Mtra. Jazmín Velasco Casas • Docente UNIVA Plantel Guadalajara
“No quiero enseñar o aprender si está ausente el placer,
el argumento, emocionar y que te emocionen,
la metáfora, los artefactos culturales,
la implicación, la interacción con público”.
Elizabeth Ellsworth
Muchos de los que nos dedicamos a la filosofía, y en general a las humanidades, tenemos claro que estas disciplinas atraviesan actualmente –y desde hace varios años– una notable dificultad. Las universidades, por un lado, pueden ser industrias al servicio del Estado que fungen como centros de acomodación y adiestramiento; y por otro, pueden ser empresas privadas que administran y venden necesidades para una sociedad capitalista con mentalidad pragmática y conformismo político.
No sólo las instituciones educativas cada vez instrumentalizan más la filosofía y las materias humanísticas, con el argumento de medir su aplicabilidad e importancia en la formación de los estudiantes, al grado de considerarla insignificante, un mero trámite, y en lo posible, irlas desplazando paulatinamente de sus programas; sino que, son también el reflejo del estilo de vida social tecnologizante, que usa artefactos técnicos y automáticos, que generan una manera de ver la realidad, de pensarla y de acostumbrarse a la repetición de acciones manipulativas, útiles y eficaces.
El predominio de este estilo de vida operativo se evidencia en un empobrecimiento del pensamiento, hay carencia de preguntas e indiferencia generalizada ante los problemas sociales que no afecten a la persona; se elimina la crítica, la lógica de protesta, el contraste de hipótesis y se reducen los sentidos únicamente a sus nombres y funcionalidad. Max Weber ya anunciaba este futuro, la cosificación del sujeto y su debilitamiento en lo humano.
Desde lo educativo, ¿no se ha vuelto demasiado estrecha la práctica de la filosofía?, ¿qué sentido tiene enseñar filosofía en nuestro país?, ¿qué sentido tiene enseñar filosofía cuando la dinámica que impera es la del marketing y el automatismo?, ¿cómo construimos una vida filosófica más humana en un horizonte más amplio?, ¿no deberíamos dedicarnos a la divulgación científica-filosófica de calidad?
Estos cuestionamientos tienen mayor resonancia para los profesionistas en estas áreas y es un compromiso reflexionarlos, tomar una postura y tal vez emprender nuevos caminos y nuevos retos.