Este evangelio nos hace una invitación a estar a la espera, en constante vigilancia, a no confiarnos con saber que Dios es bueno y misericordioso, sino a esforzarnos porque los dones y talentos que Dios nos ha dado los pongamos al servicio de nuestro prójimo. En muchos momentos llegamos a pensar que lo que realmente nos da sentido a la vida es la realización profesional, el reconocimiento y poder, pero también, constantemente experimentamos que aunque nuestros logros nos dan cierta satisfacción, en otros momentos volvemos a experimentar que nos falta algo, que no somos totalmente felices y es allí donde descubrimos que nuestra vida tiene un sentido más trascendental, que hemos venido al mundo porque tenemos una misión concreta y una vocación a la que Dios nos llama, se nos invita a buscar el bien, sin olvidarnos que nuestra vida es corta y hay que tener presente que en cualquier momento puede concluir nuestro tiempo y ahora hay que presentarnos y ser juzgados según las obras.
Pidamos hoy al Señor, que nos ayude a descubrir cuál es nuestro camino, nuestra misión a la que hemos sido llamados, nos ha dado talentos, pero quizá no sabemos cómo ponerlos al servicio de los otros, nos ayude Dios a descubrir su proyecto, que seguramente será mejor que el que nosotros mismos hemos pensado.