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Pbro. Lic. Armando González Escoto • Director de Publicaciones del Sistema UNIVA

 

Tuvo García Márquez la incomparable magia de retratar en sus novelas la colectiva personalidad de los gobernantes latinoamericanos, siempre añorando ser tlatoanis o reyes con poder sobre el pasado, el presente y el futuro. El “Otoño del patriarca” ha sido la primavera permanente de infinidad de mandatarios que se han dado desde México hasta Chile y Argentina, junto con otros personajes de distintos ámbitos, incluido el complejo mundo religioso.

Sin que hubiese la más mínima necesidad, a no ser psicológica o protagónica, los líderes que gobiernan la Ciudad de México han decidido que no hay mejor “21” que el que se cuadruplica. 2021, bicentenario de la consumación de la Independencia, 1821, consumación de la Independencia, 1521, nacimiento de la Nueva España, ¿y la fundación de Tenochtitlán? Bueno, pues los aztecas, que de Dios gocen, habían afirmado que su ciudad tenía sus orígenes en 1325, pero para los ideólogos del sistema vigente no ha sido ningún problema retrotraer cuatro años la fecha para que cuadre con un 1321, abundando en motivaciones de todo tipo para tener una celebración espectacular de cuatro efemérides en una sola.

No es ninguna novedad, así han sido nuestros líderes todo el tiempo, decretando que tales o cuales huesos son de Cuauhtémoc, aunque luego se sepa que el cráneo hallado era de mujer, decretando que el llamado grito de Dolores fue a las once de la noche del 15 de septiembre, aunque haya sido a las seis de la mañana de un 16 de septiembre, o que el 20 de noviembre comenzó la revolución, aunque ésta haya en realidad iniciado en enero de 1911, días más días menos, años más años menos, ¿a quién le importa? En una sociedad infantil todo es magia y fascinación. Para que cada cosa tenga el nombre que le corresponde, y los datos se respeten tal cual son, se requiere de una madurez que lamentablemente estamos lejos de alcanzar lo mismo en lo civil que en lo religioso.

Y una vez inventado el personaje o la fecha, la cascada de razonamientos de nuestros intelectuales orgánicos, que acaban acallando las voces de las personas serias, maduras y respetables, para imponer la hora de la señora jefa de gobierno y todo el asunto embrollado y mal entendido de la “fundación lunar” o lunática.

Desde luego que, a nosotros, habitantes libres del occidente mexicano, la fecha en que se haya fundado Tenochtitlán es de un muy relativo interés, pero nos hace recordar que acá también se cuecen habas, pues en realidad no sabemos en que día se fundó Guadalajara, aunque desde hace años se haya decretado que fue un 14 de febrero.

Y si alguien dice que la fundación de Tenochtitlán es importante, por ser la ciudad antecesora de la capital del país, les recuerdo que somos una república federal, por lo tanto, no tenemos una ciudad capital, sino un distrito federal que puede ubicarse en cualquier parte de la geografía nacional. En todo caso el asunto importa no por la ciudad referida, sino por la autocracia con la cual siguen actuando los gobiernos, que los hace creer que tienen poder para cambiar el pasado y el futuro, toda vez que el presente se les resiste.

 

Publicado en El Informador del domingo 23 de mayo de 2021