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A diez años de la caridad en la verdad

Mtro. Jorge Iván García Morando • Coordinador de Proyectos Sociales y Religiosos

 

Este 29 de junio se cumplen diez años de la publicación de la encíclica Caritas in Veritate del Papa Benedicto XVI. A diez años de distancia considero que una de las preguntas que deberíamos realizarnos es ¿de qué manera hemos contribuido al desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad? A una década de diferencia habría que recordar ciertos acontecimientos sociales, religiosos, políticos, económicos y culturales que le antecedieron y, por los cuales, el Papa emérito ponía su preocupación ante la eminente pérdida de sentido y desviación que ha sufrido y sufre la caridad en nuestros días, así mismo su separación de la ética vívida con la finalidad de evaluar la acciones y decisiones de la responsabilidad moral: “De aquí la necesidad de unir no sólo la caridad en la verdad, en el sentido señalado por San Pablo de la <<veritas in caritate>> (Ef 4,15), sino también en el sentido, inverso y complementario, de <<caritas in veritate>>”. De ahí que entendamos que, en Cristo, la caridad en la verdad se convierta en el Rostro de su Persona, es decir, desde la verdad se puede reconocer a la caridad como expresión de la humanidad y como proyecto de acción. ¿Cómo entender el bien común, el desarrollo solidario, la exigencia de justicia y caridad cuando hemos pasado de la gran recesión económica del 2008 a la guerra comercial y energética de nuestros días? ¿cómo entender la primera verdad de la Populorum progessio donde toda la Iglesia (en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad) tiende a promover el desarrollo integral del hombre cuando la falta de testimonio, el confort, la doble moral y la espiritualidad en horas bajas confrontan ad intra y ad extra de la parroquia? ¿Cómo entender el desarrollo humano integral como vocación cuando dicha vocación al progreso no está en aras del impulso del hombre a hacer, conocer y tener más para ser más? ¿Cómo entender el resguardo de la persona en su integridad, del principal capital humano, cuando lo que vemos es la migración en sus diversas facetas, la explotación laboral y sexual, la desigualdad y la falta de oportunidades? ¿Cómo entender que la caridad en la verdad pone al hombre ante la experiencia del don, de la gratuidad, cuando nuestra experiencia se centra en el individualismo, en la falta de empatía y de fraternidad? ¿Cómo entender la responsabilidad social de las empresas en un mundo globalizado cuando Juan Pablo II advertía que “invertir tiene siempre un significado moral”, además de económico? ¿Cómo entender el cuidado de la casa común cuando la explotación indiscriminada de recursos naturales lacera constantemente a nuestra casa? En fin, Benedicto XVI concluye con las palabras del Apóstol en su carta a los Romanos: “Que vuestra caridad no sea una farsa: aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo” (12,9-10).

 

Publicado en El Semanario Arquidiocesano de Guadalajara del domingo, 7 de julio de 2019.