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Códigos éticos para un buen publicista

Mariana Fournier Aguilera • Alumna de la Licenciatura en Publicidad

 

Vivimos en una sociedad en la que tristemente en muchas ocasiones importa más vender a través de un anuncio que no cumple con los códigos éticos. La veracidad es un valor que se ha ido perdiendo y la publicidad cada vez es menos creíble, ¿por qué?

De acuerdo con la definición de Philip Kotler (1999) la publicidad se define “como una comunicación no personal y onerosa de promoción de ideas, bienes o servicios”; así pues, la publicidad es la forma más omnipresente de comunicación que hay, es capaz de influir a todo aquel que tenga contacto con ella, muchas veces sin darse cuenta, es por eso que la responsabilidad del publicista es enorme.

La publicidad debe dejar de verse como una molestia ya que la persuasión comercial puede resultar algo agresiva si no se realiza correctamente, de ahí la importancia que la ética funge en ella, para lograr esto, El Consejo de Autorregulación y Ética Publicitaria CONAR A.C (2014) establece que un buen publicista debe aportar un valor real: entretenimiento e información útil, debe ser capaz de observar el medio que lo rodea y transformarlo en un mensaje que apele a actitudes y sentimientos positivos (art. 3º), debe publicar información veraz y comprobable en lo que afirme y en lo que omita (art. 2º), un buen publicista sabe hacer cumplir los principios de la justa competencia y evitar engañar al consumidor (art. 5º), estos entre otros criterios éticos deben imperar en la publicidad.

Un profesional debe saber aplicar las normas éticas de acuerdo con el contexto en que se encuentre, debe querer estar constantemente informado y sediento de conocimiento a fin de proyectarlo en su trabajo, estar dispuesto a escuchar y a recibir críticas para mejorar, debe ser creativo e innovador y atreverse a explorar nuevos caminos, pues el objetivo de un buen publicista es inspirar para ser recordado; provocar una reacción emocional en aquel que observa su trabajo.

Un buen publicista es aquel que se apasiona e involucra con cada proyecto para lograr causar emociones, es quien logra enamorar al consumidor de manera justa y sin engaños siguiendo siempre el código de ética. Como publicistas se debe tener un compromiso consigo mismo y con la audiencia a crear contenido real para no fomentar la percepción negativa que se pueda tener, sino transformarla, pues una publicidad ética es regida por la verdad.

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