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Cornelius Castoriadis: la creación caótica

Jesús Alejandro Rodríguez Vázquez · Licenciado en Filosofía

 

Hay ciertos conceptos que son muy importantes en los textos filosóficos de Castoriadis. El ser, la creación, la historia, el magma, la institución y el tiempo. Estudioso de Hegel y Marx, sus propuestas tienen alcance en la lógica, en la política y sobre todo en la ontología.

En sus obras se puede identificar la propuesta de un modo de coexistencia que estructura y organiza las diferentes capas (indisociables e irreductibles) de lo real. Esta forma de ordenación es lo que llamará “el magma”, la estructuración del caos. En ese sentido, el ser no es un sistema de sistemas, sino que es caos y abismo, en tanto materia a la que se le aplica conceptos (externamente), materia a la que se le puede atribuir formas. El ser es creación de nuevas formas a través del tiempo.

El concepto de creación es quizá el más recurrente en su obra. La creación le da a Castoriadis una comprensión de la historia que no se funda en la ley de la causalidad, en la lógica reductora de Hegel o en el materialismo histórico, sino en la potencia de la acción de las colectividades humanas creadoras de instituciones. Reconoce ante todo el hacer creador que hace posible la progresión indefinida del conocimiento. El conocimiento entonces no es una contemplación o descubrimiento de un ser de las cosas, sino el acto creador del sujeto que hace que un objeto pueda conocerse.

En sus aseveraciones, Castoriadis parece contentarse con una dialéctica sin síntesis, con tautologías analíticas. No hace surgir un tercer concepto de la dialéctica entre el ser y la nada, como Hegel hace surgir el devenir o la verdad, y evita ante todo las conclusiones deterministas. Por ejemplo, la verdad para él es un movimiento que atraviesa el “magma”, un movimiento ininterrumpido y que siempre está en vías de realizarse, no es una capa en sí y no es el movimiento de desaparición inmediata del ser en la nada o la nada en el ser (Hegel).

El error entonces desaparece cuando se despliega en el tiempo, dentro de su contexto.  En ese sentido, el conocimiento científico y la obra de arte arraigan en la historia para no resultar en pura formalización o en una estética vacía. El arraigo de la obra de arte en la historia da acceso a lo sublime, y el arraigo del conocimiento en la historia lleva al sujeto a la verdad, entendida como posibilidad de creación de nuevas determinaciones (en esto se desprende definitivamente de Hegel y de Marx).

El escritor entonces, al iniciar un relato, una narración o historia, crea un tiempo, crea situaciones (no cosas) y crea una estructura que se pretende no acabada, infinita. Entra a la creación caótica.

 

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