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Sobre lo contemporáneo del Arte

Por 28 noviembre, 2018noviembre 22nd, 2019Convocatorias

Raúl Rueda Rodríguez , Encargado de Corrección y Estilo • Plantel Guadalajara

 

En años recientes se ha vuelto cada vez más común que al asistir a algún museo, nos encontremos con piezas que no se parecen nada a como nos dijeron el arte debería lucir. Objetos, acciones, videos a los que se les agrupa bajo el nombre de arte contemporáneo, pero ¿a qué se refiere el apelativo contemporáneo, cuando se lo agregamos al arte? Contemporáneo, en este caso, no sólo se refiere a su significado en el diccionario: aquel o aquellos que comparten un tiempo, sino que cuando se habla de contemporáneo en el arte, se está haciendo referencia a una serie de prácticas en relación a la forma de hacer arte y al resultado obtenido.

Contemporáneo, generalmente, se refiere al arte que no está hecho con los medios regulares: pintura o escultura de pedestal y, en cambio, utiliza medios como la recuperación de objetos y su instalación en el espacio, las acciones, el internet, la generación de ambientes, el video, entre muchas otras formas mixtas, extrañas e insospechadas de hacer arte. Estas alternativas iniciaron a popularizarse desde la década de los sesenta en todo el mundo y nos han llegado hasta ahora.

A pesar de que son más de 50 años los que llevan exhibiéndose este tipo de piezas, a muchas personas les sigue pareciendo erróneo llamarlas “arte”. ¿Por qué? La razón principal es que carecen de lo que desde niños hemos aprendido que el arte debe tener: belleza y buena técnica, la primera, producto de la segunda. Y la afirmación que surge cuando vemos obras que no responden a nuestros preceptos es: “Esto no es arte”.

Pero pensémoslo de nuevo y, a pesar de nuestro juicio, tales objetos o situaciones llevan años mostrándose en museos y galerías, y seguramente se seguirán exhibiendo por muchos años más, algún valor han de tener. Y he de decir que nunca está de más cuestionar el origen de las cosas y preguntarnos por qué algo es catalogado como arte, pero para llegar a esa pregunta lo mejor es ir paso a paso. Tal vez, primero preguntarnos qué es lo que vemos, qué nos dice, qué posibles lecturas puede tener, qué aspecto de nuestra realidad es la que esta pieza representa, cuestiona, increpa, refuta…

Decir que algo no es arte por la pura apariencia, deja fuera de la ecuación mucho de lo que engloba el fenómeno del arte. Pensemos en una pintura de un artista consagrado, tal vez una pintura de Rubens. A primera vista lo que se nos ofrece es “belleza y buena técnica”, que si lo volvemos a pensar, estamos ejerciendo un juicio a partir de la apariencia, de la pura superficie, al igual que con el arte contemporáneo. Pero ¿qué hay detrás de esta pintura de Rubens? Tal vez el mito que ilustra estaba muy trillado, o los elementos que suponían representar a un personaje no eran los adecuados y hacían la lectura confusa; pero no lo sabemos, porque estamos acostumbrados a juzgar por la superficie. Son pocos los “iniciados” que pueden encontrar tales significados en las obras de arte.

Y es este, quizá, uno de los obstáculos del arte (desde el más antiguo, hasta el más reciente): que gran parte de los discursos en los que opera, están restringidos para la mayoría, y los expertos, en vez de intentar aclarar aquello que pocos saben, nos hacen juzgar por la pura superficie. Así que la invitación es que la próxima vez que nos encontremos con una pieza que a nuestros ojos no luzca como arte, hagámosle unas cuantas preguntas, démonos el tiempo de pensar cómo eso que está ahí nos ayuda a investigar nuestra realidad y ya después, si nos queda algo de tiempo libre, juzgamos si es o no arte.