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Sobran princesas

Mtra. Tania Yanina Arias Castro · Docente UNIVA Online. Doctorante en Ciencias del Desarrollo Humano

Si yo no soy para mí misma, ¿quién será para mí? Si yo no soy para mí solamente ¿quién soy yo? Y si no ahora, ¿cuándo?

Refranes del Talmud

 

Las princesas de cuentos de hadas cada día aparecen menos en el cine de animación, los filmes contemporáneos construyen tramas en que la mujer es independiente, valiente y con carácter. En las películas de Shrek se actualiza la reivindicación femenina, desarticula el cliché tradicional de la princesa, con una imagen femenina más fuerte, con características que rompen el molde. Las protagonistas del cine de animación son cada vez más independientes y su voz se deja oír. El cine ofrece contenidos más equitativos en los roles de género, ya sea por cuestiones de mercadotecnia, por formar parte de la tendencia feminista, porque hay que ser políticamente correcto, o porque los valores de la industria han cambiado.

Es una realidad que la imagen de las princesas en el cine se ha reconfigurado, aun así, en la primera película de Shrek, Fiona es una princesa que espera en un castillo a que la rescaten, en realidad es el amor verdadero el que la debe rescatar de un hechizo que le quita su belleza humana y la convierte en ogra de noche. En lugar de hacerlo por sí misma, espera volverse la prioridad de un desconocido, su destino está en manos de otro. Aunque Fiona es más o menos decidida, es rica, espera el amor, no lo busca, como una suerte de revelación que le llegará y sabrá identificar ¿Cuántas experiencias amorosas se habrán perdido por esperar a que un hombre sea quien se acerca a la mujer?

En la última película de la saga, Shrek para siempre, se plantea un mundo alterno a la historia de amor entre Shrek y Fiona. La princesa Fiona nunca es rescatada, ni por un ogro, ni por un príncipe, tuvo que liberarse ella misma y vencer a la dragona guardiana del castillo que la aprisionaba. Fiona se vuelve una activista del movimiento contra el genocidio de los ogros, y en un reencuentro con quien fue su esposo en las películas uno, dos y tres, Shrek le revela que ellos tienen una historia de amor. Fiona le reclama haber tenido que rescatarse por sí misma y lidiar con el dragón, ella está decepcionada porque él no fue por ella, a pesar de que se ha convertido en una líder y organiza una guerrilla que reivindica a su pueblo, es la Rosa Luxemburgo de los ogros. Es independiente, fuerte y se siente bien consigo misma, sin embargo, está dolida porque no la rescataron, Fiona no ha entendido nada, reproduce el ideal del amor platónico, tradicional y patriarcal ¿Cuántas mujeres no siguen soñando con el príncipe azul y el hombre ideal? ¿Cuántas adolecen el descontento que reciben en su casa familiar (el castillo de Fiona) y añoran a un hombre que las rescate? ¿Quién sí sueña con rescatarse a sí misma? ¿Cuándo se dejará de apostar al me muero sin ti y al te necesito por el quiero estar contigo?  Ya denunció Erich Fromm en El arte de amar, que hay que amarse a uno mismo para poder amar. En los años ochenta, la feminista Graciela Hierro, pionera en teorizar sobre el feminismo en México, habla de la mujer de su época y sus necesidades, muchas de ellas siguen siendo las nuestras; las de la mujer que se entrega sin más: a los hombres, a los hijos, a los otros; a cualquiera que no sea ella. Virginia Wolff recrea con claridad este ser para otro en Una habitación propia, una madre se come las alas de pollo y renuncia al muslo para darlo a sus hijos, acción que simbólicamente posiciona la madre como sujeto de segunda en el hogar.

Ceder es una práctica cotidiana femenina, herencia histórica, de influencia cultural y exigencia social. Ceder por la condición económica, por la educación recibida, por la religión que se profesa, por los esquemas de la sociedad en que se vive, o por falta de autoestima. Ceder el ser a un quehacer en el que el sí mismo no es prioridad es una falta al yo. No es necesariamente una tarea sencilla, pero sí necesaria y legítima.

El pensamiento que denuncia Graciela Hierro en su filosofía feminista reivindica el despertar de la mujer, capaz de reflexionar y transformar su realidad a través de la conciencia, dejar de ser para otro y convertirse en un ser para sí, y tener así una sociedad más justa y equitativa.

El aún indisoluble arquetipo femenino tradicional patriarcal, es una estructura que requiere se siga reconfigurando. Hay muchos esquemas preexistentes y no libertarios sobre lo femenino que hay que trabajar, como la independencia, vivir sola es mal visto en la sociedad mexicana, puede ser considerado como innecesario o sinónimo de rebeldía y desenfreno, no casarse se tolera, pero se acepta poco, no ser madre por voluntad, o hasta sin ella, implica presión social continua, vivir sin pareja no es el ideal tampoco. ¿Cómo entonces se puede ser para sí, si en la práctica cotidiana las decisiones y los modos de vida de la mujer se reducen a estar en pareja? Habrá que construir nuevas maneras de ser, de la talla de las necesidades de la mujer y no de los esquemas sociales, en pro del respeto y la libertad de todas.

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