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Y en la soledad nos vamos a encontrar…

Mtro. Miguel Camarena Agudo · Encargado de Corrección y Estilo del Sistema UNIVA 

 

Tres meses atrás un amigo vino de Barcelona a pasar un tiempo en esta ciudad. Y en una de las múltiples conversaciones que sostuvimos me contó una historia sobre un hombre que acudía todos los días a una cantina, cosa que no tiene nada de sorprendente, pues borrachos profesionales los hay por doquier. Lo interesante en el relato fueron algunas características, una de ellas era que él siempre estaba en la cantina antes de que abrieran (estoy de acuerdo, eso no tiene nada de sorprendente, pues un super poder de un borracho profesional es beber ininterrumpidamente por días, sino pregúnteles a los reyes del after o tome el recuerdo que tengan más a la mano y piensen en el vecino que encarna ese papel en su barrio o en la familia, por qué no). Pero volviendo a la anécdota, el hombre también solía ser el último en retirarse del lugar (Otra perogrullada narrativa, desde luego). Este personaje, además tenía la característica de no hablar con nadie y de separarse de la barra solamente en caso de una necesidad fisiológica. Con el cantinero utilizaba una mínima y necesaria porción del lenguaje, reservada exclusivamente a solicitarle sus tragos. Un día el silencioso parroquiano dejó de ir. Nadie echó de menos a este fantasma humano, hasta que llegó un familiar con el cantinero a decirle que lo acompañara al hospital, a solicitud de su cliente más asiduo. El tipo le dijo al cantinero que su hermano le pidió que por favor le informara a su único amigo de su estado de salud y de ser posible lo llevara hasta él.

Este relato trata, obviamente, sobre la soledad, pero de una soledad abrumadora por supuesto. Para Cioran la soledad no nos enseña a estar sin nadie, nos enseña a ser únicos. Por su parte Octavio Paz dejó plasmado en su obra El Laberinto de la soledad un tratado al respecto. Ahí escribió cosas como: el mexicano no sabe estar solo, al mexicano le abruma la soledad, el mexicano le tiene miedo a la soledad y demás vainas. Y tiene razón, a la mayoría le atormenta padecer dicho estado. Un reflejo de ello podrían ser las redes sociales que se nutren del sentimiento de soledad de millones de seres humanos, pues estos necesitan estar conectados todo el tiempo y a cada instante, para no dejarla entrar o poder ahuyentarla. Bueno, aunque pensándolo bien, la adicción a estar conectados todo el tiempo podría ser el reflejo de un vacío o una miseria existencial.

La figura del anacoreta al estilo de Zaratustra o Siddharta, es casi imposible de darse en estos tiempos, sino es que impensable. Son figuras, casi desterradas en su totalidad por la sociedad actual y no pueden, ni podrán ser modelos a seguir bajo ninguna razón. Porque el autoconocimiento no es una prioridad y además volviendo a Paz, es en el silencio y en la soledad donde nos encontramos con dos jueces implacables: Dios o con nosotros mismos; una calamidad. Pero ¿Serán ciertas las diatribas de Paz hacia el mexicano en ese aspecto? En primer lugar, considero es un tema general y no exclusivo de una nación; en segundo, concuerdo con ello. La mayoría de las personas que conozco no les simpatiza la idea de estar solos.

Para Nietzsche la soledad puede darse de dos maneras: por elección o por descarte. La primera es una virtud, según el filósofo alemán, la segunda una tragedia. En estos días, el encierro combinado con la soledad (forzosa) puede llevarnos a generar momentos de introspección, reflexión y meditación; o también, nos puede llevar a tener brotes de locura, paranoia, ansiedad, aburrimiento y depresión; posiblemente. Pero, la soledad sea producto de nuestra voluntad o no, nos guste o no, a veces es azuzada por la propia vida, quien gusta de enseñarnos cosas de manera poca ortodoxa.

Así que ya saben, compartan con sus conocidos aquello considerado gozoso por ustedes y disfruten del recogimiento colectivo. Siempre debemos experimentar y llevar con nosotros cosas que se puedan paladear en soledad y en silencio, eso ya poco atesorado y mejor conocido como intimidad.