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La plaga de la existencia

Por 19 marzo, 2024marzo 21st, 2024Voces Invitadas, Voces UNIVA

Adrián Barragán · Médico Cirujano. Baterista de Ave Eva

 

Afortunadamente, tenemos la posibilidad de acceder a la inteligencia ancestral que nos brinda el planeta Tierra. En estos tiempos, donde las redes que nos interconectan internacionalmente son parecidas al micelio que une las raíces y las células de los árboles y la tierra, cada vez me confirmo a mí mismo que estamos hechos a imagen y semejanza de la misma naturaleza. Nuestros músculos son un montón de fibras conjuntadas y creadas de diminutas células que se unen y crean esos tejidos que, gracias a ellos, podemos estar tecleando en el ordenador y levantando la mirada hacia las pantallas (a las que cada vez les ponemos más atención de la que deberíamos). También nos brindan el poder de los sentidos y la habilidad de caminar y trasladarnos hacia cualquier parte. Así como la madera de los troncos de los árboles cae frágilmente por la humedad de las tormentas en verano, donde rompen por partes sus ramas para poder dar paso a nuevos brotes verdes y robustos; así como cuando los desniveles en la tierra generen estanques en donde los animales pueden beber el agua que cae del cielo y se comparte a cualquiera que esté sediento; la memoria resguarda inteligencia contenida en nuestro sistema, con el que hemos crecido y con el que hemos desarrollado el paso de nuestra propia existencia. Se encuentra el ciclo natural de la creación y la transformación, el cual se encuentra girando, como gira un espiral, como gira un reguilete con el soplido del viento, como gira una rueda de la fortuna, en donde en menos de un minuto te encuentras en la cima y en menos de dos, te encuentras por el suelo.

Como se menciona en uno de los libros de Srila Prabhupada, “La vida proviene de la vida”. Acerca del origen de la naturaleza, dice que: “Podemos observar con propiedad que las plantas son producidas por la naturaleza, pero la siguiente pregunta que nos debemos hacer es, ¿quién produjo la naturaleza? Preguntar eso es signo de verdadera inteligencia”.

El ser humano vive con una mente afligida, insatisfecha, siempre condicionada por la tensión doble que originan sus experiencias pretéritas dolorosas y sus ansiosas expectativas a futuro. El ser humano cree que opta libremente, pero solo lo hace desde sus infinitas acumulaciones. Que el pensamiento es el ladrón de la felicidad, y es el resultado de la anarquía que reina en el propio subconsciente, es también la resaca que provocan las fuerzas ciegas que se mueven por debajo del umbral de la consciencia, y por si fuera poco, existe la mente, que le gusta crear dualidades, conflicto y tensión, siempre deseando lo que no tiene o deseando estar en un lugar en donde no se halla. Una mente superficial y caótica, reactiva a los sentidos del subconsciente, aletargada y confusa, esa mente que crea problemas ficticios a los que luego se empeña en encontrar soluciones aún más ficticias. Pero que podemos purificarla y depurarla de contenidos inútiles y de toda negatividad con el simple hecho de trasmutar y conquistar experiencias más sublimes y profundas, renovar energías que se sitúen más allá del conflicto y nos permitan observar más allá de un simple silencio con el que sanaremos nuestro interior, circulando libremente a través de ella.

Se tiene que priorizar la existencia, la vida, porque es un milagro palpable dentro y fuera de la inmensidad del universo. La forma como la concebimos está basada en sentimientos. Las plantas, por ejemplo, “Se ha estudiado que al entrar gente extraña en un invernadero las relaciones eléctricas de las plantas cambian”. Los animales, la naturaleza viva es impresionante, y debemos cuidarla. Esa debería ser la causa más noble que nos debería tocar por obligación a cada ser humano, un don de nacimiento. Las dimensiones del mundo inerte solo saben a vida cuando se ama y se vive con intensidad, cuando se goza, cuando se procura, cuando se disfruta, cuando se sufre y cuando se cae y se levanta del fracaso, cuando duele, cuando se siente en la piel el frío, los nervios, la esperanza.

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