provocan, estiran la cuerda elástica, te ponen siempre a prueba: son tus hijos pródigos. Es lo que en educación se llama: “función de coherencia ideal”. La gran función educativa es: que tú estés, que tú permanezcas, que estés ahí y quizás ellos se alejen y desde allá ellos observen, y si tú estás en tu lugar, si tú tienes una casa, volverán, aun cuando hagan cosas peores. A veces no comprendemos que “estar, es la primera forma de dar”.

Esta solidez, esta certeza que tú tienes y que vives con tus amigos y con tu esposa, es la única cosa de que tienen necesidad los hijos para ser educados, es la única cosa que también sin saberlo nos piden, y sobre este testimonio se apoya su esperanza. Se trata de apostar todo sobre su libertad. Piensen en la parábola del hijo pródigo (que desde que leí el libro del santo Padre siempre la llamaré “la parábola de los dos hermanos”): nosotros tenemos siempre la tentación de detener a los hijos en casa, y sin embargo, ellos quieren salir, medirse con la realidad, y nosotros nos empeñamos en tenerles bajo una campana de vidrio. Tenemos miedo de su libertad, porque es una ruptura, una herida que sangra. O también confundimos con nuestro llagar ser como ellos: yo también dejo la casa junto contigo, así al menos estoy a ojo de vecino. Pero que desesperación para nuestros hijos si, queriendo un día regresar a casa, no tienen a nadie que los espere, que los perdone. Es el riesgo de educar: Un amor ilimitado por la libertad del otro, porque es esta libertad que el Padre ha amado y ha estimado hasta la ruptura del hijo que se va.

 

La educación como impulso misionero

En una ocasión un niño les preguntó a sus padres (estaba en primaria) “¿Nosotros somos una familia normal?” Porque todo lo que se oye dice lo contrario: escuela, TV, amigos. Entonces comprendieron que el niño sentía una extrañeza entre la enseñanza de su casa y la vida, la vida en el mundo normal. Se trataba de hacerles ver otro “mundo”, otro mundo en este mundo. Entendieron que les pedía hacerle ver que la cosa funcionaba en verdad, que había amigos, familias, realidades, movimientos, iglesias, oratorios, parroquias, misiones que, nos ayudan a entender y a tener de cierto que si es llamado a enfrentar el mundo tendría en su bolsa razones suficientes con todo el peso de los testigos; que será un mundo minoritario, el que en un cierto modo vive, pero que debe ser un mundo verdadero, familias verdaderas, amigos verdaderos, casas verdaderas, etc.

Cuando educamos con el amor y el testimonio, las preguntas de los hijos y de los alumnos pueden ser respondidas con valor moral y así les ayudamos a vencer la incertidumbre, la duda; y así poder decir a los demás que se puede salir de casa fortalecidos con un juicio fuerte, con una cultura, con una caridad, con una esperanza que los hace tenaces para enfrentar las categorías culturales de este mundo aparentemente hostiles.

Que se une con aquello que he dicho al inicio: El testimonio de un ideal grande, verificado y verificable cada día comparado con el horizonte de la experiencia humana, con todo el mundo. De tal manera que podamos decir “esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe”. Pero deben recibir una propuesta decidida, entera de tal manera que tenga en cuenta todos los aspectos de la realidad y todas las dimensiones de la persona. Siendo conscientes de que el éxito no está en nuestras manos: no sabemos que reserva Dios para nosotros, para el país, para el mundo. Debemos aceptar probablemente la idea de que seremos una minoría, un pequeño rebaño, fuerte sólo en dos cosas: la certeza de que “las puertas del infierno no prevalecerán”, y la certeza de su misericordia, lo que la tradición llama “mérito”. Es decir, que, por la esperanza de algunos, muchos serán salvados, como enseña el episodio bíblico de Abraham que negocia con Dios la salvación de la ciudad por el mérito de diez justos.