En este pasaje del Evangelio nos encontramos con la figura de Herodes que, por supuesto no eran de su agrado el grupo de los discípulos, incluso ya había hecho decapitar a Juan y ahora intentaba deshacerse de Jesús, intimidándolo para que al menos se alejara de su territorio. Conociendo a Jesús armado de valentía, eso para nada lo asusta, ninguna amenaza por más grande que sea lo detendrá.
Él seguirá cumpliendo la voluntad de su Padre, he aquí la gran enseñanza: Dios ha confiado en nosotros llamándonos a la existencia y más aún, nos ha encomendado una misión específica. Y esta misión se puede ver intimidada por situaciones que nos abruman, pero no debemos desfallecer ahí, es necesario pedir la fuerza de voluntad que Jesús tiene para poder hacer también la voluntad del Padre.
Que Dios nos ayude a morir cada día cumpliendo su misión.
