Bárbara Catalina Barba García • Alumna de la Licenciatura en Publicidad
La Real Academia Española define el verbo plagiar como: Copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Este puede ser el acto más común entre los estudiantes y hasta en los profesionales, a veces sin darse cuenta. El famoso y sencillo “copiar y pegar” o el parafrasear, es un robo y un insulto hacia las demás personas que lo leen, ya que se hace creer que es de una autoría propia.
Muchas veces tomar frases o ideas de otras personas es el camino más sencillo cuando la creatividad está por los suelos, pero definitivamente no es el más correcto. A veces se toma inspiración de algunas creaciones ya existentes, porque es casi imposible que se pueda hacer algo completamente nuevo, pero ¿tomar una obra y ponerle otro nombre? Eso es lo que se hace cuando se escribe un proyecto y no se cita adecuadamente.
Citar es la cosa más tediosa que existe, pero es la parte más importante. Es como cuando entre hermanos se prestan la ropa, pero cuando no se pide permiso da mucho coraje, no el que la haya tomado, sino el que no haya preguntado. Es la misma situación con el plagio. Las personas que escriben o hacen investigaciones, tienen como objetivo que esa información sea útil para alguien más, y al citarlas es como si se les pidiera permiso.
En 2017, Casa Tirao establece que “un plagio es un robo, y como todo robo constituye un delito, y como tal debe aplicarse, en casos como éste, el castigo adecuado.” En la UNIVA el cometer plagio se considera como falta grave y es motivo de baja definitiva. En México, según el artículo 424 del código penal federal, se impondrá prisión de seis meses a seis años y de trescientos a tres mil días multa, a aquel que “use en forma dolosa, con fin de lucro y sin la autorización correspondiente obras protegidas por la Ley Federal del Derecho de Autor.”
El citar es muy importante, no sólo porque existe un castigo para aquellos que lo hagan, sino porque es un acto ético de reciprocidad. Un dicho común dice: no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan. Por lo que es fundamental que cuando se empiece a escribir un proyecto se piense en este refrán popular y se diga a uno mismo: “¿me gustaría que robaran mis ideas para usarlas como propias?”.