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Diego A. Calderón Villanueva «Rollo»• Alumno Psicología

 

El punk es un movimiento músico-cultural, surgido como respuesta ante el convencionalismo de la sociedad y la crisis económica a mediados de los años setenta. Generalmente se asocia con vestimentas extravagantes y una exaltación de la violencia, sin embargo, va más allá de eso.

Según Greg Graffin, fundador y vocalista de un grupo llamado “Bad Religion”, quién además, cabe resaltar, es profesor de ciencias de la Universidad de California y doctor en paleontología evolutiva; define al punk como “la expresión personal de la singularidad que proviene de las experiencias de crecer en contacto con nuestra habilidad humana para razonar y plantear preguntas.”

Asimismo, es una actitud ante la vida en la que se busca combatir la alienación mediante el cuestionamiento de lo ya establecido. A través de la provocación se trata de promover el cambio. De ahí la vestimenta como proposición de algo diferente, disruptivo, algo que expresa una visión del mundo, ideas y emociones, dándole énfasis a la elección personal sobre las imposiciones sociales. Al final de cuentas la libertad no es aquella que tiene alas, sino criterio propio.

En la teoría general de los sistemas encontramos el concepto de entropía, en la que gracias a la tendencia al caos, dichos sistemas pueden generar un cambio. Sin este movimiento de energía entrópico, los sistemas permanecerían estáticos. A través de letras honestas y sonidos crudos, en su época, el punk buscaba despertar conciencias con el mensaje de: “Algo malo está sucediendo, ¿qué vas a hacer con eso?”, incentivando a la toma de acción, la rebeldía, bajo el estandarte de la filosofía de “Hazlo tú mismo”. ¿Para qué quedarse inactivo a la espera de que las cosas se resuelvan por sí solas?

En la actualidad, observamos una serie de problemáticas sociales y una enajenación colectiva; lo extraño es que a pesar de tantos sucesos, no se esté gestando un nuevo movimiento. Pareciera que a la gente se le ha olvidado de lo que es capaz. Uno podría preguntarse, ¿dónde está el punk entonces?

Independientemente de la apariencia, o el gusto musical, cualquiera puede ser punk si se mantiene fiel a sus ideales. Personalmente, creo que en cada uno de nosotros aún queda algo de esas ganas de hacer las cosas de forma distinta, esa inconformidad, frustración y rabia, ante la realidad que nos rodea, pero sobre todo, la esperanza de un mundo mejor. Solo es cuestión de que una voz con la suficiente fuerza se alce y grite: “El punk no está muerto”.