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La difícil tarea de procrastinar

Laura O. Robles Sahagún · Coordinadora de Alumni y Bolsa de Trabajo UNIVA Guadalajara

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“Mañana lo hago”, “Aún falta mucho tiempo”, “Eso es fácil, lo hago después” y así es como se van postergando las tareas, sencillas, difíciles, importantes, sin pensar en que entre más tiempo pase, menos tiempo tendremos para hacerlo. Efectivamente, esto es procrastinar, un vocablo que proviene del latín procrastināre que es diferir o aplazar, como lo menciona la RAE. Dejar para mañana es algo muy común y no, no es normal ni tampoco sano.

Especialistas en psicología han realizado estudios acerca de la procrastinación, como el caso del investigador español Juan Francisco Díaz Morales, de la Universidad Complutense de Madrid, que asegura que las personas que acostumbran dejar para después sus tareas, no es por flojera u holgazanería, tampoco es solamente por una mala administración del tiempo o de baja responsabilidad, sino que va ligado a un serio problema de auto-regulación a nivel cognitivo, afectivo y conductual. La tendencia irracional de aplazar las tareas genera ansiedad, remordimientos y hasta se habla de autosabotaje.

En efecto, todos hemos procrastinado en alguna ocasión, podría decirse que, en cierta manera, podría ser normal, sin embargo, como en muchos casos vemos, puede llegar a convertirse en un grave problema no solo de imagen ante los demás, sino hasta económico, ya que como lo refiere el Dr. Piers Steel, psicólogo canadiense, profesor de la Universidad de Calgary, en Estados Unidos, procrastinar tiene un costo estimado en los 1,2 billones de dólares y, si como decimos “todo quede en lo material”, imaginemos el costo en la salud de las personas.

La procrastinación académica es, quizá, una de las más estudiadas (quisiera suponer que es porque en los centros educativos es donde están la mayor parte de los investigadores y no en las empresas) y se muestran algunos resultados que me parecen por demás interesantes acerca del origen de este fenómeno, entre los cuales encontramos que los estudiantes ven poco interesantes y atractivas las actividades académicas; por la falta de habilidad de planificación del tiempo; por la poca exigencia que recibieron de sus padres, para el cumplimiento de las tareas en la infancia; pero también hay otros distractores que generan retrasos para ejecutar acciones, tal es el caso del uso desmedido del internet y de las redes sociales, situación que se ha agravado con el aislamiento provocado por la pandemia.

Sea cual sea el origen de nuestra procrastinación, debemos atenderla y como es común decirlo, es mejor frenarla a tiempo. Dejar para después las responsabilidades solo nos lleva tener mayor estrés, episodios de ansiedad, incluso, al contar con menos tiempo, tenemos más probabilidades de cometer errores y hacer las cosas con mala calidad.

Procrastinamos en la salud, en los buenos hábitos, en los trámites, en el trabajo, en la escuela y eso puede salirnos más caro y más difícil de remediar. Procrastinar es fácil, pero nos hará más difícil cada una de nuestras tareas.

 

Publicado en La Crónica de Hoy Jalisco del viernes, 15 de julio de 2022.