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Cristina González Martínez · Alumni de la Licenciatura en Filosofía, UNIVA Online

 

Tu novela Crimen y castigo es considerada una obra de arte acerca de los sentimientos que surgen en el hombre después de haber cometido un crimen; su mensaje de fondo es que, al cometer una grave violación a la ley, siempre viene el castigo, se pierde la paz del espíritu y la única manera de recuperarla es el arrepentimiento, asumir la verdad del homicidio cometido, como es el caso de la novela, y acceder a la conversión del corazón por la vía del amor.

Releyendo la novela y observando las vidas de mujeres que han abortado se encuentra una gran similitud.

Rodión el estudiante ruso fracasado que asesina a la usurera, la cual termina siendo aborrecida por el lector dadas las injusticias que cometía con aquellos que recurrían a ella en medio de una necesidad, lleva a pensar en todos esos argumentos que se enarbolan para justificar el aborto: las violaciones, las tremendas dificultades materiales, económicas, familiares, de salud o psicológicas en que se encuentra la mujer con un embarazo no deseado, los incestos; en fin tantos y tantos argumentos, hasta llegar al extremo de considerarlo un derecho de salud reproductiva, pensando en los horrores a que llegó esa prestamista, se llega inclusive a comprender, nunca a justificar, el crimen de Rodión, como tantos justifican el aborto.

Sin embargo, Rodión se enfrenta a un testigo de su crimen, Ivánovna, la hermana menor de la vieja usurera, una mujer buena, amable y muy religiosa, también víctima de su hermana mayor, ella, ¿qué culpa tenía de la ruindad de su hermana?, como, ¿qué culpa tiene de haber sido concebido el hijo no deseado?

Rodión cometió dos crímenes, como dos crímenes son una violación, un incesto, el embarazo de una adolescente, etc., y el acabar con la vida de un ser humano que no ha pedido ser concebido.

Los terribles tormentos de conciencia que enfrenta Rodión, son similares a los de numerosas mujeres que abortan, desde luego que, así como el protagonista de la novela es redimido por el amor de Sonia, recapacita, se entrega y cumple su condena con la esperanza de reconstruir su vida futura, así también hay esperanza para esas mujeres a través de la reconciliación con Dios y consigo mismas, pues como bien se dice: la naturaleza nunca perdona, el hombre a veces, pero Dios siempre.

Sin embargo, tu novela está enmarcada en una época en que el hombre tenía una mayor conciencia de lo que significaba un delito, lo aceptaba como tal y le dolía el haberlo cometido, cosa muy diferente sucede hoy en día.

Debido al relativismo, ya no hay una plena conciencia del bien y del mal, todo depende de mi subjetividad; con la postmodernidad se ha perdido el valor religioso e histórico, ya no existe una axiología que me dirija; debido a la gran cantidad de organismos internacionales que defienden los “derechos” de todos, todos tienen “derecho” a todo, de tal suerte que el remordimiento de conciencia frente a un crimen brilla por su ausencia, que benéfico sería que volvieras a escribir en este siglo XXI, y con tus novelas se renovara el valor incalculable y el sentido de la vida, me pregunto, ¿cuántos las leerían?

Saludos con mi más profunda admiración.

Comunicación Sistema UNIVA

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