El evangelio de hoy nos invita a reflexionar en cómo el mensaje de salvación no es recibido de la mejor manera, ya que se tiene una forma muy arraigada de vivir nuestra fe, que dificulta que el mensaje sea acogido, no se ve la acción de Dios que incide en la vida. Los hombres y mujeres de ese tiempo no entendían el estilo de vida de Juan, pero tampoco la forma misericordiosa de Jesús, ni una ni otra han sido motivo de conversión para ellos, es por eso que Jesús al ver la indiferencia y rechazo total, les habla haciendo esta analogía acerca del comportamiento de los niños que, al escuchar la música de flauta no causa ningún sentimiento en ellos, es decir, les quiere dar a entender que son como esos niños que son indecisos y no saben lo que quieren.
Esta parábola nos enseña que nosotros constantemente podemos también caer en esa tentación de querer buscar la salvación, pero adecuada a nuestra forma de pensar, es decir, una salvación a nuestra medida, y así nos la pasamos negociando con Dios, no aceptando su voluntad, huyendo de nuestra cruz de cada día. Pidamos al Señor que nos ayude a ser más dóciles y escuchar su voz y nos conceda la gracia de dejarnos conducir por él.
