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La familia pilar de la humanidad ¡Echémosle ganas!

Por 13 noviembre, 2018noviembre 20th, 2019Convocatorias

Mtro. Jorge Iván García Morando , Coordinador de Proyectos Sociales y Religiosos • Plantel Guadalajara

 

Recuerdo aquellas palabras que el Papa Francisco emitió en el Estadio Víctor Manuel Reina de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, pidiendo a todos los asistentes presentes y televidentes, no olvidáramos la imagen de “los padres, que se aman, se ponen de rodillas frente al hijo que está enfermo”, porque con esta y otras escenas vuelvo a corroborar la importancia que tiene la Familia en la dinámica del mundo, y sobre todo, en el pontificado del Papa Francisco.

 

El Papa Francisco lleva en su corazón a la Familia y habla de ella, porque es parte de ella. Desde el 17 de diciembre de 2014 hasta el 16 de septiembre de 2015, en sus audiencias generales de los miércoles ha querido hablar de ella, refiriéndose a la misma, como el pilar de nuestra humanidad, es por ello que le ha dedicado una catequesis a cada uno de los elementos que constituyen a la Familia, es decir, no podemos entender y afrontar la problemática social (los abusos, la indiferencia, la violencia, la migración, la desintegración familiar, las nuevas formas de convivencia civil, la prostitución, la trata de personas, el abuso infantil, el narcotráfico, la pobreza, la corrupción, etc.) si no se consolida la unidad de la familia. De ahí que sea importante comprender la dinámica familiar desde sus diversos actores: Padre, Madre, Hijo, Hermano, Tío, Abuelo y el ritmo de vida que marcan cada uno en la familia.

Hoy hablaremos de la Madre y del Padre presente y ausente. Antes preguntémonos ¿Por qué hablamos de que la Familia es el pilar de la humanidad? Simplemente porque Dios eligió nacer en una familia humana que Él mismo formó. Una familia como la mía, la tuya, en fin, como la de todos, pero, en particular la de Jesús, fue una familia que se formó en la periferia y que desde ahí, se conformó la historia de Jesús, como Hijo, entre nosotros. En esta familia Jesús cultivo su vocación, de la misma manera en la que todos deberíamos de descubrir, consolidar y realizar nuestra vocación como personas. El realizar nuestra vocación, no siempre es fácil, sobre todo, cuando nos encontramos en una sociedad líquida, cansada, desilusionada, individualista, es decir, enferma. Sin embargo, el Papa Francisco ve tanto en la Iglesia y en la Madre, el antídoto más fuerte ante la difusión del individualismo egoísta, porque el ser madre no significa sólo tener hijos o administrar un hogar, ser madre significa tener por vocación, la opción de dar la vida, puesto que en ella se encuentra la substancia de nuestra sociedad. Hoy deberíamos dejarla hablar y escucharla más, así como Jesús dejo que María le hablara en aquel pasaje de las bodas de Caná (Jn 2, 1-5): “Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos. Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino».        Jesús le respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía». Pero su madre dijo a los sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga». ”

Es así, pues, que tanto la madre como el padre están presentes en la dinámica de la vida familiar, por ello nos obliga a preguntarnos también por el padre. Es, precisamente, la relación de Jesús con su Padre como se toma relevancia la figura de la paternidad en nuestra sociedad, puesto que es una dinámica de relación recíproca y manifiesta en el misterio bendito de la intimidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu, revelado por Jesús. Hoy asistimos, lamentablemente, en una sociedad que carece de la presencia del padre, tanto física como espiritualmente. Por ello al Papa Francisco le preocupa esta sociedad que vive en la orfandad, o sea, en una “sociedad sin padres”. Por lo que hoy deberíamos someternos a escrutinio, hacer un examen de conciencia y preguntarnos ¿cuánto tiempo pasamos con nuestra familia? ¿Cuánto tiempo le dedicamos a estar con nuestros hijos? ¿Estaríamos dispuestos a “perder” un poco de tiempo en jugar con nuestros hijos? ¿Cuándo fue la última vez que salimos con nuestros hijos al cine, al parque, a la plaza o a misa? Pero lo que más deberíamos de preguntarnos ¿qué tanto somos conscientes de nuestra paternidad? Porque si no lo estamos, lo único que hacemos es reafirmar la orfandad en la que se encuentran nuestros hijos y el que estén sin una figura paterna, provoca en estos (niños, adolescentes y jóvenes) la carencia de amor, ejemplo, cercanía y guía. Perdiendo, por ende, el ser guía en la educación de nuestros hijos que, en otras palabras, dejamos de hacer nuestra principal tarea: educarlos.

Por lo que los invito a releer lo que el Papa Francisco nos habla sobre el ser un padre presente que, bajo la oración que dirigimos a Nuestro Padre, encontramos el sentido de nuestra paternidad: ¡Padre Nuestro, que estás…! Siempre presente cuando te invocamos. Es bajo la presencia de nuestro ser padre como podemos heredar a nuestros hijos el más grande orgullo que tenemos: un corazón sabio. Este corazón sabio se forja y trasmite con el testimonio diario, de cómo nos relacionamos, de cómo vivimos, de cómo nos comprometemos, de cómo tratamos a los demás y, sobre todo, de cómo estamos presentes en la familia. ¡Echémosle Ganas, en nuestra familia!