En el Antiguo Testamento utilizan la imagen matrimonial para hacer referencia del pueblo de Israel como novia. En este relato del evangelio, Jesús utiliza este término de novio y describe nuestra vida como esa experiencia que se tiene al estar disfrutando en una boda, en la cual nosotros como Iglesia somos amados, así como esa novia a la que su novio ama profundamente, a tal extremo de dar la propia vida.
Jesús ha venido al mundo y ha devuelto a los hombres y mujeres la paz, ha quitado el peso del yugo que les oprimía. La gente se daba cuenta de esa diferente forma de vivir, ya que los fariseos vivían preocupados por cumplir las leyes y Jesús vive como un hombre que está en una fiesta, y es feliz quien está en su compañía, puesto que también experimenta esa paz, esa alegría que nada en el mundo nos puede dar.
Este mensaje nos hace la invitación a renovar nuestro entusiasmo a experimentar una nueva alegría. El privilegio que tienen los amigos cercanos del novio era que se quedaban durante toda la semana junto a ellos. Nosotros estamos llamados a permanecer junto al novio a gozar de su compañía y a ser felices, pero es necesario vestirnos con vestidos nuevos, cambiar nuestra forma de pensar y nuestra vida de pecado y pedir al Señor que nos conceda la gracia de ser merecedores de entrar en ese banquete que tiene preparado para nosotros y ser sus amigos.
