Conocer al maestro y tener relación con él e irnos configurando con su persona es el principal deseo de todo cristiano. Mucha gente que seguía a Jesús, que le conocía, y eran testigos de los milagros, se sentían privilegiados y de alguna manera confiados porque estaban con el Señor, formaban parte de su grupo, por lo cual, creían que ya tenían reservado su lugar. Pero el Señor, como siempre va más allá y nos llama a todos y nos invita a formar parte de su grupo, a seguirle, pues el camino está abierto para todo el que quiera acompañarle.
La salvación es un don, un regalo que se nos ofrece a todos, pues el Señor desea incluir a todos, pero depende de cada persona, en su libertad, si lo toma o no. Podemos creer que, con solo cumplir con lo mínimo, es suficiente y no es así, el Señor quiere formar parte de nuestra vida, que le dejemos entrar, para transformar nuestro corazón, pero siempre nos dejará en libertad de aceptarle y entrar en relación, para que podamos escuchar que somos amigos del Señor y nos conoce. Pidamos pues humildad y sencillez para aceptar al Señor sin condiciones y aceptar su proyecto en nuestra vida.
