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La pobreza del tiempo: artífice del destino

Dra. María Ángeles Aldana Hernández · Docente UNIVA Online

 

Seguramente te ha pasado que deseas hacer algo y dices ¡no tengo tiempo!

Cuántas ocasiones hemos pensado: “si lo hubiera hecho”, “se le hubiera dicho”, “hubiéramos ido”. Es claro que el tiempo no regresa. Hay algo que los humanos no debemos olvidar: el tiempo todo lo resuelve.

Pero, es esta situación una constante en la dinámica de muchos de nosotros, no se trata de una condición sólo en los padres de familia, en los maestros, en los profesionistas en general o de las amas de casa; hoy día el “no disponer de tiempo” también incluye a las generaciones de jóvenes millennials, la generación Z e incluso a la generación Alfa.

Pero, partiendo de su definición; ¿qué es el tiempo? Los diccionarios sostienen que se trata de una magnitud física que hace posible ordenar los hechos en pasado, presente y futuro. Los humanos en su mayoría realizamos actividades regidas por el tiempo y con ello ordenamos nuestro día, el tiempo nos indica qué deberíamos estar haciendo, cuándo sucederá algo. Y por supuesto contamos con escalas o unidades de tiempo como los segundos, minutos, horas, días, semanas, etc. Es posible agrupar muchas otras unidades de tiempo.

Virgilio escribió fugit inreparabile tempus, «el tiempo vuela irrevocablemente», lo que expresa un poco de la ansiedad por el paso de los días.

Dar tiempo, tener tiempo e incluso aprovechar el tiempo conducen al individuo a sentirse bien.

Pero, ¿qué sucede cuando la tranquilidad se ve afectada por temas como el trabajo, el aislamiento social, las necesidades económicas o una gran demanda en las actividades laborales?

Entiendo que cumplir con todo ello representa cumplir con tus objetivos y esto favorece tu desarrollo profesional. Sin embargo; el tiempo va más allá del crecer o de la edad, en el tiempo convergen experiencias, situaciones, amistades y procesos laborales a lo largo de la vida.

 

La trampa de la eficiencia…

La dinámica de la vida nos ha llevado a vivir la sensación de no poder escapar de estar haciendo cada vez más cosas. La receta del super humano genera que el hecho de trabajar más genera más trabajo y los empleados extralimitan sus capacidades, en la falsa creencia que teniendo más trabajo seremos más felices, pues no tendremos oportunidad de pensar en situaciones desagradables, o generar conflictos.

Sin embargo, esta idea ha sido estudiada por diversos medios y profesionales en el campo de la organización y administración.

Categóricamente la reducción de la felicidad en el ser humano está vinculada al sentido que el tiempo en alguna manera se esfuma. Esta situación provoca una crisis. Y contrario a lo que sucede en el Marketing “la escasez crea valor” al tratarse del tiempo sucede lo contrario. No nos hemos permitido crear valor de nuestro tiempo.

Algunas de las conductas que conlleva el no perder el tiempo son:

  1. a) Ser perfeccionista es la excusa, asumes tareas imposibles
  2. b) Usar el trabajo para escapar de emociones y
  3. c) Para los momentos libres no hay planes.

 

Si te queda trabajo pendiente no deberías salir esta noche. ¿Te resulta familiar?

Exigimos a nuestros motores trabajar a toda velocidad, abarrotamos nuestra agenda de todo tipo de tareas y nos sentimos culpables si nuestra atención se distrae por contestarle a un amigo, leer un libro por puro placer, compartir un momento con algún ser querido, escuchar el canto de las aves y disfrutar de un amanecer.

La ironía de ser productivos hoy nos genera más daños que beneficios. La adicción a la productividad es real, pues genera las mismas conductas que todo comportamiento adictivo.

 

Tiempo libre… tiempo de recarga

Las mejores ideas se presentan cuando nuestra mente está despejada. Gretchen Rubin la autora del libro “Objetivo Felicidad” recomienda formar hábitos saludables como no mirar el celular mientras caminamos para liberar espacio en nuestro cerebro, dar pruebas de amor, pedir ayuda…etc.

Sin perder de vista lo que realmente importa en la vida la recomendación es atesorar y disfrutar de pequeños placeres. Conforme pasa el tiempo vemos cómo pasamos de sentirnos mal a comenzar a sentirnos bien, la distancia y el silencio contribuyen a ver cómo las cosas negativas que pensamos no lo son y viceversa.

Forjamos nuestro carácter a través de las vivencias con lo bueno y con lo malo, así el pasado forma nuestra existencia, cada cosa tiene un espacio y un tiempo, todo requiere de tiempo.

Darle tiempo al tiempo es una frase que en nuestro colectivo imaginario conforma una enseñanza.

Lo único seguro es el presente y las posibilidades de que sea mejor aprovechado dependen de la reconstrucción de nuestra existencia.

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