Mtra. Jazmín Velasco Casas · Docente de UNIVA Online y UNIVA Plantel Guadalajara
En la introducción al Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein, Russell señala que hay varios problemas en torno al lenguaje: el primero, de índole psicológico, consiste en describir lo que sucede en nuestras mentes cuando usamos el lenguaje con la intención de querer decir algo por medio de él; el segundo, que es epistemológico, estriba en determinar la relación que existe entre pensamientos, palabras u oraciones y aquello a lo que se refieren o significan; en tercer lugar el semántico, que se preocupa de usar oraciones, de manera que se transmita verdad antes que falsedad y, por último, el lógico, que revisa la relación que debe mantener un hecho con otro para que sea susceptible de ser símbolo para ese otro. Demarcando estos problemas, Wittgenstein afirma que si la filosofía tiene un propósito es la aclaración lógica del pensamiento, delimitar lo pensable y con ello lo impensable y, entre varios conocimientos en los que fundamenta su crítica, la psicología es uno de los principales.
En Las investigaciones filosóficas la psicología es catalogada como una disciplina estéril y confusa en la que existen métodos experimentales que desde su génesis aspiran a ser análogos a la física apegándose a un método científico que hace suponer que los problemas pueden ser resueltos generando teorías y leyes, cuando en realidad problemas y métodos van en caminos que nunca se encuentran, y si bien hay muchas teorías, no se han podido establecer leyes, por ejemplo para el alma, el inconsciente, la inteligencia o cualquier otra súper categoría que por fin revele la mecánica del alma.
Wittgenstein conoció a profundidad el psicoanálisis y advirtió que lo que Freud afirma sobre el inconsciente suena a ciencia, pero propiamente no es más que un medio de representación que no ofrece causas ni pruebas de la corrección de un determinado tipo de análisis. Lo único que ofrece son especulaciones, sí ingeniosas, pero oscuras conceptual y epistemológicamente.
A más de medio siglo de estas críticas, teóricos como David Chalmers y Mark Solms continúan la búsqueda de esa ley o principio último que explique la esencia de la mente. No obstante, Wittgenstein sigue teniendo potencia entre los que nos dedicamos a estas disciplinas para recordarnos que los hombres tenemos la capacidad de construirnos lenguajes que permiten expresar cualquier sentido sin tener ninguna idea de cómo y qué significa cada palabra; es decir, el lenguaje disfraza el pensamiento, y muchas de las proposiciones que constituyen las teorías psicológicas no son sino falsas o sinsentidos que no retratan la realidad y no alteran el armazón general del mundo.
Si bien la lógica permea el mundo de las ciencias duras, se debe considerar que la lógica también es un lenguaje creado y a la vez es un límite, pero éste ha sido el único estrictamente correcto de las proposiciones científicas.
La invitación que nos hace Wittgenstein es la de estudiar nuestro sentir de ese abismo insuperable entre la conciencia y los procesos en el cerebro identificando las proposiciones metafísicas y oscuras que carecen por completo de referencia y comprobación, así como a aprender a sortear las teorías psicológicas bajo innumerables juegos lingüísticos ideales que han constituido sus propias reglas y adiestrado la comprensión, pero que muchas de estas envejecerán, se olvidarán y seguirán naciendo.