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Con mis ojos de Educadora

Por 9 noviembre, 2018noviembre 20th, 2019Convocatorias

Dra. Pascaline Pindi Mambu • Alumni Plantel Guadalajara

 

En una sociedad cada vez más marcada, tanto por numerosas manifestaciones poco humanizantes, como por los muy veloces avances tecnológicos y sus consecuencias sociales, estamos ante una mutación descontrolada de los valores morales que rigieron nuestras comunidades durante mucho tiempo, dando lugar al surgimiento de los nuevos valores que no alcanzan a dirigir a la sociedad con humanidad. Dicha mutación está siendo asimilada y denunciada por muchos que logran a pesar de los pesares, ser sensibles.

Ante este escenario un tanto desolador, muchas son las voces que se han elevado para denunciar los males predominantes en la sociedad mexicana. Sin embargo, lo más intrigante es que en la praxis cotidiana, las acciones poco contribuyen a recuperar los valores “perdidos” o en su caso re-direccionar los nuevos valores para la humanización social.

Se podría creer que esta situación preocupante sería prioritaria a la hora de elaborar un nuevo modelo educativo o algo por el estilo, pero en realidad no lo ha sido. Es palpable la falta de voluntad para enseñar a fundamentar la vida del ser humano desde los valores y las humanidades, por el contrario, se prefiere enseñar a resolver los problemas prácticos de la vida. Pero, ¿De dónde y porqué surgen algunos de los problemas sociales más estridentes? ¿Cuál debe ser la prioridad del sistema educativo en una sociedad minada por tantos males? Una vez más, estamos perdiendo el timón. Se prefiere “sanar” las consecuencias en lugar de las causas.

Durante las campañas electorales, escuchamos discursos que vendían el sueño de un México sin corrupción, de un México con igualdad de oportunidades, de un México sin mafia. Discurso que logró seducirnos a tal grado que votamos por él, fue el discurso más cargado de esperanza, el discurso de un futuro mejor. Pasaron las elecciones y actualmente nos encontramos en la transición de los poderes y en la conformación de los nuevos equipos de trabajo que han ido presentando sus proyectos.

Normalmente, es en esos proyectos donde se debería poner mayor énfasis a la erradicación de las diversas causas, inclusive las correspondientes a la mafia, la también llamada corrupción, así como todos los demás problemas sociales que nos aquejan. A modo personal y como educadora estaba muy esperanzada porque creí en este cambio político. Pensé que la formación en valores no sería el talón de Aquiles del nuevo gobierno. Para mi sorpresa, tal parece que las prioridades no han cambiado en mucho en relación con los gobiernos anteriores. Un de ejemplo de ello es la construcción de 100 universidades más, dar becas monetarias a estudiantes, entre otras cosas. Pero, ¿qué hay de la Educación, la verdadera Educación, la que debe proponerse como base de la formación en valores?

¿Cuál es la prioridad? ¿La sustancia o los accidentes? ¿La formación en valores para la humanización de la sociedad o la Educación genérica solicitada por las instituciones económicas internacionales?

Es drástico constatar que la formación de la humanidad, no es una prioridad para la refundación de las sociedades. Por eso me sigo preguntando: ¿cómo construir una sociedad sin mafia, cuando se sigue sin apostar por una formación en valores?