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¿Qué es la realidad y lo real?

Juan Manuel Madrigal Miranda · Docente UNIVA, región Michoacán

 

A veces la realidad parece algo evidente y a veces algo escurridizo o problemático, y entre los pensadores profesionales al respecto hay varias versiones. Vamos a aproximarnos al reto acompañados de Hans Küng (1928-2021), suizo, reconocido como un gran filósofo y teólogo, asentado desde 1996 como profesor emérito en la Universidad de Tubinga, Alemania, de donde han salido más de seis Premios Nobel. Nos basaremos especialmente en la obra de Küng: ¿Existe Dios? (Küng, 1979).

Nos dice Küng que la realidad es la totalidad de los entes, el ser existente en cuanto tal (obra citada, p. 584). No es posible definir de antemano lo que es la realidad pues lo omnicomprensible es indefinible, pero podemos aproximarnos. La realidad es el mundo y todo lo que integra en el tiempo y el espacio, el microcosmos y macrocosmos, su historia, presente y futuro, su materia y energía, la naturaleza y la cultura, con su belleza y horrores, su miseria, dolor, y lo sublime. La realidad es la humanidad, yo, tú, nosotros; es la unidad sujeto/objeto, su inseparatibilidad, la interdependencia ser/conciencia, yo/mundo.

Postular un ser en particular y al ser en general, implica identidad (unidad), inteligibilidad (verdad), y valor (bondad). Estos conceptos trascendentales son intercambiables (obra citada, p.573). Trascendentales en cuanto condiciones de posibilidad de algo. Así lo ha considerado Platón, Aristóteles, Plotino, San Agustín de Hipona, Avicena, Alberto Magno, Tomás de Aquino, Leibniz, Kant, Hegel. La condición de posibilidad de lo real implica la posibilidad del conocimiento, es decir, identidad, sentido pleno y validez (valor). Esto es la racionalidad.

Sin embargo, es posible negar la realidad, al ser, ni la duda metódica (Descartes) ni la duda existencial (Blaise Pascal), lo impiden. También es posible negar al ser, la verdad, sentido, y el bien, como lo hizo radicalmente Federico Nietzsche (1844-1900), quien dudó de ser, del todo, y del valor de la vida. Para Nietzsche solo existe una inmensa fuerza caótica donde toda forma tiene el impulso de usarse y devorarse a sí misma. La realidad tiene la posibilidad de no-ser. La gran pregunta: ser o no ser, sigue vigente. Hamlet está vivo en cada uno de los seres humanos.

Nietzsche y sus seguidores conscientes e inconscientes, hasta hoy día (2023), presentan en su radiografía lo siguiente, es decir, su nihilismo: parten de la desconfianza radical sobre la vida y los seres humanos, dudan de todo, son fatalistas, pesimistas, se burlan del amor, la caridad, la justicia y de la compasión, exaltan al poder sobre los débiles, se debaten en el tedio, la angustia, la náusea, la indecisión, menosprecian la ética y la democracia, son apáticos, viven en el vacío existencial (angustia y depresión profunda), consideran a todo como vano, lo humano y lo natural, usualmente tiene doble moral aunque se finge. Hay pocos nihilistas puros, por lo general, somos una combinación de los rasgos mencionados. La gran duda puede despertar fuerzas creativas o destructivas.

Pero ¿dónde encontrar la certeza sobre lo real y verdadero, y quién lo dice?, ¿en las ciencias físico-matemáticas? Küng le da una repasada a la vida y teorías de los grandes científicos, como Descartes, Pascal, Darwin, Einstein, Schrödinger; a los genios de la lógica y las matemáticas, y a los eminentes estudiosos del método científico como Karl Popper y Wolfgang Stegmüller. Van enseguida las conclusiones de Küng (véase, pp. 62, 75, 141-172, 628 ss., 855).

Las ciencias físico-matemáticas también descansan en supuestos metafísicos (creencias generales indemostrables; axiomas, entre ellas) y en decisiones personales. La racionalidad de la razón es un círculo vicioso pues en realidad es otra creencia útil al tratar con objetos, cosas particulares, pero no con toda la existencia humana como el sufrimiento y la muerte personal.

La racionalidad no puede fundamentarse en la experiencia sensible (empirismo, sensaciones físicas), ni con puros argumentos lógicos (deducción/inducción). La ciencia requiere una fe irracional en la razón humana y casi siempre, implica decisiones éticas y morales. Es falso el racionalismo autosuficiente, acrítico. La racionalidad implica estimaciones, preferencias, elección, decisión.

La gran duda sobre el sentido y valor benigno de la vida inicia con el carácter problemático de la existencia humana, con la inseguridad existencial y el problema del sufrimiento y la muerte. La respuesta lleva a la pasión ética, a la búsqueda de Dios, de la espiritualidad, a sentidos benignos de vida, servicio honesto a la comunidad, o al ateísmo agresivo, al pesimismo y al nihilismo practico, o teórico.

La realidad, la razón, la verdad, la justicia y la bondad, ante la permanente problematicidad de la existencia, exige la tarea constante de mantenerse en la apuesta, en la confianza fundante, con fe, inclinar la balanza hacia el ser, hacia el sentido de reverencia incondicional al milagro de la vida, pese a todo. Hay que nadar, estar a flote, mantenerse con energía, alegría y agradecidos, en las aguas del misterioso mar…

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