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La mano ambulante, el juguete perdido y el cuento de Navidad

José Alejandro Domínguez Islas • Alumni Preparatoria UNIVA

#Tendencias

 

“Disney ha comprado los premios”, era lo que más pude leer en los comentarios de distintas redes sociales después de que Toy Story 4 levantara la estatuilla a mejor película animada. El enojo se manifestó a muy tempranas horas de la noche, siendo esta categoría, la única que causaría polémica durante la 92.ª entrega del premio Oscar. Recapitulemos lo que pasó.

En junio de 2019 llegó a la cartelera Toy Story 4, el epílogo del vaquero que parecía perdido y sin un propósito. Con una animación deslumbrante, nuevos personajes al servicio de nuestro protagonista y, una lección sobre el cambio y duro aprendizaje de saber decir adiós. Así, la cinta cautivó a la crítica, perfilándose desde mediados del año como un nuevo éxito de Pixar y una fuerte contendiente para la temporada de premios. Sin embargo, en noviembre llegaría a Netflix, la que tendría todas las posibilidades artísticas de competir con el titán: Perdí mi cuerpo.

La cinta francesa de Jérémy Clapin había dejado atónitos a todos aquellos que tuvieron oportunidad de verla en el Festival de Cannes, resaltando su propositiva manera de contar su historia, en la que una mano solitaria recorre las calles, edificios y subterráneos de todo París para volver a su cuerpo. La narrativa es única y los diálogos entre los personajes son atractivos, además de aprobarse las capacidades de la animación, ya que, si un guion como el de esta película se presentara para grabarse en un formato live action tradicional, difícilmente hubiera funcionado. Ambos trabajos parecían los más fuertes contendientes dentro de los  certámenes, hasta que Netflix estrenó un agradable relato navideño de nombre Klaus.

Sin duda alguna la favorita del público (fue la reinvención del mito de Santa Claus) pues conmovió a chicos y grandes durante todo el mes navideño, en el que la bondad había llegado gracias a un cartero de nombre Jesper y su fiel compañero Klaus. El largometraje de Sergio Pablos estaba perfilado a llevarse la estatuilla dorada y dado que una semana previa había obtenido los siete premios a los que estaba nominada en los Annie, incluyendo mejor director y mejor película pero el desenlace, de esa tan esperada noche, ya todos lo conocemos.

Pero, ¿cómo es posible que la cinta que arrasó en los premios de animación más importantes no ganara el Oscar? ¿Hubo robo hacia Perdí mi Cuerpo? ¿Demasiado arriesgada para la academia? ¿Si hubiera ganado Cómo entrenar a tu Dragón o Sr. Link hubiera sido robo hacia Klaus? o  ¿Solo cuestionamos la decisión de los jueces por el odio a Disney/Pixar? ¿Quién realmente merecía el premio?

Uno de los factores que me parecen más importantes, para reconocer a la mejor película animada es el aspecto técnico en su realización, aspecto al cual se recurre para hacer funcionar una historia. El ejemplo más claro de esto es Spider-man: Into the Spider-verse, la cual tomó una narrativa que asimila a los cómics y mezcló personajes 2D y 3D. Gracias al uso de estas herramientas la película logró ser innovadora y propositiva. Ahora bien, si nos basamos en cómo se puede aprovechar al máximo la técnica, Perdí mi Cuerpo era la clara ganadora; con un relato simple pero efectivo. El largometraje francés logra brillar por su ejecución, sabe transmitir todas las emociones en los diálogos de sus personajes y en una “mano” que parecería inexpresiva, probando que la animación tradicional aún tiene algunas sorpresas que ofrecer frente a las nuevas técnicas.

Por otro lado, Klaus logra ser bastante convencional en su estructura, destacando el 2D y su iluminación particular que asemeja a una cinta 3D; pero más allá de lo visual y lo tierno de la historia, no logra poner nuevas cartas sobre la mesa. Es una historia conmovedora, siendo de todas las nominadas, la que más inspiró tanto a niños como adultos. Pero a pesar de todo ello, su parte débil fue el guion, el cual es predecible y ofrece pocas sorpresas. La muestra está en su su ausencia dentro de las nominaciones en esa categoría de los premios Annie donde la ganadora fue Perdí mi cuerpo. Sin embargo, Klaus no deja de ser una meritoria contribución del cine español a la tradición de películas de Navidad.

Por último, el titán, el amado y odiado por todos. Con una producción que se retrasó cuatro años, un cambio de director, cambios en el guion y lo que parecía ser un producto innecesario ante el perfecto final de una trilogía, Toy Story 4, logró probar que todavía puede dar nuevas lecciones. Más allá del avance tecnológico, Woody y compañía exponen temas relevantes como el valor de la independencia, las crisis de identidad, el sentido de pertenencia y la resistencia al cambio; lo cual hace que una cuarta parte de la franquicia pueda sentirse fresca, yendo más allá de los límites establecidos. Cabe mencionar las aportaciones de su director de fotografía, Patrick Lin, el cual sigue innovando al presentar “lentes” para las cintas del estudio, a pesar de que no existan estos recursos en las cintas animadas; recomendaría ver el vídeo The Real Fake Cameras of Toy Story 4 del canal de YouTube Nerdwriter1, que explica a detalle la importancia de la fotografía como recurso narrativo para la historia.

Entonces, ¿quién se lo merecía? ¿La narrativa propositiva, la innovación del 2D, o el discurso relevante? Hubiera sido congruente que al igual que la mejor película del año (Parasite), se hubiera premiado Perdí mi Cuerpo, pero recordemos que el criterio de elección sigue apostando por las animaciones que logran atrapar tanto a niños como adultos, por lo que la competencia real solo se dio entre dos largometrajes animados. Y aquí es donde está el problema, pensar que el filme francés no tuvo posibilidades reales, por tratarse de un producto poco convencional o extranjero ¿Y por qué? Porque es la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, así que las estructuras tienen que ser lo más similares al cine estadounidense, aun cuando Klaus es española, se percibe una familiaridad con otros proyectos de Dreamworks o Disney; en este tenor, si se iba a considerar el cine español, bien se hubiera tomado en cuenta Buñuel en el Laberinto de las Tortugas, cinta que por cierto, le ganó a Klaus en los premios Goya.

Por otra parte, ver estos premios como si fueran una guerra y definieran en absoluto la calidad de una cinta es un error, porque siempre han existido diferencias de ganadoras en los Annie, Oscar, Globo de Oro, BAFTA, etc., salvo raros casos, como sucedió con Spider-man que se llevó todos los premios.

En esta ocasión cada una tiene sus propios virtudes y propuestas, hasta Sr. Link y Cómo Entrenar a tu Dragón 3, de las cuales nadie habla. Porque incluso cuando la cinta de Laika ganó el Globo de Oro, lo relevante no era reconocer sus logros o la trayectoria del estudio (a pesar de que esta no era de sus mejores películas), lo importante era que no ganó Disney/Pixar.

Pero si este año estuvieron así de reñidas las premiaciones, no quiero imaginar las siguientes, pues tenemos dos cintas de Pixar en camino, una cinta original de Disney, proyectos como Scooby Doo y Bob Esponja, todos estos proyectos pertenecientes a un solo país. La noche del Oscar fue de los coreanos, pero ojalá no falte mucho para que en el terreno animado suceda lo mismo; que se reconozca el innegable trabajo de los japoneses o que Guillermo del Toro nos sorprenda con su versión de Pinocho.