Habla, Señor, que tu siervo escucha.
Feliz día, querida comunidad, espero que este año haya comenzado con muchas bendiciones y mucho trabajo para cada uno. Mientras disfrutas de un rico café, déjame te platico sobre una de las historias más bonitas que están en la Biblia, me refiero al llamado del joven Samuel.
Samuel era un niño escogido por Dios para vivir en el templo. Una noche, mientras dormía, el Señor le llamó entre sueños: “Samuel, Samuel”; pero él no entendía que era Dios y pensaba que quien le llamaba era su maestro Elí. Así le pasó tres veces aquella noche, hasta que su maestro Elí entendió que era Dios quien le hablaba, entonces dijo que respondiera: “habla Señor, que tu siervo escucha”.
Así nos pasa a nosotros, Dios nos habla constantemente, como al joven Samuel. ¿Qué hacer identificar esas llamadas? Habituarnos a su escucha, especialmente en su Palabra diariamente; dejarse guiar, preguntar a los que saben y han tenido una experiencia de Dios; y tener el valor de responder como hizo el joven Samuel. He aquí tres acciones frente a Dios: habituarse a escucharlo, dejarse guiar y responder con valentía. Tres buenos propósitos, que nos enseña el joven Samuel, que nos podemos hacer para este año que apenas comienza.
