Ángela Ruiz Valdivia, Andrea Romero Sandoval, Roxana Hernández Santana y Diego Martínez Juárez ∙ Estudiantes de la Licenciatura en Médico-Cirujano en UNIVA Guadalajara
En esta columna compartiremos puntos de vista, opiniones y recomendaciones sobre la alimentación complementaria.
Comencemos definiendo la alimentación complementaria como el inicio de la incorporación de alimentos sólidos, acompañada de la lactancia materna hasta el año de edad, a partir de los 6 meses de edad del ser humano. Es común observar que algunos padres inician esta alimentación antes de la edad recomendada, lo cual puede acarrear complicaciones para el bebé.
Según la OMS es fundamental introducir alimentos complementarios seguros y nutricionalmente adecuados a partir de los seis meses, manteniendo la lactancia materna hasta los dos años o más.
Basados en nuestras experiencias sociales, hemos notado una gran desinformación en México acerca del inicio de la alimentación complementaria. Para ilustrar este punto, compartiremos un ejemplo:
Hace unos meses, una conocida tuvo a su primer bebé y notamos que desconocía por completo qué era la «alimentación complementaria». Cometía el error de creer que debía iniciarla cuando al bebé le empezaran a salir los dientes, lo cual no tiene una base científica, ya que los bebés pueden manipular los alimentos con sus encías y lengua.
Además, si los alimentos no se introducen de manera adecuada alrededor de los seis meses, o si se administran de forma inapropiada, el crecimiento del niño puede verse afectado.
Para concientizar a las madres sobre la importancia de una alimentación complementaria adecuada, se pueden tomar diversas medidas, como:
Organizar charlas y talleres informativos con expertos en el tema.
Crear contenido visual en redes sociales, como videos, folletos e infografías.
Producir podcasts que aborden la información de manera entretenida.
Promover la consulta con un nutriólogo para un control adecuado de la alimentación.
Introducir programas educativos en guarderías.
Implementar estas soluciones podría reducir significativamente los casos de obesidad infantil en México, que actualmente es el país con la tasa más alta de obesidad en niños.
Además, una educación adecuada sobre alimentación desde la infancia puede prevenir diversas enfermedades relacionadas con una mala alimentación, como retraso en el crecimiento, anemia, infecciones recurrentes, problemas de desarrollo cognitivo, diabetes e hipertensión.
Es importante recordar que la alimentación complementaria se inicia cuando las necesidades de energía y nutrientes del lactante superan lo que puede proporcionar la leche materna. Es esencial comenzar alrededor de los seis meses con pequeñas cantidades de alimentos y aumentarlas gradualmente a medida que el niño crece.
Recomendamos buscar asesoría nutricional cuando los bebés comiencen los seis meses de edad, ya que un profesional puede guiar sobre los nutrientes necesarios y prevenir complicaciones futuras. La OMS recomienda ofrecer una alimentación adaptada a las necesidades del niño, como alimentarlos con paciencia y sin forzarlos, hablando con ellos y manteniendo contacto visual durante las comidas.
Finalmente, cabe preguntarse: ¿Qué impacto tendría en la salud seguir este tipo de alimentación?
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